Una red malversó 1.200 millones de dólares de la petrolera venezolana
Una investigación con base en Miami destapa a una mafia de empresarios y exfuncionarios chavistas, con conexiones en España, que blanqueó una fortuna saqueada de Pdvsa
Pablo de Llano
Miami, El País
Petróleos de Venezuela Sociedad Anónima (Pdvsa) no tiene fondo para los saqueadores. Hoy el Departamento de Justicia de Estados Unidos ha informado de una investigación con base en Miami que ha destapado a una red corrupta que malversó entre 2014 y 2015 unos 1.200 millones de dólares (1.023 millones de euros) succionados de las arcas de la petrolera estatal venezolana.
Venezuela es el país con las mayores reservas de petróleo del mundo, según la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), y Pdvsa, que controla toda su explotación y genera el 96% de las divisas de la nación caribeña, es la pieza madre de la corrupción institucional.
La operación Fuga de dinero –dirigida por agencias estadounidenses en coordinación con Reino Unido, España, Italia y Malta– ha llevado al arresto, este miércoles, de dos sospechosos. Uno es Matthias Krull, un alemán de 44 años que, según la acusación presentada ante un tribunal federal de Miami, era una suerte de banquero estrella de la cleptocracia chavista; residente en Panamá y en el pasado banquero en Suiza, Krull fue sorprendido por la policía en el aeropuerto de Miami. El otro es Gustavo Adolfo Hernández Frieri, de 45 años y colombiano con ciudadanía estadounidense; él fue arrestado en la isla de Sicilia (Italia), será extraditado a Estados Unidos y presuntamente usaba dos firmas suyas en Miami para lavar lo robado en Venezuela con inversiones ficticias.
La policía busca a otros seis acusados. El uruguayo Marcelo Gutiérrez Acosta y Lara, el portugués Hugo Ramalho y cuatro venezolanos: dos funcionarios de la burocracia chavista –Carmelo Urdantea, exconsejero del Ministerio de Petróleo y Minería, y Abraham Edgard Ortega, ex director ejecutivo de finanzas de Pdvsa–; José Vicente Chente Ampara, "lavador de dinero profesional" con tentáculos en España y Malta; y Francisco Convit Guruceaga, uno de aquellos empresarios que en Venezuela son conocidos como bolichicos –en síntesis: los jóvenes que siguen la huella de los boliburgueses, los veteranos del latrocinio sistémico que floreció de la mano de la revolución bolivariana de Hugo Chávez–.
La red criminal, según la investigación, empezó a operar en 2014 "con un esquema de cambio de divisas diseñado para malversar cerca de 600 millones de dólares de Pdvsa". A paso adrenalínico, seis meses después, mayo de 2015, el desfalco "se había duplicado a 1.200 millones de dólares". Una suma de dinero negro que principalmente se blanqueó en el enorme tambor de la lavadora de capitales furtivos que es la metrópolis de Miami –por encima de todo, su sector inmobiliario–. En una declaración jurada, uno de los agentes que hizo la investigación afirmó que en Venezuela "prosperan ecosistemas corruptos de varios miles de millones de dólares que están alimentando un río de fondos que pasa a través del sur de Florida, un centro internacional de lavado de dinero".
La policía estadounidense empezó a seguir los movimientos de capital de esta red desde el principio, y en 2016 dieron con la llave para entrar a la cámara oscura de la red cuando uno de los delincuentes de la mafia de lavado se ofreció como confidente. El topo aceptó ponerse un micro para grabar reuniones en las que se diseñó el blanqueo de 78 millones de dólares de Pdvsa; y eso que el ambiente de dichas citas podía ser tenso: el confidente contó a la policía que en un encuentro en Caracas, a finales de 2015, Convit los recibió en su oficina al consejero Urbaneta, a Chente Ampara y a él rodeado de guardaespaldas, con una pistola descansando sobre la mesa y a su vera un pastor alemán con un collar que transmite descargas eléctricas. Con el control remoto en la mano, el bolichico los miró y les dijo al amparo de su can: "A veces, no soy capaz de controlarlo".
Los investigadores acumularon cientos de grabaciones de su infiltrado durante más de dos años, hasta recabar suficientes pruebas para asestar este miércoles su primer golpe a esta organización criminal. Se sospecha que algunos de los fugitivos podrían estar en Venezuela. En ese caso sería harto improbable que se les pueda echar el guante, pero aparentemente la red ha sido destruida.
"Es una noticia sobresaliente", dice a EL PAÍS José Antonio Colina, presidente de Venezolanos Políticos Perseguidos en el Exilio, con sede en Miami. "Es un mensaje fuerte a la boliburguesía venezolana. Los que roban a nuestro pueblo serán perseguidos y enjuiciados en cualquier lugar".
Mientras tanto, Venezuela, gobernada por el sucesor de Chávez, Nicolás Maduro, sigue hundiéndose en la pobreza. Este lunes, el Fondo Monetario Internacional anunció que prevé que la inflación llegue a finales de 2018 al 1.000.000%. En abril, pensaba que sería un 13.800%, 72 veces menos. Hoy en día el salario mínimo en la nación caribeña es el equivalente a un dólar y medio según la tasa del mercado negro –la del venezolano de a pie–. Apenas alcanza para un kilo de pollo.
