Más de 100 terroristas vuelven a las calles de Europa y ponen en alerta a las agencias de inteligencia

Antes de fin de año, serán liberados decenas de extremistas islámicos que cumplieron condena en Gran Bretaña, Francia y Bélgica. Expertos advierten que muchos no se han rehabilitado y no se les podrá hacer una vigilancia permanente

Gustavo Sierra
Especial para Infobae America
Antes que termine el 2018, más de 80 terroristas que están cumpliendo condena en Gran Bretaña serán liberados. El 40% de las sentencias por delitos de terrorismo dictadas en los últimos 10 años por los tribunales ingleses llegan a su término en los próximos tres meses. Bajo las reglas de libertad condicional británicas, los presos que cumplen penas de prisión fijas normalmente son liberados automáticamente en la mitad de su sentencia y pasan a un sistema de "libertad vigilada" muy laxa. Según datos oficiales publicados por el diario The Guardian, casi la mitad de los 193 presos condenados por delitos de terrorismo entre 2007 y 2016, quedarán en libertad para fines de 2018. Otros 23, saldrán durante 2019. Y no es sólo en el Reino Unido.


También ya cumplieron sus sentencias unos 30 terroristas que saldrán a las calles de Bélgica y Francia en los próximos días. A los que hay que sumar varias personas que se radicalizaron en las cárceles y fueron liberadas en los últimos meses.

Europa vive aterrada esta situación inédita de extremistas islámicos sueltos y dispuestos a concluir la horrorosa tarea que ya los llevó a la cárcel.

Entre los que pueden salir en libertad condicional se encuentra el predicador islamista Anjem Choudary, quien estuvo cinco años y medio preso. Al menos 22 de sus seguidores también fueron liberados en el último año y medio y se espera que otros cinco salgan antes de marzo del 2019. Choudary fue el líder del grupo terrorista Al-Muhajiroun, responsable, entre otros atentados, del ataque del Puente de Londres en el que fueron asesinados ocho transeúntes inocentes y heridos otros 50 en junio del año pasado. De esa masacre participó Khuram Butt, un hombre muy cercano a Choudary. Otros discípulos fueron Michael Adebolajo y Michael Adebowale, que asesinaron al oficial Lee Rigby, en las afueras del cuartel de la Royal Artillery en el barrio londinense de Woolwich. Chris Phillips, ex jefe de la Oficina Nacional de Seguridad contra el Terrorismo, dijo al Sunday Telegraph: "Estas personas son sangrientas. No creo que estén rehabilitadas para nada. Están preparadas para volver a atacar en cualquier momento".

El propio ministro del Interior británico, Sajid Javid, un ex director del Deutsche Bank, admitió la gravedad de la situación y la extendió a los grupos de ultraderecha. También serán liberados en los próximos meses varios líderes neonazis británicos. "La mayor amenaza proviene del terrorismo islamista, particularmente el ISIS. Pero no solo de ese sector. El terrorismo de extrema derecha es también una amenaza creciente. ISIS y la extrema derecha son más parecidos de lo que aparentan. Ambos explotan el odio, distorsionan la verdad y socavan los valores que nos mantienen unidos. No vamos a dejar a ningún terrorista de ningún signo sin vigilar más allá de que ya hayan cumplido sentencias". Pero ésta no es una tarea tan sencilla como la presenta el ministro.

Richard Walton, quien fue jefe del comando antiterrorista de Scotland Yard entre el 2011 y 2016, explicó que todos los liberados pasarán a integrar el denominado "grupo de riesgos preocupante". Estas personas son vigiladas permanentemente por la policía y el MI5, el servicio secreto. "No se puede evaluar fehacientemente si estos individuos salen para volver a atacar. Lo sospechamos pero no podemos hacer nada concreto hasta que no cometan otro delito. Y sabemos que en estos casos estas personas "descansan" por un tiempo porque saben que habrá una gran atención sobre ellos después de su liberación".

En Francia unos 450 presos que han cumplido penas por terrorismo yihadista o condenados por otros delitos que, además, están fichados por radicalismo islámico, ya fueron liberados desde el 2001. La ministro francesa de Justicia, Nicole Belloubet, informó que aún permanecen en las cárceles unos 500 internos por terrorismo islámico y, de ese grupo, saldrán en libertad unos 20 antes de fin de año y otros 30 en los primeros meses de 2019.

A esos se añadirán otros 400 identificados por su radicalismo que están en prisión por delitos comunes, de un total de 1.200 en los centros penitenciarios con una condena más larga. Belloubet insistió en que el gobierno de Emmanuel Macron está movilizado para el monitoreo de esas personas ante el riesgo de reincidencia una vez en libertad. "Anticipamos su salida y les seguimos de forma extremadamente precisa. Los seguimos paso a paso", aseguró.

Pero un alto responsable francés de la lucha antiterrorista citado por el diario Le Parisien advirtió que vigilar permanentemente a todos los sospechosos de jihadismo está fuera del alcance de cualquier unidad de inteligencia del mundo. "Para la vigilancia efectiva de un sospechoso 24 horas al día se necesitan entre 20 y 30 policías. Hagan el cálculo", desafió.

