La mutación de Hezbolá que inquieta a Israel
La experiencia militar en Siria y la compra de nuevas armas hacen de la milicia una amenaza mayor que en la guerra de 2006
Natalia Sancha
Beirut, El País
Conforme la guerra en Siria se acerca a su final, Hezbolá anuncia que vuelve a enfocarse en el frente sur, retornando a su lucha original contra Israel. La semana pasada, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, acusó a Hezbolá de mantener depósitos de armas en Beirut, provocando el temor entre la población libanesa de un posible ataque contra la capital. En el plano militar, los más de siete años de guerra siria han supuesto una profunda mutación para el brazo armado de la milicia libanesa chií Hezbolá, sobre todo desde la última que libró con Israel en 2006. Se calculan en 10.000 los combatientes que han rotado en el campo de batalla sirio. A nivel operacional, la milicia ha pasado de una posición defensiva en su lucha contra el Ejército hebreo, a diseñar ofensivas contra insurrectos y yihadistas en el campo de batalla sirio. Un giro que transforma drásticamente las reglas de confrontación de todo futuro conflicto entre Hezbolá e Israel.
“Hezbolá tiene hoy la capacidad de llevar a cabo ataques y capturas en las colonias israelíes del norte [de la frontera israelí con Líbano]”, valora en una entrevista telefónica Mohanad Hage Ali, director de comunicaciones del centro de estudios Carnegie de Beirut y autor del libro: Nacionalismo, transnacionalismo e islam político: la identidad institucional de Hezbolá. Un futuro enfrentamiento con el Ejército israelí se vería “ampliado en el marco regional” ha advertido el secretario general del partido, Hasán Nasralá, con la expansión del frente desde Líbano a Irak pasando por Siria.
En Siria, la milicia no solo ha adquirido nuevas técnicas de combate en zonas geográficas diversas, sino que ha coordinado en tierra operaciones con otras milicias y con ejércitos convencionales como el sirio y el ruso, así como con sus aviaciones. Las adquisiciones de armas de precisión y la incorporación de drones en sus operaciones han transformado las reglas de confrontación con Israel, hasta ayer dictadas por las distancias geográficas y la superioridad aérea israelí.
“Los misiles son de largo alcance y suponen un verdadero cambio puesto que pueden alterar su curso en marcha, algo que está obligando a Israel a actualizar su sistema de defensa”, advierte el experto militar sirio Mohamed S. Alftayeh. “Ahora pueden atacar objetivos militares vitales israelíes desde el interior de Líbano”, acota. Los expertos aseguran que Hezbolá ha recuperado su capacidad armamentística previa a 2006, contando con un arsenal de entre 100.000 y 120.000 cohetes de corto alcance y varios cientos de largo alcance.
Una de las ventajas que ha convertido a Hezbolá en un aliado vital para Damasco ha sido su flexibilidad a la hora de desplegar y replegar sus efectivos a través de la frontera entre Líbano y Siria. “Con menos frentes activos es natural que reduzcamos nuestros combatientes en Siria”, cuenta en la periferia de Beirut y desde el anonimato un responsable del brazo político de Hezbolá. En cuanto a las informaciones que apuntan a un repliegue de la milicia del sur de Siria tras los ataques israelíes, este asegura que los milicianos “se han invisibilizado retirando sus insignias”, pero que “seguirán en sus puestos mientras el liderazgo sirio requiera su presencia”.
El líder de Hezbolá, Hasan Nasralá, ha reiterado que sus hombres se quedarán en Siria incluso después del acuerdo que ha paralizado la ofensiva contra el último feudo insurrecto en el país, la provincia de Idlib. Las sanciones impuestas por EE UU a Irán también están haciendo mella en las arcas de la milicia que según los expertos recibe anualmente entre 100 y 200 millones de dólares (entre 87 y 175 millones de euros) de Teherán.
