Turquía cree que el periodista desaparecido hace cinco días fue asesinado en el consulado de Arabia Saudí
Las autoridades saudíes sostienen que Jamal Khashoggi, crítico con Riad, abandonó el edificio poco después de recoger unos documentos
Andrés Mourenza
Estambul, El País
El paradero de Jamal Khashoggi, periodista saudí crítico con el príncipe heredero Mohamed Bin Salmán, sigue siendo un misterio desde que accedió al consulado de su país en Estambul el pasado martes. Pero el caso sobre su desaparición ha tomado un giro macabro en las últimas horas: Turquía cree que fue asesinado de forma premeditada en la misma legación diplomática, probablemente por un equipo de ejecutores enviado por Arabia Saudí, y su cuerpo hecho desaparecer. Desde Riad, en cambio, se tachan estas acusaciones de “infundadas”.
En público, las autoridades turcas aún muestran cautela en sus declaraciones. “Mantengo la esperanza. Si Dios quiere, no nos enfrentaremos a lo que no deseamos”, dijo el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, y aseguró que sigue el caso de cerca: “Cualquiera que sea el resultado de la investigación la haremos pública”.
Sin embargo, en privado, los dirigentes turcos no tienen dudas a la hora de señalar al culpable. “Hasta dónde yo sé [el cuerpo de Khashoggi] no ha sido encontrado”, explicó a este periódico una fuente del Gobierno turco que sí confirmó que la hipótesis sobre la que trabajan la policía turca es que el periodista saudí “fue asesinado dentro del consulado”. Los agentes turcos ahora investigan todo posible rastro de ADN del periodista en los alrededores del edificio, dijo a EL PAÍS una fuente de seguridad. “Creemos que el asesinato fue premeditado y que el cuerpo fue trasladado fuera del consulado”, afirmó una fuente policial a la agencia Reuters.
Tal y como publicó este diario el pasado miércoles, el rastro de Khashoggi se perdió el martes. En su teléfono saudí salta un contestador y su última conexión a WhatsApp (en su móvil estadounidense) fue el martes a las 13.06, hora de Turquía. A esa hora llegaba al consulado general de Arabia Saudí en Estambul a por un certificado de estado civil que acreditase el divorcio de su anterior esposa para poder contraer matrimonio con su prometida, Hatice Cengiz, de nacionalidad turca. Ambos habían acudido el viernes anterior a la legación, pero les habían comunicado que los papeles no estaban listos y que Khashoggi debía regresar la semana siguiente. El 2 de octubre, a la hora que le habían convocado, el periodista saudí se presentó en el consulado, pero antes, como si temiese una trampa, le dijo a su compañera: “Voy a entrar. Cojo los documentos y salgo. Si ocurre algo, llama inmediatamente a Yasin Aktay [dirigente del AKP turco] y a la Asociación de la Prensa Turco-Árabe [con la que mantenía estrechas relaciones]”. Tras varias horas de espera, la mujer notificó la desaparición. En el consulado, sostenían que había salido del edificio.
“Hace dos días, algunos compañeros de países árabes comenzaron a llamarnos ofreciéndonos condolencias. Pensé que se equivocaban. Pero ya ayer [sábado] nos telefonearon dirigentes turcos diciéndonos que Khashoggi había sido asesinado”, declaró a EL PAÍS Turan Kislakçi, presidente de la Asociación de la Prensa Turco-árabe y amigo personal del desaparecido: “Gente de la policía y del gobierno han compartido con nosotros datos sobre la investigación y creen que lo asesinó un equipo de saudíes que había venido ex profeso. También tienen indicios de que pudo ser asesinado salvajemente y que lo sacaron del edificio despedazado. Pero la información concreta será hecha pública en los próximos días”.
