Irán amaga con interrumpir el suministro de petróleo de sus vecinos si se le impide exportar
Los Pasdarán respaldan una declaración de Rohani diciendo que EE UU no podrá privarles del crudo
Ángeles Espinosa
Dubái, El País
Las espadas están en alto. Con Estados Unidos trabajando para impedir las exportaciones de petróleo de Irán, los gobernantes iraníes han vuelto a recurrir a la retórica y las amenazas veladas, un arma que dominan. La Guardia Revolucionaria (Pasdarán) ha respaldado este miércoles una ambigua advertencia del presidente Hasan Rohani contra cualquier intento de privarles de su principal fuente de ingresos, alentando la idea de que planean interrumpir el suministro de crudo de sus vecinos como represalia.
En una breve carta al presidente iraní que ha sido difundida por la agencia IRNA, el general Qasem Soleimani, el más popular de los Pasdarán, ha expresado la disposición de ese ejército para llevar a cabo tal proyecto. “Según reflejan los medios de comunicación, usted ha dicho que si el petróleo de la República Islámica de Irán no puede exportarse, tampoco habrá garantías de que pueda hacerlo el resto de la región (...). Como soldado de esta nación, me gustaría expresarle mi gratitud”, afirma el militar, un héroe de la lucha contra el Estado Islámico.
El origen de tanto entusiasmo por parte de un hombre que algunos sectores barajan como sustituto de Rohani, está en unas palabras que el presidente pronunció el pasado lunes por la noche durante un encuentro con ciudadanos iraníes residentes en Suiza. “Los estadounidenses han afirmado que quieren detener por completo las exportaciones de petróleo iraní. No entienden el significado de esta declaración, porque no tiene ningún sentido que no se exporte el petróleo iraní mientras que se exporta el de la región”, dijo Rohani según la web de la presidencia.
Al día siguiente, durante su comparecencia ante la prensa con el presidente suizo, varios periodistas le preguntaron si estaba amenazando con interferir en la libre navegación de sus vecinos. Rohani, un astuto clérigo con gran capacidad dialéctica, evitó pillarse los dedos y siguió jugando con la semántica. “Asumir que Irán llegara a convertirse en el único productor que no pudiera exportar su petróleo es una asunción errónea… EE UU nunca podrá interrumpir los ingresos del petróleo de Irán”, declaró citado por Reuters.
En el pasado, en especial durante los mandatos de Mahmud Ahmadineyad, se hizo habitual que, cada vez que se sentían amenazados por EE UU, portavoces iraníes amenazaran con bloquear el estrecho de Ormuz, por donde a diario transitan 17 millones de barriles de crudo, el 20% de todo el petróleo mundial y el 35% del que se comercializa por vía marítima. Pero con el moderado Rohani cambió el tono y el acercamiento permitió firmar el acuerdo nuclear. Hasta la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump, que en mayo cumplió su promesa de abandonarlo. A la vez va a reimponer sus sanciones a Irán, pero necesita el apoyo de otros países.
De ahí que por un lado, amenace a las empresas que hagan negocios con Teherán (sobre todo europeas porque son las que más intereses tienen en EE UU), y de otro, busque la forma de compensar el efecto que sobre el precio del petróleo tendrá la retirada de los 2,6 millones de barriles que en la actualidad exporta Irán. Con ese fin, Trump llamó el pasado fin de semana al rey Salmán de Arabia Saudí para pedirle que pusiera a la venta dos millones de barriles extra. Aunque el locuaz Trump lo dio por hecho en su cuenta de Twitter, los saudíes mantienen una calculada ambigüedad: El Consejo de Ministros del martes reiteró la disposición a "usar su capacidad extra para equilibrar el mercado global", pero sin comprometerse a un objetivo concreto.
Se trata de una decisión compleja para el Reino del Desierto. Sin duda quiere colaborar con EE UU en el acoso económico a Irán, pero tiene que velar por sus propios intereses. Más allá de la viabilidad de poner sus instalaciones a pleno rendimiento y el reto de encontrar petroleros para despachar el crudo, a Riad le preocupa el precio del barril ya que un descenso afecta a su déficit presupuestario y a la eventual salida a Bolsa de Aramco, su empresa nacional de petróleo. Además, justo a principios de mes, los principales productores de petróleo acordaron regresar a las cuotas que se habían asignado antes del recorte pactado a finales de 2016 para que se recuperaran los precios, lo que supone un aumento moderado de la producción.
En ese contexto de acoso económico a Irán, las palabras de Rohani han sonado como música celestial entre los más conservadores del régimen, que nunca aceptaron el acuerdo nuclear y se han visto reivindicados con la salida del mismo de EE UU. Todos los medios afines llevaban el tema en sus primeras páginas del miércoles. “Eliminar el petróleo iraní del mercado es una fantasía”, titulaba el ultra Kayhan. “Cortar el petróleo de Irán significaría cortar el petróleo de la región”, abría su portada el Tehran Times. La afectuosa misiva del general Soleimani supone además la confirmación de que Washington está empujando a Rohani en brazos de los ultras.