El fervor religioso parece paliar unos sueldos que no superan los 860 euros mensuales por combatiente, menos de lo que gana un taxista en Beirut. Estado dentro del Estado, Hezbolá se enfrenta también al elevado coste social heredado por su injerencia en Siria donde han caído 2.000 combatientes: desde las pensiones de las viudas a los colegios de los huérfanos pasando por los tratamientos médicos de los heridos.
Un miliciano de Hezbolá, en Siria, cerca de la frontera con Líbano, en 2017. ampliar foto
Un miliciano de Hezbolá, en Siria, cerca de la frontera con Líbano, en 2017. LOUAI BESHARA AFP
Si bien el mayor quebradero de cabeza para Hezbolá sigue radicando en evitar que el Ejército libanés se convierta en el único garante de las fronteras en detrimento de la milicia. Para ello, ha sabido infiltrar a sus hombres dentro del aparato de seguridad nacional libanés. Mientras, Israel advierte de que esta fusión convierte al Ejército libanés en corresponsable de los actos de Hezbolá y a sus soldados en objetivo de futuros ataques.
En contrapartida, el caos generado durante la contienda siria, donde interfieren media docena de actores regionales e internacionales, ha permitido a Israel incrementar sus ofensivas aéreas contra objetivos iraníes y de Hezbolá en suelo sirio con relativa impunidad. El aliado ruso se ha mantenido neutral en esta guerra paralela en la que el Ejército israelí asegura haber realizado más de 200 ataques en los últimos 18 meses.
Conforme Hezbolá amplía a 13 el número de bases militares que ha levantado en Siria, según el cálculo del experto sirio Nawar Oliver, del Centro de Estudios Estratégicos Omran, la milicia se resiente de la pérdida de varios de sus pesos pesados como el máximo responsable militar en Siria, el comandante Mustafa Badreddine o más recientemente el general Aziz Asbar, jefe científico del programa de armas químicas del Gobierno sirio, ejecutado por el Mosad. “La precisión de estos asesinatos selectivos refleja también la expansión del Mosad —espionaje israelí— en Siria donde el caos bélico y la penuria económica la hacen tierra fértil para reclutar informantes”, concluye un miembro de la inteligencia militar libanesa en Beirut.
Natalia Sancha
Beirut, El País
Conforme la guerra en Siria se acerca a su final, Hezbolá anuncia que vuelve a enfocarse en el frente sur, retornando a su lucha original contra Israel. La semana pasada, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, acusó a Hezbolá de mantener depósitos de armas en Beirut, provocando el temor entre la población libanesa de un posible ataque contra la capital. En el plano militar, los más de siete años de guerra siria han supuesto una profunda mutación para el brazo armado de la milicia libanesa chií Hezbolá, sobre todo desde la última que libró con Israel en 2006. Se calculan en 10.000 los combatientes que han rotado en el campo de batalla sirio. A nivel operacional, la milicia ha pasado de una posición defensiva en su lucha contra el Ejército hebreo, a diseñar ofensivas contra insurrectos y yihadistas en el campo de batalla sirio. Un giro que transforma drásticamente las reglas de confrontación de todo futuro conflicto entre Hezbolá e Israel.
“Hezbolá tiene hoy la capacidad de llevar a cabo ataques y capturas en las colonias israelíes del norte [de la frontera israelí con Líbano]”, valora en una entrevista telefónica Mohanad Hage Ali, director de comunicaciones del centro de estudios Carnegie de Beirut y autor del libro: Nacionalismo, transnacionalismo e islam político: la identidad institucional de Hezbolá. Un futuro enfrentamiento con el Ejército israelí se vería “ampliado en el marco regional” ha advertido el secretario general del partido, Hasán Nasralá, con la expansión del frente desde Líbano a Irak pasando por Siria.
En Siria, la milicia no solo ha adquirido nuevas técnicas de combate en zonas geográficas diversas, sino que ha coordinado en tierra operaciones con otras milicias y con ejércitos convencionales como el sirio y el ruso, así como con sus aviaciones. Las adquisiciones de armas de precisión y la incorporación de drones en sus operaciones han transformado las reglas de confrontación con Israel, hasta ayer dictadas por las distancias geográficas y la superioridad aérea israelí.