Los agentes de policía turca encargados de la seguridad de la legación saudí han comprobado las cámaras de seguridad y no han visto en ellas que el periodista abandonase el edificio en ningún momento, “cuanto menos por las vías normales”, explicó Yasin Aktay, dirigente del AKP y amigo de Khashoggi, a la cadena CNN-Türk. En cambio, sí que ha habido un constante trasiego de vehículos diplomáticos saudíes. En estos vehículos habrían entrado al consulado 15 ciudadanos de Arabia Saudí que la policía turca investiga como presuntos implicados en el asesinato, según información de la agencia oficial Anadolu. Este equipo llegó en dos vuelos diferentes y acudió el mismo martes al edificio consular para luego regresar a su país. Algo que suscita más preguntas: ¿Cómo pudo un presunto equipo de ejecutores llegar sin ser detectado por el radar de la inteligencia turca? Más cuando Khashoggi temía por su vida y contaba con grandes amigos en las altas esferas de Turquía.
Khashoggi se exilió hace más de un año de su país tras sufrir varios encontronazos con la nueva élite gobernante, en especial el príncipe heredero y hombre fuerte del régimen, Mohamed Bin Salmán, al que criticó su autoritaria manera de gobernar y su política exterior, que le ha llevado al bloqueo de Qatar, a involucrarse en la guerra de Yemen o al extraño secuestro del primer ministro libanés. Khashoggi se asentó en EE UU, dónde colaboraba con The Washington Post, aunque viajaba periódicamente a Estambul.
El heredero al trono saudí, en declaraciones a la agencia Bloomberg, aseguró el miércoles pasado que las autoridades turcas son bienvenidas a investigar dentro del consulado. “No tenemos nada que esconder”, dijo. De hecho, el sábado, el cónsul saudí Mohamed al Otaibi abrió las puertas del edificio a unos periodistas de Reuters. “Otaibi recorrió las seis plantas del edificio, incluida la sala de oración en el sótano, las oficinas, ventanillas de visados, cocinas, cuartos de baño, almacenes y cuartos de seguridad abriendo armarios y retirando los paneles que cubren el aire acondicionado", escribe la agencia en su nota. “Jamal no está aquí”, subrayó el cónsul saudí. Sin embargo, se negó a mostrar el contenido de las cámaras de seguridad pues alegó que solo reproducen en directo las imágenes y “no las graban”.
Los activistas de derechos humanos llevan meses denunciando la creciente represión dentro de Arabia Saudí, informa Ángeles Espinosa. Varias decenas de intelectuales, clérigos y feministas, tanto liberales como islamistas, han sido encarcelados desde que el príncipe Mohamed Bin Salmán (MBS) se convirtió en príncipe heredero en junio de 2017. Pero ¿se extiende su mano fuera del país? ¿Tienen los servicios secretos saudíes capacidad para una operación de secuestro o aniquilación como la que se les atribuye en Estambul?
Hay algunos precedentes inquietantes. El mes pasado, Ghanem Almasari, un comentarista satírico muy crítico con MBS y con un gran número de seguidores dentro del Reino del Desierto, denunció que había sido apaleado por matones de la Embajada saudí en Londres, donde reside. En 2016, un documental de la BBC aseguraba que al menos tres príncipes críticos con la gestión del país por los Al Saud han sido secuestrados en Europa en lo que va de siglo.
El caso de Sultan Bin Turki Bin Abdulaziz, supuestamente capturado en Ginebra en 2003, se había conocido poco antes porque él mismo denunció el suceso ante un tribunal suizo tras lograr salir de su país. La investigación de la cadena británica reveló también las extrañas desapariciones de los príncipes Turki Bin Bandar y Saud Bin Saif al Nasr a finales de 2015. Desde París el primero y desde Milán el segundo usaban las redes sociales para criticar a la familia real. En septiembre de ese año, poco antes de que se perdiera su rastro, Saud había respaldado públicamente una carta de un príncipe anónimo pidiendo un golpe palaciego para destronar al rey Salmán, padre de MBS. “Éramos cuatro miembros de la familia los que vivíamos en Europa. Criticábamos a la familia y su gobierno en Arabia Saudí. Tres fueron secuestrados. Soy el único que queda”, aseguraba el príncipe Khaled Bin Farhan al Saud, otra voz crítica, a la emisora británica. Según aquel reportaje, junto a los príncipes, unos 18 ciudadanos extranjeros han sido secuestrados y trasladados a Arabia Saudí, donde estarían bajo custodia militar.