Ángeles Espinosa
Dubái, El País
Las espadas están en alto. Con Estados Unidos trabajando para impedir las exportaciones de petróleo de Irán, los gobernantes iraníes han vuelto a recurrir a la retórica y las amenazas veladas, un arma que dominan. La Guardia Revolucionaria (Pasdarán) ha respaldado este miércoles una ambigua advertencia del presidente Hasan Rohani contra cualquier intento de privarles de su principal fuente de ingresos, alentando la idea de que planean interrumpir el suministro de crudo de sus vecinos como represalia.
En una breve carta al presidente iraní que ha sido difundida por la agencia IRNA, el general Qasem Soleimani, el más popular de los Pasdarán, ha expresado la disposición de ese ejército para llevar a cabo tal proyecto. “Según reflejan los medios de comunicación, usted ha dicho que si el petróleo de la República Islámica de Irán no puede exportarse, tampoco habrá garantías de que pueda hacerlo el resto de la región (...). Como soldado de esta nación, me gustaría expresarle mi gratitud”, afirma el militar, un héroe de la lucha contra el Estado Islámico.
El origen de tanto entusiasmo por parte de un hombre que algunos sectores barajan como sustituto de Rohani, está en unas palabras que el presidente pronunció el pasado lunes por la noche durante un encuentro con ciudadanos iraníes residentes en Suiza. “Los estadounidenses han afirmado que quieren detener por completo las exportaciones de petróleo iraní. No entienden el significado de esta declaración, porque no tiene ningún sentido que no se exporte el petróleo iraní mientras que se exporta el de la región”, dijo Rohani según la web de la presidencia.
Al día siguiente, durante su comparecencia ante la prensa con el presidente suizo, varios periodistas le preguntaron si estaba amenazando con interferir en la libre navegación de sus vecinos. Rohani, un astuto clérigo con gran capacidad dialéctica, evitó pillarse los dedos y siguió jugando con la semántica. “Asumir que Irán llegara a convertirse en el único productor que no pudiera exportar su petróleo es una asunción errónea… EE UU nunca podrá interrumpir los ingresos del petróleo de Irán”, declaró citado por Reuters.
En el pasado, en especial durante los mandatos de Mahmud Ahmadineyad, se hizo habitual que, cada vez que se sentían amenazados por EE UU, portavoces iraníes amenazaran con bloquear el estrecho de Ormuz, por donde a diario transitan 17 millones de barriles de crudo, el 20% de todo el petróleo mundial y el 35% del que se comercializa por vía marítima. Pero con el moderado Rohani cambió el tono y el acercamiento permitió firmar el acuerdo nuclear. Hasta la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump, que en mayo cumplió su promesa de abandonarlo. A la vez va a reimponer sus sanciones a Irán, pero necesita el apoyo de otros países.
De ahí que por un lado, amenace a las empresas que hagan negocios con Teherán (sobre todo europeas porque son las que más intereses tienen en EE UU), y de otro, busque la forma de compensar el efecto que sobre el precio del petróleo tendrá la retirada de los 2,6 millones de barriles que en la actualidad exporta Irán. Con ese fin, Trump llamó el pasado fin de semana al rey Salmán de Arabia Saudí para pedirle que pusiera a la venta dos millones de barriles extra. Aunque el locuaz Trump lo dio por hecho en su cuenta de Twitter, los saudíes mantienen una calculada ambigüedad: El Consejo de Ministros del martes reiteró la disposición a "usar su capacidad extra para equilibrar el mercado global", pero sin comprometerse a un objetivo concreto.
Se trata de una decisión compleja para el Reino del Desierto. Sin duda quiere colaborar con EE UU en el acoso económico a Irán, pero tiene que velar por sus propios intereses. Más allá de la viabilidad de poner sus instalaciones a pleno rendimiento y el reto de encontrar petroleros para despachar el crudo, a Riad le preocupa el precio del barril ya que un descenso afecta a su déficit presupuestario y a la eventual salida a Bolsa de Aramco, su empresa nacional de petróleo. Además, justo a principios de mes, los principales productores de petróleo acordaron regresar a las cuotas que se habían asignado antes del recorte pactado a finales de 2016 para que se recuperaran los precios, lo que supone un aumento moderado de la producción.
En ese contexto de acoso económico a Irán, las palabras de Rohani han sonado como música celestial entre los más conservadores del régimen, que nunca aceptaron el acuerdo nuclear y se han visto reivindicados con la salida del mismo de EE UU. Todos los medios afines llevaban el tema en sus primeras páginas del miércoles. “Eliminar el petróleo iraní del mercado es una fantasía”, titulaba el ultra Kayhan. “Cortar el petróleo de Irán significaría cortar el petróleo de la región”, abría su portada el Tehran Times. La afectuosa misiva del general Soleimani supone además la confirmación de que Washington está empujando a Rohani en brazos de los ultras.