Trump redobla sus ataques a los medios tras la denuncia de más de 300 periódicos
Tras los editoriales en defensa de la prensa libre, el Senado aprueba por unanimidad una resolución contra la ofensiva del presidente
Joan Faus
Pablo Ximénez de Sandoval
Washington / Los Ángeles, El País
En una actuación coordinada sin precedentes, más de 300 periódicos estadounidenses publican este jueves editoriales en defensa de la libertad de prensa frente a la ofensiva despiadada de Donald Trump contra los medios de comunicación. Con diferentes palabras y opiniones, pero con un mismo mensaje, las publicaciones, la mayoría locales, se han puesto de acuerdo para decir a sus lectores, a la sociedad y al presidente que no son enemigos de nadie. La respuesta de Trump ha sido redoblar su cruzada: “Los medios de comunicación falsos son el partido de la oposición. Es muy malo para nuestro gran país. ¡Pero estamos ganando!”, ha escrito en Twitter. Sin embargo, el Senado, de mayoría republicana, ha aprobado por unanimidad una dura resolución en defensa de la prensa.
La iniciativa surgió el pasado viernes por parte de The Boston Globe que convocó a todos los periódicos de EE UU que quisieran sumarse a publicar editoriales, este jueves, respondiendo al insulto más grave de Trump contra la prensa: a la que llama “enemigo del pueblo”. En un país donde la libertad de expresión es un principio sagrado blindado por ley, el insulto bananero de Trump ha disparado las alarmas sobre la posibilidad de que acabe desatando violencia contra los medios. Los periodistas que cubren sus mítines ya soportan acoso y gritos durante horas por parte de sus seguidores.
Trump, cuya retórica vive de la creación constante de enemigos, ha multiplicado en las últimas semanas sus ataques verbales a los medios. También se han traducido en consecuencias prácticas, como el veto a una periodista de CNN en un acto en la Casa Blanca. Los acusa de minimizar intencionadamente sus logros y de ser deshonestos. Solo se salvan un puñado de medios conservadores afines. El republicano ha tergiversado el concepto de “noticias falsas” para tildar así cualquier información desfavorable para él.
La ofensiva ha surtido efecto aunque la creciente desconfianza de una parte de la población con los periodistas ya existía antes de Trump: un 85% de votantes republicanos consideraba en 2017 que los medios tienen un efecto negativo en EE UU frente un 68% en 2010, según una encuesta de Pew Research. Muy pocos editoriales de diarios apoyaron la candidatura electoral de Trump en 2016.
“No hay nada que quisiera más para nuestro país que una verdadera libertad de prensa. Es un hecho que la prensa es libre de escribir y decir lo quiera, pero mucho de lo que dice son noticias falsas, impulsando una agenda política o simplemente tratando de dañar a la gente. ¡La honestidad gana!”, escribió el mandatario en Twitter. En otro mensaje, atacó directamente a The Boston Globe. Se burló de sus problemas financieros en el pasado y de embarcarse en una “colusión con otros periódicos por una prensa libre”.
Los medios de comunicación, dispuestos a indagar a fondo en un sinfín de asuntos, son una amenaza para cualquier presidente. Todavía más para Trump, que sufre una sensibilidad extrema a cualquier reproche y tiene tendencia a mentir (dice de promedio 16 falsedades o medias verdades cada día, según un registro de The Washington Post). Por ejemplo, fue la prensa la que destapó una cinta de Trump en 2005 en la que despreciaba a mujeres, reveló numerosas reuniones secretas entre el entorno del republicano y personalidades rusas durante la campaña -claves en la investigación a la injerencia electoral de Moscú- o descubrió las irregularidades en la Fundación Trump.
Poco después de los mensajes de Trump, el Senado aprobó una resolución que, sin citar al presidente, “afirma que la prensa no es el enemigo del pueblo”, “reafirma el papel vital e indispensable de la prensa libre” y “condena los ataques a las instituciones de la prensa libre”. El texto, impulsado por un senador demócrata de Hawái, no se sometió a voto sino que se aprobó mediante un mecanismo por el cual avanza si no hay objeciones. El hecho de que la cúpula republicana de la Cámara Alta diera luz verde a la resolución supone un tirón de orejas a Trump aunque por ahora han sido escasísimos los conservadores que han denunciado su diatriba contra la prensa.
“Reemplazar a medios libres por medios gestionados por el Estado ha sido siempre la primer orden de cualquier régimen corrupto que toma un país”, escribe el Globe en su editorial. Advierte de que Trump “envía la señal alarmante a los déspotas, desde Ankara hasta Moscú, Pekín o Bagdad, de que los periodistas pueden ser tratados como un enemigo interior”.
The New York Times es el diario de tirada nacional más importante que se unió a la iniciativa. En su editorial, titulado ‘La prensa libre te necesita’, recuerda que los “reporteros y editores son humanos y cometen errores” pero “insistir en que las verdades que no te gustan son ‘noticias falsas’ es peligroso para la vitalidad de la democracia”.
La lista de periódicos va desde grandes cabeceras hasta publicaciones con tiradas de 4.000 ejemplares. Marjorie Pritchard, subdirectora editorial del Globe, dijo que espera que la denuncia conjunta “haga entender a los lectores que atacar la Primera Enmienda [de la Constitución] es inaceptable”.
Una explicación más mundana vino del pequeño Arizona Daily Star de Tucson: “En la práctica, los periodistas nos tragamos aburridas reuniones de gobierno y nos estudiamos las fórmulas de financiación de las escuelas públicas para que usted no tenga que hacerlo”. El Dallas Morning News, el gran diario conservador de Texas, también reconoció que los periodistas pueden cometer errores pero lanzó un aviso: “Está en juego aquí una cuestión más amplia, que afecta a la libertad de la prensa de cuestionar las cosas y que afecta a los verdaderos fundamentos de nuestra República”.
