Un ‘hashtag’ para denunciar el racismo cotidiano en Alemania
Miles de usuarios de origen extranjero se suman a la campaña #MeTwo para compartir sus experiencias
Enrique Müller
Berlín, El País
Miles de usuarios de origen extranjero se han sumado en los últimos días en Alemania a una campaña en las redes sociales para compartir sus experiencias de racismo cotidiano bajo el hashtag #MeTwo. El detonante ha sido el caso del futbolista Mesut Özil, alemán de origen turco que ha decidido abandonar la selección nacional tras ser criticado por hacerse una fotografía junto al presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan. “No jugaré más con Alemania mientras tenga esta sensación de racismo y falta de respeto. Soy alemán cuando ganamos y soy un inmigrante cuando perdemos“, dijo el futbolista tras semanas de polémica.
La denuncia de racismo en el seno de la Federación Alemania de Fútbol (DFB) hecha por Özil ha causado una tormenta política y ha situado en primera línea el debate en torno a la integración de los migrantes en el país. Un debate que ha saltado a las redes de la mano de Ali Can, de 24 años y origen turco, que lanzó el hashtag #MeTwo para ofrecer un foro a todos aquellos que se sientan maltratados en Alemania por su origen. Miles de personas han compartido situaciones cotidianas de discriminación, hasta el punto de convertir el #MeTwo en trending topic en Berlín el jueves pasado.
El hashtag, que une el “yo” inglés con el número dos, es casi gemelo del #MeToo (yo también) movimiento surgido en 2017 en EE UU para denunciar el acoso y la agresión sexual tras las acusaciones contra el productor de cine Harvey Weinstein. “¿Por qué dos? Porque soy más que una identidad”, argumenta Can, escritor y activista, en el vídeo de Facebook que lanzó la campaña. “No pensé que serían tantos”, ha explicado Can a la agencia Reuters sobre el impacto de su iniciativa. El joven considera que ha hecho falta una polémica como la de la estrella del Arsenal Özil, exhibida como modelo de integración durante años, para encender un debate necesario. “Es una oportunidad para hablar de integración y lo que significa ser alemán”, según Can.
Decenas de miles de personas han compartido sus historias en las redes sociales, entre ellas el periodista de Der Spiegel Hasnain Kazim. “Si soy el único no blanco en un tren abarrotado y entra la policía, el único que tiene que mostrar su documento de identidad soy yo“, ha denunciado Kazim. “Cuando los neonazis amenazan a tu madre, la fiscalía le dice: ‘Bueno, tal vez tu hijo no debería llamar tanto la atención en público’”, ha criticado el artista alemán Shahak Shapira, nacido en Israel y víctima de ataques antisemitas “Yo me siento como en casa en Alemania. Aquí tengo amigos y me encanta trabajar. Al mismo tiempo, puedo sentirme conectado con otra cultura o con otro país“, ha destacado Can en una entrevista en televisión.
En torno a un 22% de la población de Alemania (unos 82,5 millones) es descendiente de inmigrantes, y muchos comparten la sensación de Özil de ser tratados como alemanes e iguales cuando ganan o destacan, pero como migrantes cuando no es así. Un sentimiento que ha aumentado con el ascenso de la ultraderecha xenófoba de Alternativa para Alemania (AfD), que entró el pasado septiembre en el Parlamento federal y ha ganado apoyos a la sombra de la llegada de más de un millón y medio de solicitantes de asilo desde mediados de 2014.
La campaña #MeTwo ha llamado también la atención del Gobierno. “Al que crea que el racismo dejó de ser un problema en Alemania le recomiendo leer todos los tuits que han llegado al #MeTwo”, ha escrito en Twitter el ministro de Asuntos Exteriores, el socialdemócrata Heiko Maas. “Es impresionante y doloroso ver cuánta gente ha levantado su voz. Elevemos nuestra voz con ellos, contra el racismo, todo el tiempo y en todas partes”.
Ante una Alemania que defiende y presume de su capacidad de integración, hay otra que relata la experiencia de la calle, por ejemplo, la de un niño judío de 12 años al que alguien no tuvo empacho en soltar: “A la gente como tú, mi abuelo los fusilaba“. O mujeres a las que se comenta que están “bien integradas para ser turcas” o se les pregunta si sus padres van a “casarlas a los 16 años”.
