Trump acusa a China de tratar de interferir en las elecciones legislativas
El presidente de EE UU afirma que Pekín busca debilitarle políticamente y ganarle el pulso comercial mediante la injerencia electoral
Amanda Mars
Nueva York, El País
La batalla entre Estados Unidos y China se extiende a un nuevo frente. Donald Trump acusó este miércoles a Pekín de tratar de interferir en las elecciones legislativas del próximo mes de noviembre con el fin de debilitarle políticamente y ganarle el pulso comercial que ambas potencias están librando a golpe de aranceles. El presidente norteamericano alertó de esta injerencia, sin entrar en detalles de fechas o métodos, durante una reunión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que tenía como objeto la no proliferación de armas nucleares. En el encuentro repitió las amenazas a Irán, a quien prometió “sanciones más duras que nunca” por su carrera nuclear.
Los servicios de inteligencia estadounidenses han advertido del peligro de nuevas injerencias electorales el próximo otoño, después de responsabilizar a Moscú de toda una trama de ciberataques y propaganda en las presidenciales de 2016 con el ánimo de favorecer la victoria de Donald Trump frente a Hillary Clinton. El pasado agosto, el consejero de Seguridad Nacional, John Bolton, señaló que el peligro no venía esta vez solo de Rusia, sino también de China, Irán y Corea del Norte.
Son tantos los sospechosos ahora en Washington, que dándolos por ciertos, resultaría interesante saber en qué direcciones remarán: si la temida Rusia seguirá apoyando a Trump y compensará un ataque chino. O qué partido tomará Corea del Norte, con cuyo líder, Kim Jong-un, planea reunirse de nuevo en breve. Lo que el mandatario tiene claro es que Pekín va en su contra. "Lamentablemente, nos hemos enterado de que China ha estado intentando interferir en los próximos comicios de 2018”, dijo Trump en Nueva York, que esta semana acoge la Asamblea General de la ONU. “No quieren que yo o que nosotros ganemos porque soy el primer presidente que ha desafiado a China en comercio”, aseguró ante los gobernantes.
Un descalabro del Partido Republicano en las legislativas del 6 de noviembre supondría un serio varapalo para Trump, cuyas políticas rupturistas en tantos terrenos se verían en tela de juicio. Y una de las políticas que muchos conservadores observan con temor es precisamente la comercial por los efectos colaterales que puede conllevar en sectores como el agrícola, donde tienen una buena base votantes. Ese es el miedo también de Trump.
Poco después de su intervención en el Consejo de Seguridad, publicó en Twitter lo que considera un ejemplo de la supuesta injerencia de Pekín. “China está colocando publicidad en el Des Moines Register [de Iowa] y otros periódicos, hecha para parecer noticias. Eso es porque les estamos golpeando en comercio, abriendo mercados, ¡y los agricultores ganarán una fortuna cuando esto acabe!”. Acompañaba a este mensaje la fotografía de una página de periódico con un cintillo superior que rezaba “Sección patrocinada por China Daily”. Y las noticias recogidas en dicha imagen, y otras dos fotos de acompañamiento, versaban sobre los perjuicios que el pulso comercial tenía para los estadounidenses.
Washington ha impuesto aranceles sobre 50.000 millones de dólares en importaciones chinas, ya están ordenadas tasas sobre otros 200.000 millones y Trump ha amenazado con gravar 267.000 millones adicionales. Pekín ha replicado con represalias, aprobando tarifas a productos estadounidenses por valor de 60.000 millones en esta última ronda, aunque al importar de EE UU mucho menos de lo que exporta –ese desfase es el que saca de quicio a Trump-, no le queda mucho más recorrido en la ofensiva arancelaria y puede optar por otro tipo de medidas, ya sean regulatorias o financieras.
Pekín protestó contra la acusación inmediatamente en la misma reunión. “Ni interferimos ni interferiremos en los asuntos internos de ningún país”, dijo el ministerio de Exteriores chino, Wang Yi, en el Consejo de Seguridad.
