El revés de la Corte de La Haya provoca hondo dolor en Bolivia
Bolivia se había preparado para una victoria. Chile se había alistado para una derrota. Ocurrió todo lo contrario. Cinco años y cinco meses duró el juicio.
Mery Vaca / La Paz
El 1 de octubre de 2018 podía ser memorable para Bolivia, pero pasó a convertirse en un día de frustración y de dolor.
La Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya desechó, uno a uno, los argumentos del país y determinó que Chile no contrajo la obligación de negociar un acceso soberano al Pacífico.
Luego de leer el fallo, la Corte dijo que eso no impide a ambos países seguir dialogando para atender la mediterraneidad boliviana. Es decir, nada concreto.
Luego de que la Corte se declarara competente para tratar la demanda boliviana en 2015, los bolivianos habían alentado la esperanza de obtener un fallo favorable para obligar a Chile a negociar un acceso soberano al mar.
Por eso, una comitiva boliviana encabezada por el presidente Evo Morales se trasladó a La Haya para escuchar el histórico fallo. Incluso, desde la sede de la Corte, el presidente Evo Morales auguró “buenas noticias” para el país. Todo el escenario estaba armado para una victoria.
En Chile se creó un ambiente exactamente inverso. El presidente de ese país, Sebastián Piñera, se puso a la defensiva e incluso hizo un recorrido por los territorios que en el pasado fueron de Bolivia para dejar claro que no se cedería ni territorio ni soberanía a Bolivia. Y, a diferencia de Morales, decidió no concurrir a La Haya. Todo el escenario estaba armado para una derrota.
A medida de que el presidente de la CIJ, Abdulqawi Ahmed Yusuf, leía el fallo, el rostro del presidente Morales y de la comitiva boliviana iba cambiando hasta convertirse en la expresión de la desazón. Finalmente, llegó el fallo lapidario: por 12 votos a tres, la Corte decidió que Chile no contrajo obligación de negociar.
Rápidamente se escucharon análisis en sentido de que 139 años de historia y de negociaciones con Chile se habían tirado al agua porque ahora Chile no sólo alegaría la vigencia del Tratado de 1904, sino que pondría como antecedente definitivo el fallo de la Corte de La Haya de 2018 para cerrar las puertas del Pacífico a Bolivia.
Los preparativos para la celebración, que se habían armado en diferentes puntos del país, se despejaron de inmediato. Las caras largas de la gente que había concurrido a algunas plazas a escuchar el fallo se fueron alejando para dejar simplemente el vacío.
El Presidente de Chile, como el ganador en el que se había erigido, fue el primero en salir a la palestra. Desde La Moneda de Santiago, culpó a Evo Morales por haber creado falsas expectativas entre los bolivianos. Y repitió el eterno discurso de que Chile está abierto al diálogo.
“El presidente Evo Morales, de Bolivia, ha creado falsas expectativas en su propio pueblo y también ha creado grandes frustraciones a su propio pueblo. Además nos ha hecho perder cinco valiosos años en las sanas y necesarias relaciones que debe tener Chile con todos los países vecinos, incluyendo a Bolivia”, dijo.
Luego, el presidente Evo Morales, flanqueado por la comitiva boliviana, entre los que se encontraban los expresidentes Carlos Mesa y Eduardo Rodríguez Veltzé, compareció desde las afueras del Palacio de La Paz para matizar la derrota. Dijo que si bien la Corte no establece la obligatoriedad de negociar, emite “una invocación a continuar con el diálogo”.
Bolivia y Chile vienen negociando desde el momento mismo en que terminó la Guerra del Pacífico en 1879, pero hasta ahora, Bolivia no ha podido arrancarle el ansiado acceso soberano al mar.
Al contrario, con el pasar del tiempo, la aspiración de Bolivia ha ido mermando, desde la pretensión de regresar a los territorios usurpados, hasta la opción de tener una playa o un puerto en comodato, sin soberanía, que es lo que se negoció de manera secreta en 2011.
En Bolivia no podía faltar la lectura política del fallo. Opositores, algunos analistas y usuarios de redes sociales se apresuraron a pedirle explicaciones al presidente Evo Morales y vaticinaron que esta derrota en La Haya puede ser, también, el final de su carrera política.
