Guerra a las postales sexistas en Francia
Una organización feminista quiere acabar con una tradición que impulsa la “cultura de la violación”
Silvia Ayuso
París, El País
¿Qué tienen que ver los maravillosos campos de lavanda de la Provenza con los culos torneados de unas chicas? ¿Por qué la joven que escala en bicicleta el nevado monte Ventoux lo hace en tanga? Para dar envidia de vacaciones a los colegas que se quedaron trabajando en la ciudad, ¿hace falta mandar una foto de traseros —sí, casi siempre son culos, ya sea en tanga, en bikini o en pantalón mínimo— femeninos? Incluso en la era de Instagram, las tarjetas postales siguen siendo un clásico del verano. Pero para la asociación feminista francesa Femmes Solidaires, aquellas que, además de paisajes, muestran a mujeres casi siempre jóvenes, casi siempre semidesnudas, no hacen más que prolongar una cultura de degradación de la mujer.
Coincidiendo con la aprobación en Francia de una ley contra la violencia sexual y sexista que prevé incluso multas para el acoso sexual en la calle, la organización, que lucha contra la discriminación y promueve una educación no sexista, ha lanzado una campaña para acabar con las postales también sexistas que se siguen pudiendo comprar en muchos quioscos del país y que, afirman, ayudan a “legitimar y trivializar la violencia contra la mujer”.
Desde el 1 de agosto y durante todo el mes, la asociación publicará en sus redes sociales cada día una postal de carácter “sexista y a veces pornográfico” que, denuncia, no hacen más que “contribuir a una cultura de la violación que impone una imagen degradante de las mujeres” como “objetos consumibles y desechables”. Femmes Solidaires dice haber recopilado un centenar de postales de este tipo que les enviaron algunas de sus más de 10.000 miembros desde todo el país. Algunas personalidades, como la diputada de Gironda, Sophie Panonacle, se han unido a la campaña publicando fotos de quioscos donde se vende este tipo de postales.
Según la presidenta de Femmes Solidaires, Sabine Salmon, hay que actuar con la misma perspectiva que se hace ante el racismo o la homofobia. “Hay estereotipos por el color de la piel o por la orientación sexual y esos clichés llevan a una discriminación que puede generar violencia. Es lo mismo que pasa con el sexismo y la violencia contra las mujeres. Para llegar a la violencia hace falta pasar por la discriminación y todo comienza por estereotipos”, dijo en conversación telefónica con EL PAÍS.
En Francia, una mujer muere cada tres días a manos de su pareja, y cada año 62.000 más son víctimas de una violación o intento de violación, según cifras oficiales. Una de cada cinco mujeres ha declarado haber sufrido acoso sexual en su trabajo o en algún momento de su vida, y otro 20% de los franceses declara conocer al menos a una persona que ha sufrido esa situación.
Por cifras como estas, Femmes Solidaires busca convencer a las empresas que siguen imprimiendo este tipo de postales para que dejen de hacerlo. Pese al eco mediático que está teniendo su campaña, los responsables restan importancia al asunto, que algunos incluso califican de “anecdótico”. “Hace años que ya no las editamos”, dijo Yves Nicolet, de la editorial Cellard, una de las empresas a las que ha hecho su llamamiento la organización feminista. “Hoy en día ese es un mercado anecdótico que no corresponde a lo que quiere la gente”, agregó en declaraciones a la Agencia France Presse (AFP), si bien subrayó que esas postales “no vulneran a nadie”.
“Es un mercado muy restringido”, coincidió Eric Leconte, de la editorial Valoire Estel. “Las mujeres desnudas han desaparecido prácticamente” de este mercado, aseguró, intentando a la par, también, rebajar importancia a este tipo de producto: “Hay otras cosas en el mundo mucho más importantes”.
Las postales de verano, según Femmes Solidaires, generan un volumen de negocios de unos cien millones de euros. Alrededor del 10% de estas tarjetas son del carácter sexista que denuncia la organización. "No es por tanto tan anecdótico", apuntó Salomon, quien señaló también el fuerte impacto que ha tenido en pocos días la campaña, con comentarios acusando a la organización de actuar a favor del extremismo religioso, entre otros. "Ha habido una explosión de insultos, jamás nos habían insultado tanto por las redes sociales. Eso nos hace pensar que hemos puesto el dedo en la llaga del debate", consideró.
En cualquier caso, en vista del eco, Femmes Solidaires ha hecho un llamamiento a “ampliar” la campaña en las redes sociales, ya que, consideran, no hacen más que demostrar que sigue habiendo una gran falta de conocimientos en torno a esta cuestión. Y es que “no se trata de prohibir por prohibir”, precisó Sabine Salmon. El objetivo de una campaña, subrayó, es “abrir un debate en la sociedad francesa sobre las imágenes sexistas que nos rodean. Y creo que lo hemos logrado ampliamente”.
