Arabia Saudí empieza a sentir la presión internacional por el ‘caso Khashoggi’
Grandes empresas tecnológicas y de comunicación se retiran de un foro de inversiones en Riad
Ángeles Espinosa
Dubái, El País
La presión internacional por el caso Khashoggi empieza a golpear a Arabia Saudí. A la petición de explicaciones por parte de Reino Unido y Francia, se ha sumado la retirada de los representantes de grandes grupos informativos, empresas financieras y compañías tecnológicas de alcance global de una importante conferencia, en Riad dentro de diez días. La cita, Future Investment Initiative (FII), es mucho más que un foro para atraer inversiones al Reino del Desierto. Se trata del escaparate en el que expone sus proyectos el poderoso príncipe heredero, Mohamed Bin Salmán, cuya imagen está más que nunca en entredicho. Solo la Administración Trump ha evitado cuestionarle.
La web del FII, donde el año pasado se anunció a bombo y platillo la creación de una ciudad del futuro con un valor de 500.000 millones de dólares, proclama la asistencia como ponentes de un centenar de empresarios y emprendedores de relieve mundial. El propio heredero, más conocido como MBS, había creado expectación adelantando que este año se desvelaría “un negocio increíble”. Desde el jueves han retirado su participación los directores ejecutivos de Uber, Dara Khosrowshahi; de la productora Viacom, Bob Bakish; Steve Case, uno de los fundadores de AOL; la directora de The Economist, Zanny Minton Beddoes, y los representantes de The New York Times, CNN y Bloomberg. Tampoco va a acudir el presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim, con el pretexto de un conflicto de agenda.
Sin embargo, el secretario del Tesoro estadounidense, Steven Mnuchin, confirmó este viernes que sí estará presente en el foro, en línea con la actitud de desapego que ha mostrado el presidente Donald Trump. Mientras, tanto Reino Unido como Francia, dos firmes aliados de Arabia Saudí, han reaccionado por fin exigiendo que el reino aclare el destino de Khashoggi. El secretario del Foreign Office británico, Jeremy Hunt, incluso ha advertido de “graves consecuencias” si se confirman las sospechas.
“De ser cierto lo que se ha difundido en Turquía sobre la desaparición del periodista Jamal Khashoggi, cambiarían radicalmente las perspectivas de negocio de todos los occidentales hacia el Gobierno saudí”, afirma, por su parte, el millonario británico Richard Branson, propietario del grupo Virgin, en un comunicado que deja en suspenso su colaboración con Arabia Saudí.
Se refiere Branson a las filtraciones de los responsables de seguridad turcos, según las cuales Khashoggi, un conocido comentarista saudí crítico con las políticas de MBS, habría sido torturado, asesinado y desmembrado dentro del consulado de su país en Estambul. Como otras muchas voces, el empresario ha pedido a las autoridades saudíes que aclaren lo sucedido el pasado 2 de octubre cuando el periodista entró en la sede diplomática a por unos documentos y no se volvió a tener noticias suyas. Pero 10 días después, el Gobierno de Riad ha sido incapaz de dar una explicación plausible de lo ocurrido y se limita a negar cualquier implicación.
Es un desastre de relaciones públicas sin precedentes, en especial porque desde la llegada al poder de MBS, Arabia Saudí ha gastado millones de euros en agencias de relaciones públicas para intentar mejorar su imagen internacional. Pero la promoción de cambios cosméticos, como dejar conducir a las mujeres, abrir salas de cine o celebrar conciertos, no ha logrado ocultar la creciente represión interna que ha silenciado la menor crítica a sus planes, y que estuvo detrás de que Khashoggi se autoexiliara en Estados Unidos hace ahora un año.
“Mientras siguen adelante las investigaciones y no se conozca el paradero del Sr. Khashoggi, voy a suspender mi participación en la dirección de dos proyectos turísticos”, informa Branson, tras mencionar que aceptó esos puestos porque “tenía muchas esperanzas en el actual Gobierno de Arabia Saudí y en su líder, el príncipe heredero”. El millonario también cancela las negociaciones con el Public Investment Fund (fondo soberano saudí) sobre su posible inversión de mil millones de dólares (865 millones de euros) en Virgin Galactic y Virgin Orbit.
El exsecretario de Energía norteamericano Ernest Moniz, por su parte, ha renunciado al puesto en el consejo de administración de Neom, la ciudad del futuro anunciada en el FII del año pasado. Moniz fue una de las 18 personas nombradas el pasado martes, aunque algunos otros han asegurado que se le incluyó por error en la lista.
Branson no es el único que tenía esperanzas. A pesar de las alarmas que generaban algunas de las decisiones de MBS (como la intervención en Yemen o el aislamiento de Qatar), también las cancillerías occidentales deseaban que su ambicioso proyecto de reformas tuviera éxito. “Más nos vale que salga bien”, confiaba a esta corresponsal un diplomático europeo durante un reciente viaje a Riad. Desde los atentados del 11-S, en que 15 de los 19 terroristas eran saudíes, el dogmatismo religioso abrazado por la familia real para legitimar su poder ha estado en el punto de mira de todos los analistas. Ahora, quien se augura como próximo rey prometía un islam tolerante y un país abierto al mundo. La música de las reformas sonaba muy bien; la letra sin embargo nunca ha terminado de rimar.
