China amenaza a EE UU con represalias por las sanciones a la compra de armamento ruso

Washington asegura que "el objetivo final de estas medidas" es en realidad Moscú

Macarena Vidal Liy
Pablo Guimón
Pilar Bonet
Pekín / Washington / Moscú, El País
Mientras arrecia la guerra comercial librada por Donald Trump con una gran escalada de aranceles a las importaciones, un nuevo frente de fricción entre Washington y Pekín se abrió este viernes con fuerza. Estados Unidos ha anunciado sanciones financieras a las fuerzas armadas chinas por adquirir armamento —aviones de combate y sistema de defensa aérea— ruso. La medida ha desatado la respuesta airada de los gobiernos chino y ruso, que prosiguen en una senda de acercamiento estratégico frente a EE UU.


Como era previsible, China ha reaccionado con furia. Tras el anuncio de EE UU, Pekín ha exigido a Washington que corrija su “error” de inmediato. De lo contrario -ha declarado el portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Geng Shuang- Estados Unidos tendrá que “atenerse a las consecuencias”.

Según ha apuntado el Gobierno estadounidense, las sanciones se toman contra un órgano del Ministerio de Defensa, el Departamento de Desarrollo de Equipos (EDD, por sus siglas en inglés) y sus principales directores, tras su compra de aviones de caza Sukhoi Su-35 en 2017 y sistemas de misiles tierra-aire S-400 este año. Esta "transacción significativa", como la ha calificado el Departamento de Estado, viola una ley que entró en vigor el año pasado destinada a penalizar al Gobierno de Vladímir Putin por su presunta injerencia en las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016, por sus presuntas acciones dirigidas a subvertir la democracia en Europa y por su intervención militar en el este de Ucrania. Dicha norma, llamada Ley para Contrarrestar a Adversarios de Estados Unidos mediante Sanciones (CAATSA, por sus siglas en inglés), extiende las represalias a cualquiera que haga negocios con contratistas militares rusos, que se podrá enfrentar a sanciones que incluyen, entre otras, la prohibición de entrar en Estados Unidos o la de operar en su sistema financiero.

En este caso, el EDD, responsable de equipar al Ejército Popular de Liberación chino, no podrá exportar productos a territorio estadounidense, las propiedades que pueda tener en ese país serán embargadas y tendrá vetado desarrollar transacciones financieras allí. Las sanciones se imponen para "seguir imponiendo costes al Gobierno ruso en respuesta por sus actividades malignas", ha dicho, en un comunicado, Heather Nauert, portavoz del Departamento de Estado. Nauert ha advertido de que Estados Unidos "seguirá urgiendo a todos los países a restringir sus relaciones con los sectores militar y de inteligencia rusos, los cuales están vinculados con actividades malignas por todo el mundo".

La medida, ha resumido en Washington un alto funcionario estadounidense que ha hablado a la prensa bajo la condición del anonimato, no se dirige contra China. “El objetivo final de estas sanciones es Rusia”, ha sostenido, negando que la jugada tenga que ver con la reciente escalada de la guerra comercial que libran Estados Unidos y China.

El mismo paquete de sanciones, anunciado el jueves, afecta también a una lista de 33 personas y entidades con supuestos vínculos con el sector de Defensa ruso. Hasta 28 de ellos ya han sido acusados por el fiscal especial que investiga la intromisión rusa en las elecciones, Robert Mueller. La lista sancionados en virtud de la CAATSA contiene ya 72 nombres.

La reacción de Moscú se caracteriza no solo por la repulsa y la condena, sino también por la búsqueda de medidas prácticas de actuación contra el dólar, que a su vez no perjudiquen a la economía rusa.

Con sus nuevas restricciones, EEUU intenta apartar del mercado a su “principal competidor” y “no solo competidor, sino a menudo supercompetidor”, afirmó el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, en opinión del cual en Washington domina “la histeria de las sanciones”. “Se tomarán las medidas que correspondan de la mejor manera a los intereses de Rusia, afirmó.

Por su parte, el ministro de Exteriores Serguéi Lavrov afirmó que “de nuevo todos nosotros nos convenceremos que el sistema del dólar se ha desacreditado totalmente y que la confianza en el dólar cae de forma muy brusca”. “La confianza en los principios del sistema de divisas y finanzas internacional está seriamente socavada y cada vez hay más países que se manifiestan a favor de evitar cualquier dependencia de este sistema de divisas y finanzas”, afirmó el jefe de la diplomacia rusa, que se refirió en este contexto a los socios de Moscú en Asia y Latinoamerica.

En las últimas semanas altos funcionarios gubernamentales y ejecutivos financieros lanzan ideas sobre cómo restringir el uso de la moneda norteamericana. En agosto el ministro de Finanzas Antón Siluónov había advertido que Rusia puede renunciar a los prestamos exteriores y sustituirlos por fuentes internas de financiación del déficit y el ministro de Industria y comercio, Denís Mánturov ya había dicho que Rusia trabaja de modo planificado y sistemático en la sustitución de importaciones. El ministerio de industria y comercio intentará esquivar las sanciones realizando sus transaciones en divisas nacionales, según había anunciado Mánturov y esto se aplicará tanto a la cooperación militar técnica como al suministro de producción de doble uso a los mercados internacionales. El rublo, que se había fortalecido frente al dólar y el euro durante esta semana, reaccionó ante las sanciones norteamericanas debilitandose frente a esas monedas.

La CAATSA se aprobó en agosto de 2017, con la meta de aportar más margen de maniobra a la administración de Donald Trump para imponer sanciones económicas y políticas contra Rusia, Irán y Corea del Norte. Según las autoridades estadounidenses, citadas por AFP, esta es la primera vez que un tercer país es castigado bajo la legislación de sanciones CAATSA por hacer negocios con Moscú.

Pero Pekín, que ya se encuentra inmersa en una agria disputa comercial con Washington, agravada esta semana después de que ambos hayan activado el proceso para imponer nuevos aranceles a sus respectivos productos, se ha mostrado indignada por lo que interpreta como un nuevo gesto de rivalidad estadounidense.

China ya ha presentado una queja formal por esa iniciativa “irracional”, que considera una violación de las normas internacionales. “Reclamamos firmemente a Estados Unidos que solucione el problema y retire estas sanciones”, ha insistido Geng.

Pekín y Moscú han estrechado significativamente su relación bilateral desde la llegada al poder de Xi Jinping hace seis años. A la simpatía personal entre el presidente chino y su homólogo ruso, Vladímir Putin, se une la coincidencia de intereses estratégicos entre dos países que creen necesaria una reforma del orden mundial actual y que ven con desconfianza a Estados Unidos. El acercamiento bilateral, que comenzó teniendo un carácter más económico, se ha ido expandiendo al área de la defensa. Además de las compras de armamento, China ha participado este mes como invitada en las mayores maniobras militares rusas desde los tiempos de la Guerra Fría. Xi y Putin asistieron al inicio de esos ejercicios, en el comienzo de una visita del jefe de Estado chino a Vladivostok para participar en un foro económico, y subrayaron la importancia de la relación entre los dos países.

Algo que ha reiterado este viernes también Geng. China y Rusia, ha subrayado, son “socios estratégicos”. Sus intercambios se basan en la confianza mutua. Pero también -ha insistido- en el cumplimiento de las normas internacionales.

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