Andrés Mourenza
Estambul, El País
El paradero de Jamal Khashoggi, periodista saudí crítico con el príncipe heredero Mohamed Bin Salmán, sigue siendo un misterio desde que accedió al consulado de su país en Estambul el pasado martes. Pero el caso sobre su desaparición ha tomado un giro macabro en las últimas horas: Turquía cree que fue asesinado de forma premeditada en la misma legación diplomática, probablemente por un equipo de ejecutores enviado por Arabia Saudí, y su cuerpo hecho desaparecer. Desde Riad, en cambio, se tachan estas acusaciones de “infundadas”.
En público, las autoridades turcas aún muestran cautela en sus declaraciones. “Mantengo la esperanza. Si Dios quiere, no nos enfrentaremos a lo que no deseamos”, dijo el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, y aseguró que sigue el caso de cerca: “Cualquiera que sea el resultado de la investigación la haremos pública”.
Sin embargo, en privado, los dirigentes turcos no tienen dudas a la hora de señalar al culpable. “Hasta dónde yo sé [el cuerpo de Khashoggi] no ha sido encontrado”, explicó a este periódico una fuente del Gobierno turco que sí confirmó que la hipótesis sobre la que trabajan la policía turca es que el periodista saudí “fue asesinado dentro del consulado”. Los agentes turcos ahora investigan todo posible rastro de ADN del periodista en los alrededores del edificio, dijo a EL PAÍS una fuente de seguridad. “Creemos que el asesinato fue premeditado y que el cuerpo fue trasladado fuera del consulado”, afirmó una fuente policial a la agencia Reuters.
Tal y como publicó este diario el pasado miércoles, el rastro de Khashoggi se perdió el martes. En su teléfono saudí salta un contestador y su última conexión a WhatsApp (en su móvil estadounidense) fue el martes a las 13.06, hora de Turquía. A esa hora llegaba al consulado general de Arabia Saudí en Estambul a por un certificado de estado civil que acreditase el divorcio de su anterior esposa para poder contraer matrimonio con su prometida, Hatice Cengiz, de nacionalidad turca. Ambos habían acudido el viernes anterior a la legación, pero les habían comunicado que los papeles no estaban listos y que Khashoggi debía regresar la semana siguiente. El 2 de octubre, a la hora que le habían convocado, el periodista saudí se presentó en el consulado, pero antes, como si temiese una trampa, le dijo a su compañera: “Voy a entrar. Cojo los documentos y salgo. Si ocurre algo, llama inmediatamente a Yasin Aktay [dirigente del AKP turco] y a la Asociación de la Prensa Turco-Árabe [con la que mantenía estrechas relaciones]”. Tras varias horas de espera, la mujer notificó la desaparición. En el consulado, sostenían que había salido del edificio.
“Hace dos días, algunos compañeros de países árabes comenzaron a llamarnos ofreciéndonos condolencias. Pensé que se equivocaban. Pero ya ayer [sábado] nos telefonearon dirigentes turcos diciéndonos que Khashoggi había sido asesinado”, declaró a EL PAÍS Turan Kislakçi, presidente de la Asociación de la Prensa Turco-árabe y amigo personal del desaparecido: “Gente de la policía y del gobierno han compartido con nosotros datos sobre la investigación y creen que lo asesinó un equipo de saudíes que había venido ex profeso. También tienen indicios de que pudo ser asesinado salvajemente y que lo sacaron del edificio despedazado. Pero la información concreta será hecha pública en los próximos días”.