Trump ya había afirmado antes que el régimen estaba azuzando a los agricultores y ganaderos estadounidenses. En un tuit del 18 de septiembre escribió: “China ha declarado abiertamente que está intentando activamente impactar y cambiar nuestras elecciones atacando a nuestros agricultores, ganaderos y trabajadores industriales por su lealtad a mí. Lo que China no sabe es que esta gente son verdaderos patriotas”.
El discurso del republicano contra China se ha ido endureciendo con el paso del tiempo. Convencido, al menos de cara a la galería, de que Estados Unidos “puede ganar una guerra comercial”, no afloja el pulso económico. Además, ha acusado varias veces a Pekín de estar boicoteando las negociaciones de desnuclearización de Corea del Norte como mecanismo de presión de las conversaciones bilaterales sobre comercio. En esta Asamblea de Naciones Unidas, sus discursos más duros han ido dirigidos contra el gigante asiático y contra Irán. En la reunión de este miércoles del Consejo de Seguridad, volvió a pedir a los países miembros que aíslen a Teherán.
“Estados Unidos proseguirá con sanciones adicionales, más duras que nunca, como respuesta a la conducta maligna de Irán”, dijo este miércoles. Washington rompió el pasado mayo el acuerdo nuclear auspiciado por la Administración de Obama en 2015, ente el régimen iraní y seis potencias. El pacto suspendía las sanciones que ahogaban al país a cambio de que Teherán detuviese su carrera hacia la bomba atómica, lo que Trump considera una trampa que solo sirve para dar tiempo y dinero a Irán en su escalada nuclear. “Pido a todos los miembros del Consejo de Seguridad que trabajen con Estados Unidos para asegurar que el régimen iraní cambia su comportamiento y jamás adquiere una bomba nuclear”, insistió.
El estadounidense lanzó este mensaje en un momento en el que las otras potencias firmantes del pacto (China, Rusia, Francia, Reino Unido y Alemania), junto a la Unión Europea, se mueven en dirección contraria. La jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, anunció esta semana la creación de una entidad legal para permitir las transacciones financieras con Irán y sortear así las sanciones estadounidenses.
Amanda Mars
Nueva York, El País
La batalla entre Estados Unidos y China se extiende a un nuevo frente. Donald Trump acusó este miércoles a Pekín de tratar de interferir en las elecciones legislativas del próximo mes de noviembre con el fin de debilitarle políticamente y ganarle el pulso comercial que ambas potencias están librando a golpe de aranceles. El presidente norteamericano alertó de esta injerencia, sin entrar en detalles de fechas o métodos, durante una reunión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que tenía como objeto la no proliferación de armas nucleares. En el encuentro repitió las amenazas a Irán, a quien prometió “sanciones más duras que nunca” por su carrera nuclear.
Los servicios de inteligencia estadounidenses han advertido del peligro de nuevas injerencias electorales el próximo otoño, después de responsabilizar a Moscú de toda una trama de ciberataques y propaganda en las presidenciales de 2016 con el ánimo de favorecer la victoria de Donald Trump frente a Hillary Clinton. El pasado agosto, el consejero de Seguridad Nacional, John Bolton, señaló que el peligro no venía esta vez solo de Rusia, sino también de China, Irán y Corea del Norte.
Son tantos los sospechosos ahora en Washington, que dándolos por ciertos, resultaría interesante saber en qué direcciones remarán: si la temida Rusia seguirá apoyando a Trump y compensará un ataque chino. O qué partido tomará Corea del Norte, con cuyo líder, Kim Jong-un, planea reunirse de nuevo en breve. Lo que el mandatario tiene claro es que Pekín va en su contra. "Lamentablemente, nos hemos enterado de que China ha estado intentando interferir en los próximos comicios de 2018”, dijo Trump en Nueva York, que esta semana acoge la Asamblea General de la ONU. “No quieren que yo o que nosotros ganemos porque soy el primer presidente que ha desafiado a China en comercio”, aseguró ante los gobernantes.