Joan Faus
Pablo Ximénez de Sandoval
Washington / Los Ángeles, El País
En una actuación coordinada sin precedentes, más de 300 periódicos estadounidenses publican este jueves editoriales en defensa de la libertad de prensa frente a la ofensiva despiadada de Donald Trump contra los medios de comunicación. Con diferentes palabras y opiniones, pero con un mismo mensaje, las publicaciones, la mayoría locales, se han puesto de acuerdo para decir a sus lectores, a la sociedad y al presidente que no son enemigos de nadie. La respuesta de Trump ha sido redoblar su cruzada: “Los medios de comunicación falsos son el partido de la oposición. Es muy malo para nuestro gran país. ¡Pero estamos ganando!”, ha escrito en Twitter. Sin embargo, el Senado, de mayoría republicana, ha aprobado por unanimidad una dura resolución en defensa de la prensa.
La iniciativa surgió el pasado viernes por parte de The Boston Globe que convocó a todos los periódicos de EE UU que quisieran sumarse a publicar editoriales, este jueves, respondiendo al insulto más grave de Trump contra la prensa: a la que llama “enemigo del pueblo”. En un país donde la libertad de expresión es un principio sagrado blindado por ley, el insulto bananero de Trump ha disparado las alarmas sobre la posibilidad de que acabe desatando violencia contra los medios. Los periodistas que cubren sus mítines ya soportan acoso y gritos durante horas por parte de sus seguidores.
Trump, cuya retórica vive de la creación constante de enemigos, ha multiplicado en las últimas semanas sus ataques verbales a los medios. También se han traducido en consecuencias prácticas, como el veto a una periodista de CNN en un acto en la Casa Blanca. Los acusa de minimizar intencionadamente sus logros y de ser deshonestos. Solo se salvan un puñado de medios conservadores afines. El republicano ha tergiversado el concepto de “noticias falsas” para tildar así cualquier información desfavorable para él.
La ofensiva ha surtido efecto aunque la creciente desconfianza de una parte de la población con los periodistas ya existía antes de Trump: un 85% de votantes republicanos consideraba en 2017 que los medios tienen un efecto negativo en EE UU frente un 68% en 2010, según una encuesta de Pew Research. Muy pocos editoriales de diarios apoyaron la candidatura electoral de Trump en 2016.
“No hay nada que quisiera más para nuestro país que una verdadera libertad de prensa. Es un hecho que la prensa es libre de escribir y decir lo quiera, pero mucho de lo que dice son noticias falsas, impulsando una agenda política o simplemente tratando de dañar a la gente. ¡La honestidad gana!”, escribió el mandatario en Twitter. En otro mensaje, atacó directamente a The Boston Globe. Se burló de sus problemas financieros en el pasado y de embarcarse en una “colusión con otros periódicos por una prensa libre”.
Los medios de comunicación, dispuestos a indagar a fondo en un sinfín de asuntos, son una amenaza para cualquier presidente. Todavía más para Trump, que sufre una sensibilidad extrema a cualquier reproche y tiene tendencia a mentir (dice de promedio 16 falsedades o medias verdades cada día, según un registro de The Washington Post). Por ejemplo, fue la prensa la que destapó una cinta de Trump en 2005 en la que despreciaba a mujeres, reveló numerosas reuniones secretas entre el entorno del republicano y personalidades rusas durante la campaña -claves en la investigación a la injerencia electoral de Moscú- o descubrió las irregularidades en la Fundación Trump.
Poco después de los mensajes de Trump, el Senado aprobó una resolución que, sin citar al presidente, “afirma que la prensa no es el enemigo del pueblo”, “reafirma el papel vital e indispensable de la prensa libre” y “condena los ataques a las instituciones de la prensa libre”. El texto, impulsado por un senador demócrata de Hawái, no se sometió a voto sino que se aprobó mediante un mecanismo por el cual avanza si no hay objeciones. El hecho de que la cúpula republicana de la Cámara Alta diera luz verde a la resolución supone un tirón de orejas a Trump aunque por ahora han sido escasísimos los conservadores que han denunciado su diatriba contra la prensa.
“Reemplazar a medios libres por medios gestionados por el Estado ha sido siempre la primer orden de cualquier régimen corrupto que toma un país”, escribe el Globe en su editorial. Advierte de que Trump “envía la señal alarmante a los déspotas, desde Ankara hasta Moscú, Pekín o Bagdad, de que los periodistas pueden ser tratados como un enemigo interior”.
The New York Times es el diario de tirada nacional más importante que se unió a la iniciativa. En su editorial, titulado ‘La prensa libre te necesita’, recuerda que los “reporteros y editores son humanos y cometen errores” pero “insistir en que las verdades que no te gustan son ‘noticias falsas’ es peligroso para la vitalidad de la democracia”.
La lista de periódicos va desde grandes cabeceras hasta publicaciones con tiradas de 4.000 ejemplares. Marjorie Pritchard, subdirectora editorial del Globe, dijo que espera que la denuncia conjunta “haga entender a los lectores que atacar la Primera Enmienda [de la Constitución] es inaceptable”.
Una explicación más mundana vino del pequeño Arizona Daily Star de Tucson: “En la práctica, los periodistas nos tragamos aburridas reuniones de gobierno y nos estudiamos las fórmulas de financiación de las escuelas públicas para que usted no tenga que hacerlo”. El Dallas Morning News, el gran diario conservador de Texas, también reconoció que los periodistas pueden cometer errores pero lanzó un aviso: “Está en juego aquí una cuestión más amplia, que afecta a la libertad de la prensa de cuestionar las cosas y que afecta a los verdaderos fundamentos de nuestra República”.