El Gobierno de May vincula el fin de la austeridad a un acuerdo del Brexit
El ministro de Economía de Reino Unido presenta unos Presupuestos expansivos
Rafa de Miguel
Londres, El País
Los ciudadanos de Reino Unido ya no soportan más austeridad y Theresa May sabe que su futuro político depende en gran parte de que cumpla con su promesa de poner fin a las restricciones. Su ministro de Economía, Philip Hammond, presentó este lunes unos Presupuestos claramente expansivos (predominio notable del gasto), pero los condicionó a que se acuerde un Brexit con Bruselas que permita liberar las reservas previstas para afrontar la tormenta que desataría una salida abrupta de la UE.
“La era de la austeridad está llegando finalmente a su fin, pero la disciplina fiscal permanecerá”, ha anunciado Hammond en la Cámara de los Comunes. Se trataba de unos Presupuestos muy anunciados ya en los días previos, pero todo ministro de Economía, ha ironizado, se reserva el derecho de “guardarse algunos conejos en la chistera”. Y los conejos han llegado en forma de anuncio de nuevas rebajas de impuestos, ayudas a los ayuntamientos y a los pequeños empresarios, más inversión pública en infraestructuras y una importante inyección económica para el Servicio Nacional de Salud. La institución del estado del bienestar que fuera durante muchos años símbolo de orgullo para los británicos, a punto de cumplir siete décadas, sufre una situación de deterioro imparable.
La Oficina para la Responsabilidad Fiscal (ORF), el órgano de control presupuestario de Reino Unido, ha ayudado a Hammond con una revisión al alza de sus previsiones económicas. Si en marzo estimaba que el crecimiento del PIB sería en 2019 del 1,3%, ahora sus cálculos apuntan a un impulso del 1,6%. Para 2020, la ORF cuenta con una subida del 1,4% frente a un 1,3% previsto inicialmente.
Hammond, azote de los euroescépticos conservadores por su defensa a ultranza de la necesidad de cerrar un buen acuerdo del Brexit con la UE, ha trasladado la presión al ala dura de su partido al dibujar un panorama de optimismo que exige implícitamente, para hacerse realidad, que Londres y Bruselas cierren un pacto antes del próximo 29 de marzo, fecha prevista para la salida de Reino Unido. Se alcanzaría así el “doble beneficio” de despejar toda la incertidumbre económica acumulada durante estos meses y liberar además, para un necesario gasto público, todas las reservas aparcadas por el Gobierno británico para la posibilidad, aún no despejada, de un Brexit no negociado que llevaría a la economía del país a una situación crítica, según todos los expertos. Solamente en gasto administrativo para gestionar los problemas legales y de trámite que crearía ese escenario, anunció Hammond, el Gobierno británico tiene ya aparcados 560 millones de euros aproximadamente.
El ministro de Economía decidió adelantar un mes la presentación de los Presupuestos, los últimos antes del Brexit, para evitar interferencias en la recta final de las negociaciones con la Unión Europea.
La tasa Google
Hammond ha concretado finalmente algo más en qué consistirá uno de los planes estrella del Gobierno May: el impuesto de servicios digitales, destinado a gravar a gigantes tecnológicos como Apple, Amazon, Google o Facebook, una tasa que se exigirá a las empresas de la nueva economía digital que obtengan unos ingresos anuales superiores a los 560 millones de euros. El impuesto, un 2% del monto de esos ingresos, entrará en vigor en el año 2020 y el Gobierno británico confía en obtener unos ingresos cercanos a los 450 millones.
La llamada “tasa Google”, similar a la que quiere poner en marcha el Gobierno español prevé, recaudar unos 1.200 millones anuales. A pesar de que Hammond ha asegurado que esta medida podía variar si finalmente se alcanzaba algún tipo de acuerdo internacional sobre cómo debe exigirse responsabilidad fiscal estas empresas, “no podemos limitarnos simplemente a hablar y Reino Unido está decidido a actuar”, ha dicho.