Un descalabro del Partido Republicano en las legislativas del 6 de noviembre supondría un serio varapalo para Trump, cuyas políticas rupturistas en tantos terrenos se verían en tela de juicio. Y una de las políticas que muchos conservadores observan con temor es precisamente la comercial por los efectos colaterales que puede conllevar en sectores como el agrícola, donde tienen una buena base votantes. Ese es el miedo también de Trump.
Poco después de su intervención en el Consejo de Seguridad, publicó en Twitter lo que considera un ejemplo de la supuesta injerencia de Pekín. “China está colocando publicidad en el Des Moines Register [de Iowa] y otros periódicos, hecha para parecer noticias. Eso es porque les estamos golpeando en comercio, abriendo mercados, ¡y los agricultores ganarán una fortuna cuando esto acabe!”. Acompañaba a este mensaje la fotografía de una página de periódico con un cintillo superior que rezaba “Sección patrocinada por China Daily”. Y las noticias recogidas en dicha imagen, y otras dos fotos de acompañamiento, versaban sobre los perjuicios que el pulso comercial tenía para los estadounidenses.
Washington ha impuesto aranceles sobre 50.000 millones de dólares en importaciones chinas, ya están ordenadas tasas sobre otros 200.000 millones y Trump ha amenazado con gravar 267.000 millones adicionales. Pekín ha replicado con represalias, aprobando tarifas a productos estadounidenses por valor de 60.000 millones en esta última ronda, aunque al importar de EE UU mucho menos de lo que exporta –ese desfase es el que saca de quicio a Trump-, no le queda mucho más recorrido en la ofensiva arancelaria y puede optar por otro tipo de medidas, ya sean regulatorias o financieras.
Pekín protestó contra la acusación inmediatamente en la misma reunión. “Ni interferimos ni interferiremos en los asuntos internos de ningún país”, dijo el ministerio de Exteriores chino, Wang Yi, en el Consejo de Seguridad.
Trump ya había afirmado antes que el régimen estaba azuzando a los agricultores y ganaderos estadounidenses. En un tuit del 18 de septiembre escribió: “China ha declarado abiertamente que está intentando activamente impactar y cambiar nuestras elecciones atacando a nuestros agricultores, ganaderos y trabajadores industriales por su lealtad a mí. Lo que China no sabe es que esta gente son verdaderos patriotas”.
El discurso del republicano contra China se ha ido endureciendo con el paso del tiempo. Convencido, al menos de cara a la galería, de que Estados Unidos “puede ganar una guerra comercial”, no afloja el pulso económico. Además, ha acusado varias veces a Pekín de estar boicoteando las negociaciones de desnuclearización de Corea del Norte como mecanismo de presión de las conversaciones bilaterales sobre comercio. En esta Asamblea de Naciones Unidas, sus discursos más duros han ido dirigidos contra el gigante asiático y contra Irán. En la reunión de este miércoles del Consejo de Seguridad, volvió a pedir a los países miembros que aíslen a Teherán.
“Estados Unidos proseguirá con sanciones adicionales, más duras que nunca, como respuesta a la conducta maligna de Irán”, dijo este miércoles. Washington rompió el pasado mayo el acuerdo nuclear auspiciado por la Administración de Obama en 2015, ente el régimen iraní y seis potencias. El pacto suspendía las sanciones que ahogaban al país a cambio de que Teherán detuviese su carrera hacia la bomba atómica, lo que Trump considera una trampa que solo sirve para dar tiempo y dinero a Irán en su escalada nuclear. “Pido a todos los miembros del Consejo de Seguridad que trabajen con Estados Unidos para asegurar que el régimen iraní cambia su comportamiento y jamás adquiere una bomba nuclear”, insistió.
El estadounidense lanzó este mensaje en un momento en el que las otras potencias firmantes del pacto (China, Rusia, Francia, Reino Unido y Alemania), junto a la Unión Europea, se mueven en dirección contraria. La jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, anunció esta semana la creación de una entidad legal para permitir las transacciones financieras con Irán y sortear así las sanciones estadounidenses.