Rusia marca el paso a Georgia diez años después de la guerra entre ambos

Moscú reafirma su política de intentar determinar la orientación exterior de los países postsoviéticos

Pilar Bonet
Moscú, El País
Diez años después de la llamada “guerra de los cinco días” en Osetia del Sur, Rusia reafirma su política de intentar determinar la orientación exterior de sus vecinos postsoviéticos y espera que tarde o temprano Estados Unidos y Occidente acabarán por comprenderlo.


Este es el mensaje de una entrevista dada por el jefe del Gobierno ruso, Dmitri Medvédev, al diario Kommersant con motivo del aniversario del conflicto desencadenado en la noche del 7 al 8 de agosto de 2008, cuando el entonces presidente georgiano Mijáil Saakashvili lanzó contra Tsjinvali, la capital de Osetia del Sur una expedición militar que fue repelida por los habitantes de aquel territorio (secesionista de Georgia) con ayuda bélica rusa.

Los sucesos de hace diez años fueron precedidos de creciente tensión entre Rusia y Georgia, país cuyas perspectivas de ingreso en la OTAN (junto con las de Ucrania) enfrentaron a los líderes occidentales con el presidente Vladímir Putin en la cumbre de la Alianza Atlántica en Bucarest en abril de 2008.

Las tropas rusas penetraron en Osetia del Sur desde el norte y avanzaron hasta cerca de Tbilisi antes de que se decretara un alto el fuego y el presidente francés Nicolas Sarkozy actuara como mediador en nombre de la UE. La refriega dejó algo más de 600 muertos (entre civiles y militares) y después Rusia reconoció como Estados a Osetia del Sur y Abjasia, dos autonomías de la época soviética que se subordinaban a Georgia, pero que entraron en conflicto con las autoridades en Tbilisi antes de que la URSS se desintegrara en 1991. Hasta la guerra de 2008, en Abjasia y Osetia del Sur hubo misiones internacionales y presencia de la ONU y de la OSCE, así como pacificadores rusos en Osetia del Sur. Después, Rusia estableció bases militares y embajadas.

El 26 de agosto de 2008 Medvédev, en calidad de presidente de Rusia, firmó el decreto reconociendo la independencia de los dos territorios. “Pensé un cierto tiempo y llegué a la conclusión de que no era posible proponer nada mejor que reconocer la independencia de aquellas dos formaciones (Abjasia y Osetia), afirmó el primer ministro a Kommersant.

Preguntado si hubiera sido posible para Moscú no reconocerlos como Estados y mantener así abierta la puerta del diálogo con Georgia, Medvédev opinó que tal decisión hubiera dejado campo para acciones militares, algo que no ocurre “si se trata de formaciones territoriales independientes” con los que "Rusia tiene acuerdos de instalación de bases militares". En este caso, “todo está claro y nadie va a hacer nada contra ellas”, dijo el político, y advirtió que todos entienden así que resulta "caro" enfrentarse a la Federación Rusa. En cambio, si la situación hubiera quedado por resolver "periódicamente se hubieran podido dar provocaciones confiando en poder arrebatar algo como resultado de algunas campañas militares idiotas”. Constata Medvédev que tras el conflicto de agosto las relaciones de Rusia con Occidente se normalizaron muy deprisa y que “pudimos ponernos por encima de estos problemas con la Unión Europea y hasta cierto punto con EE UU”.
Soldados georgianos, en un tanque en Gori (Georgia), el 11 de agosto de 2008.
Soldados georgianos, en un tanque en Gori (Georgia), el 11 de agosto de 2008. AP

La situación de entonces contrasta con la existente tras la intervención rusa en Ucrania, que ha colapsado la cooperación de Occidente con Moscú. Pero esta situación “no es eterna”, opinó Medvédev. “Me parece que nuestros vecinos de Europa se van concienciando de que relacionarse y ser amigos es mejor que explicar de forma interminable en qué no tenemos razón”. “Espero que este tipo de concienciación llegará finalmente también a EE UU y a sus dirigentes”. Sin asumir responsabilidad por el deterioro internacional, Medvédev afirma que “la pelota está en el campo de Occidente” y que allí “pueden hacer los movimientos que indicarán el deseo de restablecer las relaciones. Nosotros estamos preparados”.

A su juicio la guerra con Georgia no es un problema que “determine para siempre” el carácter de las relaciones entre Rusia y aquel país. Aún hoy, el político ruso considera que el ingreso de Georgia en la OTAN es “una amenaza para la paz” que puede “provocar un terrible conflicto”. Si Georgia ingresa en la OTAN, incluso sin Abjasia y Osetia del Sur, “esto puede llevar a un conflicto potencial, sin ninguna duda, porque para nosotros Abjasia y Osetia del Sur son Estados independientes con los que tenemos relaciones amistosas y países en los cuales se encuentran nuestras bases militares”. “Y comprendemos que si otro país las ve como su territorio esto puede llevar a consecuencias muy graves”, afirmó. Y advirtió: “espero que a los dirigentes de la OTAN les baste la capacidad de raciocinio y no emprendan nada en este sentido”. Ningún país del espacio postsoviético ha reconocido a Abjasia y Osetia del Sur. Sí lo han hecho Venezuela, Nicaragua, Nauru y, desde mayo, Siria.

A resultas del reconocimiento ruso, Georgia rompió relaciones diplomáticas con Moscú. Derrotado en las elecciones de 2012, Saakashvili es acusado de delitos contra los derechos humanos en Georgia, pero los partidos que gobiernan actualmente en aquel país continúan la línea atlantista y consideran a Abjasia y Osetia del Sur como “territorios ocupados”. Una misión de la Unión Europea (EUMM) con base en Tbilisi recorre el perímetro de Abjasia y Osetia del Sur, sin poder penetrar en esas regiones, donde Rusia tiene guardafronteras. Las nocturnas “delimitaciones territoriales” de Osetia del Sur, que amplían la superficie de esta entidad metro a metro, causan conflictos esporádicos con Tbilisi. Se calcula que 16000 personas huyeron de Osetia del Sur a consecuencia de la guerra de agosto, sobre todo los habitantes de cuatro pueblos georgianos incendiados por la población local.

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