Merkel expresa su preocupación a Netanyahu por los derechos de las minorías en Israel
La canciller alemana muestra su inquietud por la expansión de los asentamientos y evidencia las diferencias de criterio con su socio para solucionar la cuestión iraní
Lourdes Baeza
Jerusalén, El País
La canciller alemana Angela Merkel, concluyó este jueves una visita relámpago a Israel de apenas 24 horas, en la que además de destacar la creciente cooperación con el Estado hebreo en diferentes campos, también puso de manifiesto que existen diferencias por salvar. “Estamos de acuerdo en muchas cosas y en desacuerdo en otras, las menos”, aseguró el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu.
Frente al discurso inicial, sin salirse del guión, del líder israelí, centrado en destacar que lo que marcaba esta visita era la cooperación en tecnología e innovación, Merkel dijo estar preocupada por la expansión de los asentamientos “que dificultan la solución dos Estados” y por el respeto a los derechos de las minorías en un estado que se define como judío. Algo que sonó a reproche -por la aprobación del controvertido borrador que consagra a Israel como el “Estado nación judío”- y a lo que Netanyahu respondió, con una media sonrisa, que Israel “es el único Estado en Oriente Medio que garantiza los derechos de las minorías”.
Merkel -en cuya apretada agenda no estaba acudir a Ramala ni entrevistarse con los dirigentes palestinos- anunció que tras el encuentro con Netanyahu llamaría al presidente palestino, Mahmud Abbas, para hacerle varias preguntas sobre el conflicto, que la líder alemana no quiso desvelar. “Hamas ataca a Israel porque Abbas asfixia a Gaza” le aseguró Netanyahu.
Tanto Merkel como Bibi coincidieron en la urgencia de evitar que Irán se convierta en una potencia nuclear, aunque difieren en los métodos para lograr ese objetivo. También compartieron la necesidad de poner más medios para luchar contra el antisemitismo. Alemania, reconoció Merkel en el Museo del Holocausto Judío (Yad Vashem), tiene la “responsabilidad perpetua” de combatir el antisemitismo y recordar la tragedia de la Shoa (Holocausto), pero también de respaldar “valores como la libertad y la democracia”. Fue una jornada de elogios, a la sombra de críticas veladas, que sugieren que la relación entre Israel y su mejor aliado europeo se ha deteriorado notablemente en los últimos años.
En Israel no gustó que Alemania apoyase el acuerdo nuclear alcanzado en 2015 con Irán bajo los auspicios de la Administración del expresidente norteamericano, Barak Obama. Tampoco sentó bien que Berlín abogase por el diálogo y por buscar alternativas después de que el nuevo mandatario estadounidense, Donald Trump, decidiera romper el pacto con Irán y levantar de nuevo las sanciones contra Teherán, una medida que ha sido muy aplaudida por Israel.
Alemania sigue siendo un socio estratégico de Israel, como reconoció este jueves el presidente Rivlin, y comprometido con su defensa. A pesar de firmar en 2017 el memorando por el que el gobierno de Merkel proporcionará tres submarinos Dolphin, con capacidad nuclear, el año pasado ambos socios escenificaron desencuentros que hicieron tambalear esa “relación especial”. En enero desde el ministerio de Asuntos Exteriores germano se dudó sobre la voluntad de Netanyahu de implementar la solución dos estados en el conflicto con los palestinos. En febrero Merkel anuló, por “razones técnicas” el tradicional encuentro bilateral entre ambos Gobiernos, y en diciembre se sumó a la ola de críticas a la política pro israelí de Trump.
El Gobierno de Netanyahu tampoco vio con buenos ojos que, en diciembre del año pasado, Alemania votase en la ONU a favor de condenar la decisión del presidente norteamericano de reconocer Jerusalén como capital de Israel y trasladar la embajada estadounidense desde Tel Aviv a la Ciudad Santa. Un agravio más: el Gobierno de Merkel suscribió en septiembre junto con España, Francia, Italia y el Reino Unido un documento por el que expresa su preocupación por el futuro del poblado beduino palestino de Khan al-Ahmar y le pide al Ejecutivo de Netanyahu que no siga adelante con los planes de demolición de la aldea.
