“La política está haciendo que el racismo pase a ser ideológico”
El autor define ese flagelo como el miedo al otro. Explica que se trata de “una hostilidad y aversión hacia el otro”. Teme que en el proceso electoral en curso “la carga de racialización” en las campañas sea “muy pesada”.
Pablo Peralta / La Paz
Rafael Loayza, coordinador del estudio Las caras y taras del racismo, sostiene que la política está generando que el racismo pase de ser ideológico. El autor teme que en el proceso electoral en curso “la carga de racialización” en las campañas sea “muy pesada”
El texto se presenta hoy, a las 18:00, en el Paraninfo de la Universidad Católica Boliviana.
¿Cómo definiría el racismo
Es el miedo al otro. Es una hostilidad y aversión hacia el otro y hacia las características que uno percibe que el otro tiene.
¿En tiempos de Evo y hasta con una ley, cómo está el racismo
El racismo está peor que nunca y justamente hicimos una investigación que consta de una encuesta en toda el área metropolitana de La Paz, El Alto, y es un trabajo que más o menos tomó dos años.
¿En qué consiste el estudio
Es una investigación profunda sobre el racismo en la interacción pública cotidiana y cómo éste trasciende también a niveles de la política. Hicimos una encuesta gigante, ocho grupos focales, entrevistas en profundidad y se ha producido un trabajo que se llama Las caras y taras del racismo.
¿Cuáles son las conclusiones centrales del trabajo
Una de las más importantes es que estamos pasando de un racismo de comportamiento a un racismo ideológico. Estamos pasando de unas relaciones raciales donde había un racismo primario, un racismo que era irreflexivo y era irracional, a un racismo que es reflexivo y es racional, que está justificado a través de la política.
¿Cómo detectaron aquello
Hemos medido cómo las comunidades se diferencian y cómo se autoafirman y se personifican y las distinciones primordiales son que en La Paz hay dos comunidades, divididas casi equivalentemente: el 45,5% de las personas se autoafirma como aymara y el 46% se autoafirma como que no es de ninguna etnicidad. Esto significa que hay una comunidad de personas que creen que tienen un ascendiente étnico y otra comunidad que niega tener ese ascendiente.
Si bien las dos tienen autoafirmaciones que pueden explorar el ascendiente cultural, los que no tienen una autoafirmación étnica, los que se reconocen como “ningunos”, sienten que el Estado los ignora de las prerrogativas de bienestar, que no están incluidos en las políticas públicas y que no están tomados en cuenta en la Constitución. Entre las 36 naciones que conforman el Estado Plurinacional no hay denominativo para la comunidad de ascendiente castellano hablante y estas personas sienten que fueron dejadas de lado por el Estado. Al sentirse los “ninguno”, empezaron a meditar su identidad en términos políticos.
¿Cómo se expresó aquello electoralmente
Desde 2005 hay una correlación entre “yo me siento aymara, yo voto por Evo”. 8,5 de cada 10 aymaras votaron por Evo en todas las elecciones. Ahora, 9 de cada 10 que no se reconocen en ninguna de las etniticidades votan contra él.
¿Cómo detectaron aquello
Agarramos la autoidentificación del censo de 2001 y del censo de 2012 y hemos sobrepuesto a todos los procesos electorales en la cartografía del censo sobre la geografía electoral. Entonces, por ejemplo, en Ancoraimes el 97% se autoidentifica como aymara y hay 98% de voto por Evo.
Se juntan en una base de datos esas dos y se sacan indicadores de correlación, para ver en qué medida un factor determina al otro y ahí hemos sacado que existe 8,6% de quechuas que votan por Evo en todas las circunstancias y nueve de cada 10 aymaras que votan por el Evo en todas las circunstancias.
Entonces esa comunidad étnica estaba politizada desde 2005; ahora se ha politizado la otra, que no tiene ascendiente étnico y que siente que el Estado no lo reconoce, y eso significa que nueve de cada 10 personas que dicen “yo no soy aymara, no soy quechua, soy Ninguno” votan en contra del Evo.
Y para medir eso hemos visto cómo todos los otros aspectos de su vida también están racializados. Les preguntamos a los paceños: “¿cómo crees que te ven”. Los de ascendiente español dicen: “Me ven como q’ara, como jailón”; a los aymaras les hemos preguntado: “¿Cómo los otros te ven”. “Me ven como indio, me ven como t’ara”.
Después preguntamos: “¿cómo te perciben en tu actividad económica”. Los “ninguno” decían: “a mí me ven el empresario, como el propietario”. Los aymaras decían: “a mí me ven como el empleado”.
