Trump admite que su equipo buscó trapos sucios sobre Clinton
El presidente se desdice de la versión que dio de un encuentro en 2016 de su círculo de confianza con una abogada rusa
Pablo de Llano
Miami, El País
Donald Trump lanza piedras contra su propio tejado. El presidente de EE UU reconoció el domingo en un mensaje de Twitter que su equipo de campaña se reunió en junio de 2016 con una abogada rusa con vínculos con el Kremlin para buscar trapos sucios de su entonces rival electoral, Hillary Clinton. Contradiciendo un comunicado de 2017 de su hijo Donald Jr., que participó en esa cita y afirmó que en ella solo se habían tratado cuestiones relacionadas con adopciones de menores rusos, Trump echó por tierra dicha versión, que él mismo dictó en su día, admitiendo que el motivo de aquel encuentro fue tratar de recabar “información sobre un oponente”.
El presidente añadió que aquello fue “totalmente legal” y sostuvo que husmear puntos débiles de un rival es algo que “se hace todo el tiempo en política”. Agregó que la cita “no condujo a nada” y que él, por lo demás, “no sabía nada” del encuentro, cubriéndose las espaldas.
La reunión tuvo lugar en junio de 2016 en la Torre Trump, la sede del magnate en Nueva York. Faltaban cinco meses para las elecciones presidenciales. Acudieron entre otros el hijo mayor del presidente, su entonces jefe de campaña, Paul Manafort, y su yerno, Jared Kushner. Recibían a Natalia Veselnitskaya, una abogada rusa con presuntas buenas conexiones con el Kremlin, y a la que había puesto en contacto con Trump Jr. un intermediario que avisó de que la misteriosa letrada tenía información “muy interesante” que era “parte del apoyo de Rusia y su Gobierno a [la candidatura de] Trump”.
Rudy Giuliani, exalcalde de Nueva York y uno de los abogados de Trump, sugirió ayer en una entrevista que el equipo legal del presidente podría responder en los próximos días a la petición del fiscal Robert Mueller de poder interrogarlo. Trump se encuentra en su club de golf de Nueva Jersey tomándose unos días de reposo pero sin desconectar, intenso en sus mensajes en Twitter y evaluando con sus abogados si aceptar o no sentarse con Mueller. Los abogados aconsejan al presidente eludir el interrogatorio, porque temen que el fiscal lo enrede y le saque declaraciones que lo pongan en peligro, pero el presidente parece partidario de aceptarlo, confiado en su capacidad para convencer a Mueller de que ni él ni su equipo de campaña hicieron nada ilegal en contubernio con Rusia.
Cuando en 2017 The New York Times reveló que había ocurrido aquella reunión, Donald Jr. redujo el asunto en su comunicado a una supuesta charla sobre adopciones y a posteriori trascendió que el propio Trump había sido quien dictó el contenido del comunicado. Ahora, sin embargo, el presidente se desdice y es la palabra de Donald Trump contra la palabra de Donald Trump.
La reunión de Nueva York es uno de los hechos clave en los que está escarbando la investigación dirigida por el fiscal especial Robert Mueller sobre la posible colusión entre la campaña de Trump y el Gobierno de Vladímir Putin para socavar la candidatura de Clinton. La ley en EE UU prohíbe que las campañas acepten ayuda de individuos o gobiernos extranjeros, y aquel encuentro —haya aportado o no información sobre Clinton al equipo de Trump— pudo haber supuesto una violación de esta norma. Veselnitskaya había trabajado para altos funcionarios de Moscú e incluso había recibido el respaldo del Ministerio del Interior para sacar adelante un caso de su despacho particular.
El desconcertante tuit de Trump el domingo fue su respuesta a un artículo de The Washington Post en el que se exponía con base en fuentes anónimas que el presidente se encuentra muy ansioso por las pesquisas en torno a la cita en la Torre Trump, que elevan la temperatura de un caso que amenaza la estabilidad de su presidencia y pone en riesgo legal a su hijo mayor. En su tuit Trump, haciendo alusión a esa revelación, afirmaba que era una “fabricación” sin fundamento que estuviese preocupado por su “maravilloso hijo”.
En otros tuits el domingo, Trump cargó contra la investigación de Mueller y la calificó de “caza de brujas” por enésima vez. Con su compulsivo uso de Twitter, el presidente está desoyendo los consejos de su equipo de abogados, que le ha recomendado que deje de hacer comentarios sobre la investigación, porque podrían —como en este caso, que desdice otra versión oficial— dar munición a Mueller.