Precisamente antes de la llegada de Merkel a Israel, la noche del miércoles, varios diarios locales publicaron que la canciller había amenazado con cancelar su viaje si el gobierno hebreo ejecutaba el fallo de la Corte Suprema Israelí que, el mes pasado, declaró ilegal el poblado beduino. La decisión del tribunal abrió la puerta a la destrucción de Khan al-Ahmar, este mes de octubre, por las autoridades israelíes. El lugar ya ha sido declarado por israel zona militar cerrada y para Alemania y resto de países europeos firmantes, de ejecutarse la demolición, se pondría en peligro la solución de los dos estados, por la que Merkel abogó este jueves en Jerusalén.
La Ministra de Cultura y Deportes israelí, Miri Regev sugirió a la canciller alemana en una radio israelí “que se ocupe los problemas domésticos de su país”. El revuelo llevó a Merkel a desmentir públicamente que se hubiese planteado anular su visita. “Es cierto que a veces he hecho observaciones críticas al gobierno israelí, pero esa decisión le corresponde únicamente a Israel (...) En ningún momento el viaje ha estado comprometido”, zanjó Merkel durante la entrega de su tercer doctorado honorífico en Israel. Un gesto agradecido por Netanyahu que calificó el rumor de “fake news” (noticia falsa).
A pesar de que desde ambos gobiernos públicamente remarcan que es más lo que les une que lo que les separa, todo indica que atrás quedaron los discursos de apoyo sin fisuras, como el que pronunció Merkel en la Knesset (parlamento israelí), en el año 2008, con motivo del 60 aniversario de la creación del estado hebreo, en el que destacó la “especial y única” relación entre ambos países. Un discurso que Netanyahu se ocupó de recordarle a Merkel, este jueves, en varias ocasiones.
Lourdes Baeza
Jerusalén, El País
La canciller alemana Angela Merkel, concluyó este jueves una visita relámpago a Israel de apenas 24 horas, en la que además de destacar la creciente cooperación con el Estado hebreo en diferentes campos, también puso de manifiesto que existen diferencias por salvar. “Estamos de acuerdo en muchas cosas y en desacuerdo en otras, las menos”, aseguró el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu.
Frente al discurso inicial, sin salirse del guión, del líder israelí, centrado en destacar que lo que marcaba esta visita era la cooperación en tecnología e innovación, Merkel dijo estar preocupada por la expansión de los asentamientos “que dificultan la solución dos Estados” y por el respeto a los derechos de las minorías en un estado que se define como judío. Algo que sonó a reproche -por la aprobación del controvertido borrador que consagra a Israel como el “Estado nación judío”- y a lo que Netanyahu respondió, con una media sonrisa, que Israel “es el único Estado en Oriente Medio que garantiza los derechos de las minorías”.
Merkel -en cuya apretada agenda no estaba acudir a Ramala ni entrevistarse con los dirigentes palestinos- anunció que tras el encuentro con Netanyahu llamaría al presidente palestino, Mahmud Abbas, para hacerle varias preguntas sobre el conflicto, que la líder alemana no quiso desvelar. “Hamas ataca a Israel porque Abbas asfixia a Gaza” le aseguró Netanyahu.
Tanto Merkel como Bibi coincidieron en la urgencia de evitar que Irán se convierta en una potencia nuclear, aunque difieren en los métodos para lograr ese objetivo. También compartieron la necesidad de poner más medios para luchar contra el antisemitismo. Alemania, reconoció Merkel en el Museo del Holocausto Judío (Yad Vashem), tiene la “responsabilidad perpetua” de combatir el antisemitismo y recordar la tragedia de la Shoa (Holocausto), pero también de respaldar “valores como la libertad y la democracia”. Fue una jornada de elogios, a la sombra de críticas veladas, que sugieren que la relación entre Israel y su mejor aliado europeo se ha deteriorado notablemente en los últimos años.