Más allá del sentimiento de frustración que invadió ayer a los bolivianos, el inmediato regreso a la normalidad en las calles de las ciudades demostró que la vida sigue. Sin mar soberano por ahora, pero la vida sigue.
Mery Vaca / La Paz
El 1 de octubre de 2018 podía ser memorable para Bolivia, pero pasó a convertirse en un día de frustración y de dolor.
La Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya desechó, uno a uno, los argumentos del país y determinó que Chile no contrajo la obligación de negociar un acceso soberano al Pacífico.
Luego de leer el fallo, la Corte dijo que eso no impide a ambos países seguir dialogando para atender la mediterraneidad boliviana. Es decir, nada concreto.
Luego de que la Corte se declarara competente para tratar la demanda boliviana en 2015, los bolivianos habían alentado la esperanza de obtener un fallo favorable para obligar a Chile a negociar un acceso soberano al mar.
Por eso, una comitiva boliviana encabezada por el presidente Evo Morales se trasladó a La Haya para escuchar el histórico fallo. Incluso, desde la sede de la Corte, el presidente Evo Morales auguró “buenas noticias” para el país. Todo el escenario estaba armado para una victoria.
En Chile se creó un ambiente exactamente inverso. El presidente de ese país, Sebastián Piñera, se puso a la defensiva e incluso hizo un recorrido por los territorios que en el pasado fueron de Bolivia para dejar claro que no se cedería ni territorio ni soberanía a Bolivia. Y, a diferencia de Morales, decidió no concurrir a La Haya. Todo el escenario estaba armado para una derrota.
A medida de que el presidente de la CIJ, Abdulqawi Ahmed Yusuf, leía el fallo, el rostro del presidente Morales y de la comitiva boliviana iba cambiando hasta convertirse en la expresión de la desazón. Finalmente, llegó el fallo lapidario: por 12 votos a tres, la Corte decidió que Chile no contrajo obligación de negociar.
Rápidamente se escucharon análisis en sentido de que 139 años de historia y de negociaciones con Chile se habían tirado al agua porque ahora Chile no sólo alegaría la vigencia del Tratado de 1904, sino que pondría como antecedente definitivo el fallo de la Corte de La Haya de 2018 para cerrar las puertas del Pacífico a Bolivia.
Los preparativos para la celebración, que se habían armado en diferentes puntos del país, se despejaron de inmediato. Las caras largas de la gente que había concurrido a algunas plazas a escuchar el fallo se fueron alejando para dejar simplemente el vacío.
El Presidente de Chile, como el ganador en el que se había erigido, fue el primero en salir a la palestra. Desde La Moneda de Santiago, culpó a Evo Morales por haber creado falsas expectativas entre los bolivianos. Y repitió el eterno discurso de que Chile está abierto al diálogo.
“El presidente Evo Morales, de Bolivia, ha creado falsas expectativas en su propio pueblo y también ha creado grandes frustraciones a su propio pueblo. Además nos ha hecho perder cinco valiosos años en las sanas y necesarias relaciones que debe tener Chile con todos los países vecinos, incluyendo a Bolivia”, dijo.
Luego, el presidente Evo Morales, flanqueado por la comitiva boliviana, entre los que se encontraban los expresidentes Carlos Mesa y Eduardo Rodríguez Veltzé, compareció desde las afueras del Palacio de La Paz para matizar la derrota. Dijo que si bien la Corte no establece la obligatoriedad de negociar, emite “una invocación a continuar con el diálogo”.
Bolivia y Chile vienen negociando desde el momento mismo en que terminó la Guerra del Pacífico en 1879, pero hasta ahora, Bolivia no ha podido arrancarle el ansiado acceso soberano al mar.
Al contrario, con el pasar del tiempo, la aspiración de Bolivia ha ido mermando, desde la pretensión de regresar a los territorios usurpados, hasta la opción de tener una playa o un puerto en comodato, sin soberanía, que es lo que se negoció de manera secreta en 2011.
En Bolivia no podía faltar la lectura política del fallo. Opositores, algunos analistas y usuarios de redes sociales se apresuraron a pedirle explicaciones al presidente Evo Morales y vaticinaron que esta derrota en La Haya puede ser, también, el final de su carrera política.
Más allá del sentimiento de frustración que invadió ayer a los bolivianos, el inmediato regreso a la normalidad en las calles de las ciudades demostró que la vida sigue. Sin mar soberano por ahora, pero la vida sigue.