Rafa de Miguel
Londres, El País
Los ciudadanos de Reino Unido ya no soportan más austeridad y Theresa May sabe que su futuro político depende en gran parte de que cumpla con su promesa de poner fin a las restricciones. Su ministro de Economía, Philip Hammond, presentó este lunes unos Presupuestos claramente expansivos (predominio notable del gasto), pero los condicionó a que se acuerde un Brexit con Bruselas que permita liberar las reservas previstas para afrontar la tormenta que desataría una salida abrupta de la UE.
“La era de la austeridad está llegando finalmente a su fin, pero la disciplina fiscal permanecerá”, ha anunciado Hammond en la Cámara de los Comunes. Se trataba de unos Presupuestos muy anunciados ya en los días previos, pero todo ministro de Economía, ha ironizado, se reserva el derecho de “guardarse algunos conejos en la chistera”. Y los conejos han llegado en forma de anuncio de nuevas rebajas de impuestos, ayudas a los ayuntamientos y a los pequeños empresarios, más inversión pública en infraestructuras y una importante inyección económica para el Servicio Nacional de Salud. La institución del estado del bienestar que fuera durante muchos años símbolo de orgullo para los británicos, a punto de cumplir siete décadas, sufre una situación de deterioro imparable.
La Oficina para la Responsabilidad Fiscal (ORF), el órgano de control presupuestario de Reino Unido, ha ayudado a Hammond con una revisión al alza de sus previsiones económicas. Si en marzo estimaba que el crecimiento del PIB sería en 2019 del 1,3%, ahora sus cálculos apuntan a un impulso del 1,6%. Para 2020, la ORF cuenta con una subida del 1,4% frente a un 1,3% previsto inicialmente.
Hammond, azote de los euroescépticos conservadores por su defensa a ultranza de la necesidad de cerrar un buen acuerdo del Brexit con la UE, ha trasladado la presión al ala dura de su partido al dibujar un panorama de optimismo que exige implícitamente, para hacerse realidad, que Londres y Bruselas cierren un pacto antes del próximo 29 de marzo, fecha prevista para la salida de Reino Unido. Se alcanzaría así el “doble beneficio” de despejar toda la incertidumbre económica acumulada durante estos meses y liberar además, para un necesario gasto público, todas las reservas aparcadas por el Gobierno británico para la posibilidad, aún no despejada, de un Brexit no negociado que llevaría a la economía del país a una situación crítica, según todos los expertos. Solamente en gasto administrativo para gestionar los problemas legales y de trámite que crearía ese escenario, anunció Hammond, el Gobierno británico tiene ya aparcados 560 millones de euros aproximadamente.
El ministro de Economía decidió adelantar un mes la presentación de los Presupuestos, los últimos antes del Brexit, para evitar interferencias en la recta final de las negociaciones con la Unión Europea.
La tasa Google
Hammond ha concretado finalmente algo más en qué consistirá uno de los planes estrella del Gobierno May: el impuesto de servicios digitales, destinado a gravar a gigantes tecnológicos como Apple, Amazon, Google o Facebook, una tasa que se exigirá a las empresas de la nueva economía digital que obtengan unos ingresos anuales superiores a los 560 millones de euros. El impuesto, un 2% del monto de esos ingresos, entrará en vigor en el año 2020 y el Gobierno británico confía en obtener unos ingresos cercanos a los 450 millones.
La llamada “tasa Google”, similar a la que quiere poner en marcha el Gobierno español prevé, recaudar unos 1.200 millones anuales. A pesar de que Hammond ha asegurado que esta medida podía variar si finalmente se alcanzaba algún tipo de acuerdo internacional sobre cómo debe exigirse responsabilidad fiscal estas empresas, “no podemos limitarnos simplemente a hablar y Reino Unido está decidido a actuar”, ha dicho.