Pablo de Llano
Miami, El País
Donald Trump lanza piedras contra su propio tejado. El presidente de EE UU reconoció el domingo en un mensaje de Twitter que su equipo de campaña se reunió en junio de 2016 con una abogada rusa con vínculos con el Kremlin para buscar trapos sucios de su entonces rival electoral, Hillary Clinton. Contradiciendo un comunicado de 2017 de su hijo Donald Jr., que participó en esa cita y afirmó que en ella solo se habían tratado cuestiones relacionadas con adopciones de menores rusos, Trump echó por tierra dicha versión, que él mismo dictó en su día, admitiendo que el motivo de aquel encuentro fue tratar de recabar “información sobre un oponente”.
El presidente añadió que aquello fue “totalmente legal” y sostuvo que husmear puntos débiles de un rival es algo que “se hace todo el tiempo en política”. Agregó que la cita “no condujo a nada” y que él, por lo demás, “no sabía nada” del encuentro, cubriéndose las espaldas.
La reunión tuvo lugar en junio de 2016 en la Torre Trump, la sede del magnate en Nueva York. Faltaban cinco meses para las elecciones presidenciales. Acudieron entre otros el hijo mayor del presidente, su entonces jefe de campaña, Paul Manafort, y su yerno, Jared Kushner. Recibían a Natalia Veselnitskaya, una abogada rusa con presuntas buenas conexiones con el Kremlin, y a la que había puesto en contacto con Trump Jr. un intermediario que avisó de que la misteriosa letrada tenía información “muy interesante” que era “parte del apoyo de Rusia y su Gobierno a [la candidatura de] Trump”.
Rudy Giuliani, exalcalde de Nueva York y uno de los abogados de Trump, sugirió ayer en una entrevista que el equipo legal del presidente podría responder en los próximos días a la petición del fiscal Robert Mueller de poder interrogarlo. Trump se encuentra en su club de golf de Nueva Jersey tomándose unos días de reposo pero sin desconectar, intenso en sus mensajes en Twitter y evaluando con sus abogados si aceptar o no sentarse con Mueller. Los abogados aconsejan al presidente eludir el interrogatorio, porque temen que el fiscal lo enrede y le saque declaraciones que lo pongan en peligro, pero el presidente parece partidario de aceptarlo, confiado en su capacidad para convencer a Mueller de que ni él ni su equipo de campaña hicieron nada ilegal en contubernio con Rusia.
Cuando en 2017 The New York Times reveló que había ocurrido aquella reunión, Donald Jr. redujo el asunto en su comunicado a una supuesta charla sobre adopciones y a posteriori trascendió que el propio Trump había sido quien dictó el contenido del comunicado. Ahora, sin embargo, el presidente se desdice y es la palabra de Donald Trump contra la palabra de Donald Trump.
La reunión de Nueva York es uno de los hechos clave en los que está escarbando la investigación dirigida por el fiscal especial Robert Mueller sobre la posible colusión entre la campaña de Trump y el Gobierno de Vladímir Putin para socavar la candidatura de Clinton. La ley en EE UU prohíbe que las campañas acepten ayuda de individuos o gobiernos extranjeros, y aquel encuentro —haya aportado o no información sobre Clinton al equipo de Trump— pudo haber supuesto una violación de esta norma. Veselnitskaya había trabajado para altos funcionarios de Moscú e incluso había recibido el respaldo del Ministerio del Interior para sacar adelante un caso de su despacho particular.
El desconcertante tuit de Trump el domingo fue su respuesta a un artículo de The Washington Post en el que se exponía con base en fuentes anónimas que el presidente se encuentra muy ansioso por las pesquisas en torno a la cita en la Torre Trump, que elevan la temperatura de un caso que amenaza la estabilidad de su presidencia y pone en riesgo legal a su hijo mayor. En su tuit Trump, haciendo alusión a esa revelación, afirmaba que era una “fabricación” sin fundamento que estuviese preocupado por su “maravilloso hijo”.
En otros tuits el domingo, Trump cargó contra la investigación de Mueller y la calificó de “caza de brujas” por enésima vez. Con su compulsivo uso de Twitter, el presidente está desoyendo los consejos de su equipo de abogados, que le ha recomendado que deje de hacer comentarios sobre la investigación, porque podrían —como en este caso, que desdice otra versión oficial— dar munición a Mueller.