Enrique Müller
Berlín, El País
Miles de usuarios de origen extranjero se han sumado en los últimos días en Alemania a una campaña en las redes sociales para compartir sus experiencias de racismo cotidiano bajo el hashtag #MeTwo. El detonante ha sido el caso del futbolista Mesut Özil, alemán de origen turco que ha decidido abandonar la selección nacional tras ser criticado por hacerse una fotografía junto al presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan. “No jugaré más con Alemania mientras tenga esta sensación de racismo y falta de respeto. Soy alemán cuando ganamos y soy un inmigrante cuando perdemos“, dijo el futbolista tras semanas de polémica.
La denuncia de racismo en el seno de la Federación Alemania de Fútbol (DFB) hecha por Özil ha causado una tormenta política y ha situado en primera línea el debate en torno a la integración de los migrantes en el país. Un debate que ha saltado a las redes de la mano de Ali Can, de 24 años y origen turco, que lanzó el hashtag #MeTwo para ofrecer un foro a todos aquellos que se sientan maltratados en Alemania por su origen. Miles de personas han compartido situaciones cotidianas de discriminación, hasta el punto de convertir el #MeTwo en trending topic en Berlín el jueves pasado.
El hashtag, que une el “yo” inglés con el número dos, es casi gemelo del #MeToo (yo también) movimiento surgido en 2017 en EE UU para denunciar el acoso y la agresión sexual tras las acusaciones contra el productor de cine Harvey Weinstein. “¿Por qué dos? Porque soy más que una identidad”, argumenta Can, escritor y activista, en el vídeo de Facebook que lanzó la campaña. “No pensé que serían tantos”, ha explicado Can a la agencia Reuters sobre el impacto de su iniciativa. El joven considera que ha hecho falta una polémica como la de la estrella del Arsenal Özil, exhibida como modelo de integración durante años, para encender un debate necesario. “Es una oportunidad para hablar de integración y lo que significa ser alemán”, según Can.
Decenas de miles de personas han compartido sus historias en las redes sociales, entre ellas el periodista de Der Spiegel Hasnain Kazim. “Si soy el único no blanco en un tren abarrotado y entra la policía, el único que tiene que mostrar su documento de identidad soy yo“, ha denunciado Kazim. “Cuando los neonazis amenazan a tu madre, la fiscalía le dice: ‘Bueno, tal vez tu hijo no debería llamar tanto la atención en público’”, ha criticado el artista alemán Shahak Shapira, nacido en Israel y víctima de ataques antisemitas “Yo me siento como en casa en Alemania. Aquí tengo amigos y me encanta trabajar. Al mismo tiempo, puedo sentirme conectado con otra cultura o con otro país“, ha destacado Can en una entrevista en televisión.
En torno a un 22% de la población de Alemania (unos 82,5 millones) es descendiente de inmigrantes, y muchos comparten la sensación de Özil de ser tratados como alemanes e iguales cuando ganan o destacan, pero como migrantes cuando no es así. Un sentimiento que ha aumentado con el ascenso de la ultraderecha xenófoba de Alternativa para Alemania (AfD), que entró el pasado septiembre en el Parlamento federal y ha ganado apoyos a la sombra de la llegada de más de un millón y medio de solicitantes de asilo desde mediados de 2014.
La campaña #MeTwo ha llamado también la atención del Gobierno. “Al que crea que el racismo dejó de ser un problema en Alemania le recomiendo leer todos los tuits que han llegado al #MeTwo”, ha escrito en Twitter el ministro de Asuntos Exteriores, el socialdemócrata Heiko Maas. “Es impresionante y doloroso ver cuánta gente ha levantado su voz. Elevemos nuestra voz con ellos, contra el racismo, todo el tiempo y en todas partes”.
Ante una Alemania que defiende y presume de su capacidad de integración, hay otra que relata la experiencia de la calle, por ejemplo, la de un niño judío de 12 años al que alguien no tuvo empacho en soltar: “A la gente como tú, mi abuelo los fusilaba“. O mujeres a las que se comenta que están “bien integradas para ser turcas” o se les pregunta si sus padres van a “casarlas a los 16 años”.