Los agentes de policía turca encargados de la seguridad de la legación saudí han comprobado las cámaras de seguridad y no han visto en ellas que el periodista abandonase el edificio en ningún momento, “cuanto menos por las vías normales”, explicó Yasin Aktay, dirigente del AKP y amigo de Khashoggi, a la cadena CNN-Türk. En cambio, sí que ha habido un constante trasiego de vehículos diplomáticos saudíes. En estos vehículos habrían entrado al consulado 15 ciudadanos de Arabia Saudí que la policía turca investiga como presuntos implicados en el asesinato, según información de la agencia oficial Anadolu. Este equipo llegó en dos vuelos diferentes y acudió el mismo martes al edificio consular para luego regresar a su país. Algo que suscita más preguntas: ¿Cómo pudo un presunto equipo de ejecutores llegar sin ser detectado por el radar de la inteligencia turca? Más cuando Khashoggi temía por su vida y contaba con grandes amigos en las altas esferas de Turquía.
Khashoggi se exilió hace más de un año de su país tras sufrir varios encontronazos con la nueva élite gobernante, en especial el príncipe heredero y hombre fuerte del régimen, Mohamed Bin Salmán, al que criticó su autoritaria manera de gobernar y su política exterior, que le ha llevado al bloqueo de Qatar, a involucrarse en la guerra de Yemen o al extraño secuestro del primer ministro libanés. Khashoggi se asentó en EE UU, dónde colaboraba con The Washington Post, aunque viajaba periódicamente a Estambul.
El heredero al trono saudí, en declaraciones a la agencia Bloomberg, aseguró el miércoles pasado que las autoridades turcas son bienvenidas a investigar dentro del consulado. “No tenemos nada que esconder”, dijo. De hecho, el sábado, el cónsul saudí Mohamed al Otaibi abrió las puertas del edificio a unos periodistas de Reuters. “Otaibi recorrió las seis plantas del edificio, incluida la sala de oración en el sótano, las oficinas, ventanillas de visados, cocinas, cuartos de baño, almacenes y cuartos de seguridad abriendo armarios y retirando los paneles que cubren el aire acondicionado", escribe la agencia en su nota. “Jamal no está aquí”, subrayó el cónsul saudí. Sin embargo, se negó a mostrar el contenido de las cámaras de seguridad pues alegó que solo reproducen en directo las imágenes y “no las graban”.
Los activistas de derechos humanos llevan meses denunciando la creciente represión dentro de Arabia Saudí, informa Ángeles Espinosa. Varias decenas de intelectuales, clérigos y feministas, tanto liberales como islamistas, han sido encarcelados desde que el príncipe Mohamed Bin Salmán (MBS) se convirtió en príncipe heredero en junio de 2017. Pero ¿se extiende su mano fuera del país? ¿Tienen los servicios secretos saudíes capacidad para una operación de secuestro o aniquilación como la que se les atribuye en Estambul?
Hay algunos precedentes inquietantes. El mes pasado, Ghanem Almasari, un comentarista satírico muy crítico con MBS y con un gran número de seguidores dentro del Reino del Desierto, denunció que había sido apaleado por matones de la Embajada saudí en Londres, donde reside. En 2016, un documental de la BBC aseguraba que al menos tres príncipes críticos con la gestión del país por los Al Saud han sido secuestrados en Europa en lo que va de siglo.
El caso de Sultan Bin Turki Bin Abdulaziz, supuestamente capturado en Ginebra en 2003, se había conocido poco antes porque él mismo denunció el suceso ante un tribunal suizo tras lograr salir de su país. La investigación de la cadena británica reveló también las extrañas desapariciones de los príncipes Turki Bin Bandar y Saud Bin Saif al Nasr a finales de 2015. Desde París el primero y desde Milán el segundo usaban las redes sociales para criticar a la familia real. En septiembre de ese año, poco antes de que se perdiera su rastro, Saud había respaldado públicamente una carta de un príncipe anónimo pidiendo un golpe palaciego para destronar al rey Salmán, padre de MBS. “Éramos cuatro miembros de la familia los que vivíamos en Europa. Criticábamos a la familia y su gobierno en Arabia Saudí. Tres fueron secuestrados. Soy el único que queda”, aseguraba el príncipe Khaled Bin Farhan al Saud, otra voz crítica, a la emisora británica. Según aquel reportaje, junto a los príncipes, unos 18 ciudadanos extranjeros han sido secuestrados y trasladados a Arabia Saudí, donde estarían bajo custodia militar.