Desde el trabajo hasta la fiesta, desde el voto hasta el lugar donde tú te atiendes, todo eso está segmentado y racializado.
La poscolonialidad de Bolivia ha hecho que haya este problema de racismo, pero la política está haciendo que el racismo pase de ser primario a ideológico, de espontáneo y emocional a racional y meditado. Cuando el Vicepresidente dice: “si no entra el Evo en la papeleta puro q’aras vamos a tener”, o cuando Huanacuni decía: “en las próximas elecciones van a volver los blancos, los que nos han oprimido”, empiezan a racializar el voto, porque en la racialización vas a tener segmentos que se comportan de una manera más dócil con la propuesta política que crítica; y los que están al medio, ese 10%, están empezando a ser irrelevantes.
Tememos que en esta elección va a ser tan pesada la carga de racialización que las campañas se van a hacer en función de “eres indígena, votas por Evo”; “eres no indígena, votas contra él”.
¿Cuál es el punto de inflexión
Entre 2001 y 2012. En 2001, en el censo tú tenías que el 62% se autoidentificaba étnicamente. Y Evo en la siguiente elección (2005) saca 54% y luego 64%... Haces la correlación y resulta que nueve de cada 10, ocho de cada 10 indígenas, votan siempre por Evo.
Pero de pronto, y ese es otro dato que aparece en el libro, en el censo de 2012 ese 62% disminuye a 42%. O sea dos millones de bolivianos dejan de autoidentificarse étnicamente. Ves las encuestas y esa baja que ha tenido la autoidentificación étnica, está tocando el electorado que tiene el MAS.
Una hipótesis que trabajamos es que estas clases emergentes que ascendieron producto de la economía informal en los últimos 30 años, indígenas que han dejado de ser pobres y engrosan la clase media, han iniciado un proceso de secularización de su identidad y decidieron abandonar sus raíces aymaras e integrarse a las ciudades y a la par de que están secularizando su identidad étnica, están abandonando políticamente a Evo.
HOJA DE VIDA
CargoRafael Loayza es director de la carrera de Comunicación Social de la Universidad Católica Boliviana en la ciudad de La Paz.
Estudios Es licenciado en Comunicación Social por la UCB. También es máster en Teoría Social y de la Cultura por la Universidad de Bristol, en Inglaterra.
Pablo Peralta / La Paz
Rafael Loayza, coordinador del estudio Las caras y taras del racismo, sostiene que la política está generando que el racismo pase de ser ideológico. El autor teme que en el proceso electoral en curso “la carga de racialización” en las campañas sea “muy pesada”
El texto se presenta hoy, a las 18:00, en el Paraninfo de la Universidad Católica Boliviana.
¿Cómo definiría el racismo
Es el miedo al otro. Es una hostilidad y aversión hacia el otro y hacia las características que uno percibe que el otro tiene.
¿En tiempos de Evo y hasta con una ley, cómo está el racismo
El racismo está peor que nunca y justamente hicimos una investigación que consta de una encuesta en toda el área metropolitana de La Paz, El Alto, y es un trabajo que más o menos tomó dos años.
¿En qué consiste el estudio
Es una investigación profunda sobre el racismo en la interacción pública cotidiana y cómo éste trasciende también a niveles de la política. Hicimos una encuesta gigante, ocho grupos focales, entrevistas en profundidad y se ha producido un trabajo que se llama Las caras y taras del racismo.
¿Cuáles son las conclusiones centrales del trabajo
Una de las más importantes es que estamos pasando de un racismo de comportamiento a un racismo ideológico. Estamos pasando de unas relaciones raciales donde había un racismo primario, un racismo que era irreflexivo y era irracional, a un racismo que es reflexivo y es racional, que está justificado a través de la política.
¿Cómo detectaron aquello
Hemos medido cómo las comunidades se diferencian y cómo se autoafirman y se personifican y las distinciones primordiales son que en La Paz hay dos comunidades, divididas casi equivalentemente: el 45,5% de las personas se autoafirma como aymara y el 46% se autoafirma como que no es de ninguna etnicidad. Esto significa que hay una comunidad de personas que creen que tienen un ascendiente étnico y otra comunidad que niega tener ese ascendiente.