Pablo de Llano
Miami, El País
Petróleos de Venezuela Sociedad Anónima (Pdvsa) no tiene fondo para los saqueadores. Hoy el Departamento de Justicia de Estados Unidos ha informado de una investigación con base en Miami que ha destapado a una red corrupta que malversó entre 2014 y 2015 unos 1.200 millones de dólares (1.023 millones de euros) succionados de las arcas de la petrolera estatal venezolana.
Venezuela es el país con las mayores reservas de petróleo del mundo, según la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), y Pdvsa, que controla toda su explotación y genera el 96% de las divisas de la nación caribeña, es la pieza madre de la corrupción institucional.
La operación Fuga de dinero –dirigida por agencias estadounidenses en coordinación con Reino Unido, España, Italia y Malta– ha llevado al arresto, este miércoles, de dos sospechosos. Uno es Matthias Krull, un alemán de 44 años que, según la acusación presentada ante un tribunal federal de Miami, era una suerte de banquero estrella de la cleptocracia chavista; residente en Panamá y en el pasado banquero en Suiza, Krull fue sorprendido por la policía en el aeropuerto de Miami. El otro es Gustavo Adolfo Hernández Frieri, de 45 años y colombiano con ciudadanía estadounidense; él fue arrestado en la isla de Sicilia (Italia), será extraditado a Estados Unidos y presuntamente usaba dos firmas suyas en Miami para lavar lo robado en Venezuela con inversiones ficticias.
La policía busca a otros seis acusados. El uruguayo Marcelo Gutiérrez Acosta y Lara, el portugués Hugo Ramalho y cuatro venezolanos: dos funcionarios de la burocracia chavista –Carmelo Urdantea, exconsejero del Ministerio de Petróleo y Minería, y Abraham Edgard Ortega, ex director ejecutivo de finanzas de Pdvsa–; José Vicente Chente Ampara, "lavador de dinero profesional" con tentáculos en España y Malta; y Francisco Convit Guruceaga, uno de aquellos empresarios que en Venezuela son conocidos como bolichicos –en síntesis: los jóvenes que siguen la huella de los boliburgueses, los veteranos del latrocinio sistémico que floreció de la mano de la revolución bolivariana de Hugo Chávez–.
La red criminal, según la investigación, empezó a operar en 2014 "con un esquema de cambio de divisas diseñado para malversar cerca de 600 millones de dólares de Pdvsa". A paso adrenalínico, seis meses después, mayo de 2015, el desfalco "se había duplicado a 1.200 millones de dólares". Una suma de dinero negro que principalmente se blanqueó en el enorme tambor de la lavadora de capitales furtivos que es la metrópolis de Miami –por encima de todo, su sector inmobiliario–. En una declaración jurada, uno de los agentes que hizo la investigación afirmó que en Venezuela "prosperan ecosistemas corruptos de varios miles de millones de dólares que están alimentando un río de fondos que pasa a través del sur de Florida, un centro internacional de lavado de dinero".
La policía estadounidense empezó a seguir los movimientos de capital de esta red desde el principio, y en 2016 dieron con la llave para entrar a la cámara oscura de la red cuando uno de los delincuentes de la mafia de lavado se ofreció como confidente. El topo aceptó ponerse un micro para grabar reuniones en las que se diseñó el blanqueo de 78 millones de dólares de Pdvsa; y eso que el ambiente de dichas citas podía ser tenso: el confidente contó a la policía que en un encuentro en Caracas, a finales de 2015, Convit los recibió en su oficina al consejero Urbaneta, a Chente Ampara y a él rodeado de guardaespaldas, con una pistola descansando sobre la mesa y a su vera un pastor alemán con un collar que transmite descargas eléctricas. Con el control remoto en la mano, el bolichico los miró y les dijo al amparo de su can: "A veces, no soy capaz de controlarlo".
Los investigadores acumularon cientos de grabaciones de su infiltrado durante más de dos años, hasta recabar suficientes pruebas para asestar este miércoles su primer golpe a esta organización criminal. Se sospecha que algunos de los fugitivos podrían estar en Venezuela. En ese caso sería harto improbable que se les pueda echar el guante, pero aparentemente la red ha sido destruida.
"Es una noticia sobresaliente", dice a EL PAÍS José Antonio Colina, presidente de Venezolanos Políticos Perseguidos en el Exilio, con sede en Miami. "Es un mensaje fuerte a la boliburguesía venezolana. Los que roban a nuestro pueblo serán perseguidos y enjuiciados en cualquier lugar".
Mientras tanto, Venezuela, gobernada por el sucesor de Chávez, Nicolás Maduro, sigue hundiéndose en la pobreza. Este lunes, el Fondo Monetario Internacional anunció que prevé que la inflación llegue a finales de 2018 al 1.000.000%. En abril, pensaba que sería un 13.800%, 72 veces menos. Hoy en día el salario mínimo en la nación caribeña es el equivalente a un dólar y medio según la tasa del mercado negro –la del venezolano de a pie–. Apenas alcanza para un kilo de pollo.