Silvia Ayuso
París, El País
¿Qué tienen que ver los maravillosos campos de lavanda de la Provenza con los culos torneados de unas chicas? ¿Por qué la joven que escala en bicicleta el nevado monte Ventoux lo hace en tanga? Para dar envidia de vacaciones a los colegas que se quedaron trabajando en la ciudad, ¿hace falta mandar una foto de traseros —sí, casi siempre son culos, ya sea en tanga, en bikini o en pantalón mínimo— femeninos? Incluso en la era de Instagram, las tarjetas postales siguen siendo un clásico del verano. Pero para la asociación feminista francesa Femmes Solidaires, aquellas que, además de paisajes, muestran a mujeres casi siempre jóvenes, casi siempre semidesnudas, no hacen más que prolongar una cultura de degradación de la mujer.
Coincidiendo con la aprobación en Francia de una ley contra la violencia sexual y sexista que prevé incluso multas para el acoso sexual en la calle, la organización, que lucha contra la discriminación y promueve una educación no sexista, ha lanzado una campaña para acabar con las postales también sexistas que se siguen pudiendo comprar en muchos quioscos del país y que, afirman, ayudan a “legitimar y trivializar la violencia contra la mujer”.
Desde el 1 de agosto y durante todo el mes, la asociación publicará en sus redes sociales cada día una postal de carácter “sexista y a veces pornográfico” que, denuncia, no hacen más que “contribuir a una cultura de la violación que impone una imagen degradante de las mujeres” como “objetos consumibles y desechables”. Femmes Solidaires dice haber recopilado un centenar de postales de este tipo que les enviaron algunas de sus más de 10.000 miembros desde todo el país. Algunas personalidades, como la diputada de Gironda, Sophie Panonacle, se han unido a la campaña publicando fotos de quioscos donde se vende este tipo de postales.
Según la presidenta de Femmes Solidaires, Sabine Salmon, hay que actuar con la misma perspectiva que se hace ante el racismo o la homofobia. “Hay estereotipos por el color de la piel o por la orientación sexual y esos clichés llevan a una discriminación que puede generar violencia. Es lo mismo que pasa con el sexismo y la violencia contra las mujeres. Para llegar a la violencia hace falta pasar por la discriminación y todo comienza por estereotipos”, dijo en conversación telefónica con EL PAÍS.
En Francia, una mujer muere cada tres días a manos de su pareja, y cada año 62.000 más son víctimas de una violación o intento de violación, según cifras oficiales. Una de cada cinco mujeres ha declarado haber sufrido acoso sexual en su trabajo o en algún momento de su vida, y otro 20% de los franceses declara conocer al menos a una persona que ha sufrido esa situación.
Por cifras como estas, Femmes Solidaires busca convencer a las empresas que siguen imprimiendo este tipo de postales para que dejen de hacerlo. Pese al eco mediático que está teniendo su campaña, los responsables restan importancia al asunto, que algunos incluso califican de “anecdótico”. “Hace años que ya no las editamos”, dijo Yves Nicolet, de la editorial Cellard, una de las empresas a las que ha hecho su llamamiento la organización feminista. “Hoy en día ese es un mercado anecdótico que no corresponde a lo que quiere la gente”, agregó en declaraciones a la Agencia France Presse (AFP), si bien subrayó que esas postales “no vulneran a nadie”.
“Es un mercado muy restringido”, coincidió Eric Leconte, de la editorial Valoire Estel. “Las mujeres desnudas han desaparecido prácticamente” de este mercado, aseguró, intentando a la par, también, rebajar importancia a este tipo de producto: “Hay otras cosas en el mundo mucho más importantes”.
Las postales de verano, según Femmes Solidaires, generan un volumen de negocios de unos cien millones de euros. Alrededor del 10% de estas tarjetas son del carácter sexista que denuncia la organización. "No es por tanto tan anecdótico", apuntó Salomon, quien señaló también el fuerte impacto que ha tenido en pocos días la campaña, con comentarios acusando a la organización de actuar a favor del extremismo religioso, entre otros. "Ha habido una explosión de insultos, jamás nos habían insultado tanto por las redes sociales. Eso nos hace pensar que hemos puesto el dedo en la llaga del debate", consideró.
En cualquier caso, en vista del eco, Femmes Solidaires ha hecho un llamamiento a “ampliar” la campaña en las redes sociales, ya que, consideran, no hacen más que demostrar que sigue habiendo una gran falta de conocimientos en torno a esta cuestión. Y es que “no se trata de prohibir por prohibir”, precisó Sabine Salmon. El objetivo de una campaña, subrayó, es “abrir un debate en la sociedad francesa sobre las imágenes sexistas que nos rodean. Y creo que lo hemos logrado ampliamente”.