Si bien las dos tienen autoafirmaciones que pueden explorar el ascendiente cultural, los que no tienen una autoafirmación étnica, los que se reconocen como “ningunos”, sienten que el Estado los ignora de las prerrogativas de bienestar, que no están incluidos en las políticas públicas y que no están tomados en cuenta en la Constitución. Entre las 36 naciones que conforman el Estado Plurinacional no hay denominativo para la comunidad de ascendiente castellano hablante y estas personas sienten que fueron dejadas de lado por el Estado. Al sentirse los “ninguno”, empezaron a meditar su identidad en términos políticos.
¿Cómo se expresó aquello electoralmente
Desde 2005 hay una correlación entre “yo me siento aymara, yo voto por Evo”. 8,5 de cada 10 aymaras votaron por Evo en todas las elecciones. Ahora, 9 de cada 10 que no se reconocen en ninguna de las etniticidades votan contra él.
¿Cómo detectaron aquello
Agarramos la autoidentificación del censo de 2001 y del censo de 2012 y hemos sobrepuesto a todos los procesos electorales en la cartografía del censo sobre la geografía electoral. Entonces, por ejemplo, en Ancoraimes el 97% se autoidentifica como aymara y hay 98% de voto por Evo.
Se juntan en una base de datos esas dos y se sacan indicadores de correlación, para ver en qué medida un factor determina al otro y ahí hemos sacado que existe 8,6% de quechuas que votan por Evo en todas las circunstancias y nueve de cada 10 aymaras que votan por el Evo en todas las circunstancias.
Entonces esa comunidad étnica estaba politizada desde 2005; ahora se ha politizado la otra, que no tiene ascendiente étnico y que siente que el Estado no lo reconoce, y eso significa que nueve de cada 10 personas que dicen “yo no soy aymara, no soy quechua, soy Ninguno” votan en contra del Evo.
Y para medir eso hemos visto cómo todos los otros aspectos de su vida también están racializados. Les preguntamos a los paceños: “¿cómo crees que te ven”. Los de ascendiente español dicen: “Me ven como q’ara, como jailón”; a los aymaras les hemos preguntado: “¿Cómo los otros te ven”. “Me ven como indio, me ven como t’ara”.
Después preguntamos: “¿cómo te perciben en tu actividad económica”. Los “ninguno” decían: “a mí me ven el empresario, como el propietario”. Los aymaras decían: “a mí me ven como el empleado”.
Desde el trabajo hasta la fiesta, desde el voto hasta el lugar donde tú te atiendes, todo eso está segmentado y racializado.
La poscolonialidad de Bolivia ha hecho que haya este problema de racismo, pero la política está haciendo que el racismo pase de ser primario a ideológico, de espontáneo y emocional a racional y meditado. Cuando el Vicepresidente dice: “si no entra el Evo en la papeleta puro q’aras vamos a tener”, o cuando Huanacuni decía: “en las próximas elecciones van a volver los blancos, los que nos han oprimido”, empiezan a racializar el voto, porque en la racialización vas a tener segmentos que se comportan de una manera más dócil con la propuesta política que crítica; y los que están al medio, ese 10%, están empezando a ser irrelevantes.
Tememos que en esta elección va a ser tan pesada la carga de racialización que las campañas se van a hacer en función de “eres indígena, votas por Evo”; “eres no indígena, votas contra él”.
¿Cuál es el punto de inflexión
Entre 2001 y 2012. En 2001, en el censo tú tenías que el 62% se autoidentificaba étnicamente. Y Evo en la siguiente elección (2005) saca 54% y luego 64%... Haces la correlación y resulta que nueve de cada 10, ocho de cada 10 indígenas, votan siempre por Evo.
Pero de pronto, y ese es otro dato que aparece en el libro, en el censo de 2012 ese 62% disminuye a 42%. O sea dos millones de bolivianos dejan de autoidentificarse étnicamente. Ves las encuestas y esa baja que ha tenido la autoidentificación étnica, está tocando el electorado que tiene el MAS.
Una hipótesis que trabajamos es que estas clases emergentes que ascendieron producto de la economía informal en los últimos 30 años, indígenas que han dejado de ser pobres y engrosan la clase media, han iniciado un proceso de secularización de su identidad y decidieron abandonar sus raíces aymaras e integrarse a las ciudades y a la par de que están secularizando su identidad étnica, están abandonando políticamente a Evo.
HOJA DE VIDA
CargoRafael Loayza es director de la carrera de Comunicación Social de la Universidad Católica Boliviana en la ciudad de La Paz.
Estudios Es licenciado en Comunicación Social por la UCB. También es máster en Teoría Social y de la Cultura por la Universidad de Bristol, en Inglaterra.