El gobierno del presidente Emmanuel Macron aclaró que los terroristas que van a ser liberados no son autores de atentados, ya que la gran mayoría de éstos están todavía en espera de juicio. Los excarcelados cumplieron penas, sobre todo, por haber formado parte de redes de envío de combatientes a territorios que estaban controlados por grupos jihadistas en Siria e Irak. Y aunque muchos, después de años encarcelados y de haber participado en programas de desradicalización puedan haber dejado el extremismo, hay casos muy presentes de los que salieron de prisión para volver a atacar. Es el caso de Cherif Kouachi, autor, con su hermano Said, del ataque contra el semanario Charlie Hebdo, que dejó 12 muertos en enero de 2015.

Cherif había estado en la cárcel entre 2005 y 2006 por pertenecer a un grupo extremista. Había sido apresado cuando se disponía a viajar a Irak para recibir instrucción militar. Fue condenado en 2008, pero quedó en libertad condicional. Era vigilado por los servicios de seguridad y durante varios años estuvo sometido a escuchas telefónicas pero nunca encontraron nada peligroso. Después se supo que para despistar a la policía, los hermanos usaban los teléfonos de sus parejas. Lograron salir del radar de los investigadores hasta la mañana del 7 de enero de 2015, cuando armados con fusiles Kalashnikov dispararon contra los integrantes de la redacción del satírico Charlie Hebdo.

Yves Trotignon, ex analista antiterrorista del DGSE, el servicio de inteligencia exterior francés, asegura que la única manera de monitorear efectivamente a los terroristas liberados es confeccionando un exhaustivo diagrama de sus relaciones y movimiento. "¿Quién se reúne con quién? ¿Quién llama a quien? ¿Quién dice qué? ¿Quién recibe qué SMS? Y tratar de conectar toda esa información. Sabemos que están en contacto permanentemente y sólo tenemos que conectar los cabos sueltos", explica Trotignon.

"Rara vez uno sale de prisión mejor que como entró", dice por su parte Alain Grignard, experto en islamismo de la Universidad de Lieja, en Bélgica. "Sabemos que la prisión es la escuela del crimen, y lo es también de la yihad. Es el lugar donde quienes son un poco tibios se radicalizan, ahí es donde van a aprender cosas de los antiguos detenidos", asegura. Según Grignard, antes de la ola de atentados de Bruselas, en marzo de 2016, se dictaron entre 150 y 200 condenas. "Esta gente está marcada a fuego, y algunos de ellos están a punto de salir", agrega. Las autoridades belgas ya anunciaron que liberarán a unos 30 extremistas antes de fines de 2019.

Khalid Masood, el atacante de Westminster, se encuentra entre los extremistas que se radicalizaron en la cárcel. Masood, de 52 años, fue quien lanzó su auto contra los peatones en el puente de Westminster, matando a cinco de ellos. Luego, intentó entrar en el Parlamento y apuñaló a un oficial de policía. Le dispararon y murió en el lugar. También fue adoctrinado en una prisión Omar el-Hussein, quien mató a dos personas e hirió a otras cinco en Copenhague apenas dos semanas después de haber sido liberado. Y el atacante del museo judío en Bruselas, Mehdi Nemmouche, se radicalizó en una prisión francesa.

En varios países europeos se usa un método de prevención diseñado por agentes británicos para intentar "recuperar" a los extremistas encarcelados denominado "Prevent". Establecen relaciones con grupos de la sociedad civil, financian actividades deportivas, foros de desarrollo de liderazgo, discusiones sobre temas de actualidad y actividades para impulsar el compromiso comunitario en la lucha contra el jihadismo.

También hay "mentores" que acompañan y aconsejan a los jóvenes liberados. En Estados Unidos funciona un sistema similar que fue puesto en práctica con Abdullahi Yusuf, un residente legal de Minnesota al que lo atraparon cuando estaba por unirse al ISIS. Después de cooperar con las autoridades y participar en un programa de desradicalización, Yusuf fue condenado en 2016 a 20 años de libertad supervisada. El joven de origen somalí tuvo que volver a presentarse ante la corte en mayo de 2017 por violar esa libertad condicional. Lo descubrieron viendo en Internet videos que publicaba el ISIS. El juez lo envió nuevamente a cumplir con el programa de desradicalización y le prohibió el acceso a Internet. Desde entonces, no volvió a cometer ninguna falta y se lo considera un caso exitoso en el combate contra el extremismo. Pero es un caso aislado.

En 2015, Francia inició su propio programa piloto de desradicalización que incluye el seguimiento a los convictos que completaron sus sentencias por parte de sicólogos y educadores. Unas 30 personas ya completaron el curso que puede durar entre seis meses y dos años. En febrero, el primer ministro Edouard Philippe presentó un nuevo plan de 60 puntos para combatir el extremismo islámico que incluye nuevos centros de desradicalización, borrado inmediato de la propaganda en la red y separación de los presos extremistas de la población general de la prisión para evitar que radicalicen a otros. Arabia Saudita también atiende a los ex prisioneros extremistas en su Centro de Asesoría y Atención Príncipe Mohammed Bin Naif, que asegura haber logrado una tasa de éxito del 86% entre los 3.300 ex jihadistas que completaron el programa. Otro 12% volvieron a tomar las armas. El ex detenido en Guantánamo, Said al-Shihri, se graduó del programa y luego se convirtió en cofundador de la red al-Qaeda en la Península Arábiga.

En tanto, hayan o no asistido a los programas de desradicalización, más de cien extremistas islámicos volverán en los próximos días a las calles de Europa. Es probable que muchos de ellos decidan tener una vida alejada del terrorismo. Pero otros, ya se sabe que van a volver a intentar matar en nombre de Dios. Son una bomba de tiempo caminando.

Entradas populares