“Los misiles son de largo alcance y suponen un verdadero cambio puesto que pueden alterar su curso en marcha, algo que está obligando a Israel a actualizar su sistema de defensa”, advierte el experto militar sirio Mohamed S. Alftayeh. “Ahora pueden atacar objetivos militares vitales israelíes desde el interior de Líbano”, acota. Los expertos aseguran que Hezbolá ha recuperado su capacidad armamentística previa a 2006, contando con un arsenal de entre 100.000 y 120.000 cohetes de corto alcance y varios cientos de largo alcance.
Una de las ventajas que ha convertido a Hezbolá en un aliado vital para Damasco ha sido su flexibilidad a la hora de desplegar y replegar sus efectivos a través de la frontera entre Líbano y Siria. “Con menos frentes activos es natural que reduzcamos nuestros combatientes en Siria”, cuenta en la periferia de Beirut y desde el anonimato un responsable del brazo político de Hezbolá. En cuanto a las informaciones que apuntan a un repliegue de la milicia del sur de Siria tras los ataques israelíes, este asegura que los milicianos “se han invisibilizado retirando sus insignias”, pero que “seguirán en sus puestos mientras el liderazgo sirio requiera su presencia”.
El líder de Hezbolá, Hasan Nasralá, ha reiterado que sus hombres se quedarán en Siria incluso después del acuerdo que ha paralizado la ofensiva contra el último feudo insurrecto en el país, la provincia de Idlib. Las sanciones impuestas por EE UU a Irán también están haciendo mella en las arcas de la milicia que según los expertos recibe anualmente entre 100 y 200 millones de dólares (entre 87 y 175 millones de euros) de Teherán.
El fervor religioso parece paliar unos sueldos que no superan los 860 euros mensuales por combatiente, menos de lo que gana un taxista en Beirut. Estado dentro del Estado, Hezbolá se enfrenta también al elevado coste social heredado por su injerencia en Siria donde han caído 2.000 combatientes: desde las pensiones de las viudas a los colegios de los huérfanos pasando por los tratamientos médicos de los heridos.
Un miliciano de Hezbolá, en Siria, cerca de la frontera con Líbano, en 2017. ampliar foto
Un miliciano de Hezbolá, en Siria, cerca de la frontera con Líbano, en 2017. LOUAI BESHARA AFP
Si bien el mayor quebradero de cabeza para Hezbolá sigue radicando en evitar que el Ejército libanés se convierta en el único garante de las fronteras en detrimento de la milicia. Para ello, ha sabido infiltrar a sus hombres dentro del aparato de seguridad nacional libanés. Mientras, Israel advierte de que esta fusión convierte al Ejército libanés en corresponsable de los actos de Hezbolá y a sus soldados en objetivo de futuros ataques.
En contrapartida, el caos generado durante la contienda siria, donde interfieren media docena de actores regionales e internacionales, ha permitido a Israel incrementar sus ofensivas aéreas contra objetivos iraníes y de Hezbolá en suelo sirio con relativa impunidad. El aliado ruso se ha mantenido neutral en esta guerra paralela en la que el Ejército israelí asegura haber realizado más de 200 ataques en los últimos 18 meses.
Conforme Hezbolá amplía a 13 el número de bases militares que ha levantado en Siria, según el cálculo del experto sirio Nawar Oliver, del Centro de Estudios Estratégicos Omran, la milicia se resiente de la pérdida de varios de sus pesos pesados como el máximo responsable militar en Siria, el comandante Mustafa Badreddine o más recientemente el general Aziz Asbar, jefe científico del programa de armas químicas del Gobierno sirio, ejecutado por el Mosad. “La precisión de estos asesinatos selectivos refleja también la expansión del Mosad —espionaje israelí— en Siria donde el caos bélico y la penuria económica la hacen tierra fértil para reclutar informantes”, concluye un miembro de la inteligencia militar libanesa en Beirut.