Ángeles Espinosa
Dubái, El País
La presión internacional por el caso Khashoggi empieza a golpear a Arabia Saudí. A la petición de explicaciones por parte de Reino Unido y Francia, se ha sumado la retirada de los representantes de grandes grupos informativos, empresas financieras y compañías tecnológicas de alcance global de una importante conferencia, en Riad dentro de diez días. La cita, Future Investment Initiative (FII), es mucho más que un foro para atraer inversiones al Reino del Desierto. Se trata del escaparate en el que expone sus proyectos el poderoso príncipe heredero, Mohamed Bin Salmán, cuya imagen está más que nunca en entredicho. Solo la Administración Trump ha evitado cuestionarle.
La web del FII, donde el año pasado se anunció a bombo y platillo la creación de una ciudad del futuro con un valor de 500.000 millones de dólares, proclama la asistencia como ponentes de un centenar de empresarios y emprendedores de relieve mundial. El propio heredero, más conocido como MBS, había creado expectación adelantando que este año se desvelaría “un negocio increíble”. Desde el jueves han retirado su participación los directores ejecutivos de Uber, Dara Khosrowshahi; de la productora Viacom, Bob Bakish; Steve Case, uno de los fundadores de AOL; la directora de The Economist, Zanny Minton Beddoes, y los representantes de The New York Times, CNN y Bloomberg. Tampoco va a acudir el presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim, con el pretexto de un conflicto de agenda.
Sin embargo, el secretario del Tesoro estadounidense, Steven Mnuchin, confirmó este viernes que sí estará presente en el foro, en línea con la actitud de desapego que ha mostrado el presidente Donald Trump. Mientras, tanto Reino Unido como Francia, dos firmes aliados de Arabia Saudí, han reaccionado por fin exigiendo que el reino aclare el destino de Khashoggi. El secretario del Foreign Office británico, Jeremy Hunt, incluso ha advertido de “graves consecuencias” si se confirman las sospechas.
“De ser cierto lo que se ha difundido en Turquía sobre la desaparición del periodista Jamal Khashoggi, cambiarían radicalmente las perspectivas de negocio de todos los occidentales hacia el Gobierno saudí”, afirma, por su parte, el millonario británico Richard Branson, propietario del grupo Virgin, en un comunicado que deja en suspenso su colaboración con Arabia Saudí.
Se refiere Branson a las filtraciones de los responsables de seguridad turcos, según las cuales Khashoggi, un conocido comentarista saudí crítico con las políticas de MBS, habría sido torturado, asesinado y desmembrado dentro del consulado de su país en Estambul. Como otras muchas voces, el empresario ha pedido a las autoridades saudíes que aclaren lo sucedido el pasado 2 de octubre cuando el periodista entró en la sede diplomática a por unos documentos y no se volvió a tener noticias suyas. Pero 10 días después, el Gobierno de Riad ha sido incapaz de dar una explicación plausible de lo ocurrido y se limita a negar cualquier implicación.
Es un desastre de relaciones públicas sin precedentes, en especial porque desde la llegada al poder de MBS, Arabia Saudí ha gastado millones de euros en agencias de relaciones públicas para intentar mejorar su imagen internacional. Pero la promoción de cambios cosméticos, como dejar conducir a las mujeres, abrir salas de cine o celebrar conciertos, no ha logrado ocultar la creciente represión interna que ha silenciado la menor crítica a sus planes, y que estuvo detrás de que Khashoggi se autoexiliara en Estados Unidos hace ahora un año.
“Mientras siguen adelante las investigaciones y no se conozca el paradero del Sr. Khashoggi, voy a suspender mi participación en la dirección de dos proyectos turísticos”, informa Branson, tras mencionar que aceptó esos puestos porque “tenía muchas esperanzas en el actual Gobierno de Arabia Saudí y en su líder, el príncipe heredero”. El millonario también cancela las negociaciones con el Public Investment Fund (fondo soberano saudí) sobre su posible inversión de mil millones de dólares (865 millones de euros) en Virgin Galactic y Virgin Orbit.
El exsecretario de Energía norteamericano Ernest Moniz, por su parte, ha renunciado al puesto en el consejo de administración de Neom, la ciudad del futuro anunciada en el FII del año pasado. Moniz fue una de las 18 personas nombradas el pasado martes, aunque algunos otros han asegurado que se le incluyó por error en la lista.
Branson no es el único que tenía esperanzas. A pesar de las alarmas que generaban algunas de las decisiones de MBS (como la intervención en Yemen o el aislamiento de Qatar), también las cancillerías occidentales deseaban que su ambicioso proyecto de reformas tuviera éxito. “Más nos vale que salga bien”, confiaba a esta corresponsal un diplomático europeo durante un reciente viaje a Riad. Desde los atentados del 11-S, en que 15 de los 19 terroristas eran saudíes, el dogmatismo religioso abrazado por la familia real para legitimar su poder ha estado en el punto de mira de todos los analistas. Ahora, quien se augura como próximo rey prometía un islam tolerante y un país abierto al mundo. La música de las reformas sonaba muy bien; la letra sin embargo nunca ha terminado de rimar.