En Israel no gustó que Alemania apoyase el acuerdo nuclear alcanzado en 2015 con Irán bajo los auspicios de la Administración del expresidente norteamericano, Barak Obama. Tampoco sentó bien que Berlín abogase por el diálogo y por buscar alternativas después de que el nuevo mandatario estadounidense, Donald Trump, decidiera romper el pacto con Irán y levantar de nuevo las sanciones contra Teherán, una medida que ha sido muy aplaudida por Israel.
Alemania sigue siendo un socio estratégico de Israel, como reconoció este jueves el presidente Rivlin, y comprometido con su defensa. A pesar de firmar en 2017 el memorando por el que el gobierno de Merkel proporcionará tres submarinos Dolphin, con capacidad nuclear, el año pasado ambos socios escenificaron desencuentros que hicieron tambalear esa “relación especial”. En enero desde el ministerio de Asuntos Exteriores germano se dudó sobre la voluntad de Netanyahu de implementar la solución dos estados en el conflicto con los palestinos. En febrero Merkel anuló, por “razones técnicas” el tradicional encuentro bilateral entre ambos Gobiernos, y en diciembre se sumó a la ola de críticas a la política pro israelí de Trump.
El Gobierno de Netanyahu tampoco vio con buenos ojos que, en diciembre del año pasado, Alemania votase en la ONU a favor de condenar la decisión del presidente norteamericano de reconocer Jerusalén como capital de Israel y trasladar la embajada estadounidense desde Tel Aviv a la Ciudad Santa. Un agravio más: el Gobierno de Merkel suscribió en septiembre junto con España, Francia, Italia y el Reino Unido un documento por el que expresa su preocupación por el futuro del poblado beduino palestino de Khan al-Ahmar y le pide al Ejecutivo de Netanyahu que no siga adelante con los planes de demolición de la aldea.
Precisamente antes de la llegada de Merkel a Israel, la noche del miércoles, varios diarios locales publicaron que la canciller había amenazado con cancelar su viaje si el gobierno hebreo ejecutaba el fallo de la Corte Suprema Israelí que, el mes pasado, declaró ilegal el poblado beduino. La decisión del tribunal abrió la puerta a la destrucción de Khan al-Ahmar, este mes de octubre, por las autoridades israelíes. El lugar ya ha sido declarado por israel zona militar cerrada y para Alemania y resto de países europeos firmantes, de ejecutarse la demolición, se pondría en peligro la solución de los dos estados, por la que Merkel abogó este jueves en Jerusalén.
La Ministra de Cultura y Deportes israelí, Miri Regev sugirió a la canciller alemana en una radio israelí “que se ocupe los problemas domésticos de su país”. El revuelo llevó a Merkel a desmentir públicamente que se hubiese planteado anular su visita. “Es cierto que a veces he hecho observaciones críticas al gobierno israelí, pero esa decisión le corresponde únicamente a Israel (...) En ningún momento el viaje ha estado comprometido”, zanjó Merkel durante la entrega de su tercer doctorado honorífico en Israel. Un gesto agradecido por Netanyahu que calificó el rumor de “fake news” (noticia falsa).
A pesar de que desde ambos gobiernos públicamente remarcan que es más lo que les une que lo que les separa, todo indica que atrás quedaron los discursos de apoyo sin fisuras, como el que pronunció Merkel en la Knesset (parlamento israelí), en el año 2008, con motivo del 60 aniversario de la creación del estado hebreo, en el que destacó la “especial y única” relación entre ambos países. Un discurso que Netanyahu se ocupó de recordarle a Merkel, este jueves, en varias ocasiones.