Inglaterra, a las puertas de una final mundialista medio siglo después
Miguel Ángel Moreno
San Petersburgo, EFE
En 1966, el grupo musical The Beatles lanzó el disco 'Revolver' con canciones para la historia como 'Eleanor Rigby' o 'Yellow Submarine', Estados Unidos seguía enviando soldados a la Guerra del Vietnam y en España el ministro Manuel Fraga se bañaba ante las cámaras en una playa almeriense donde cayó una bomba perdida asegurando que no había radiactividad.
En ese mismo 1966, hace más de medio siglo, Inglaterra disputó su primera y única final de un Mundial, en la edición de la Copa del Mundo que organizó el país que dio forma definitiva a este deporte. Lo hizo ante la República Federal Alemana por 4-2, un 30 de julio en Londres y antes superó a Argentina y Portugal en los cruces.
Antes de su Mundial, Inglaterra solo había participado en cuatro ediciones, con los cuartos de final como máxima cota obtenida (en Suiza 1954 y Chile 1966). Después del éxito de los Gordon Banks, Geoff Hurst o Bobby Charlton, los cuartos de final fueron el dique de los 'Tres Leones' excepto en Italia 1990, cuando llegaron a semifinales contra la Alemania Federal y cayeron en los penaltis.
Medio siglo después, la Inglaterra que dirige Gareth Southgate ya logró igualar las semifinales de Italia 90 tras su incontestable triunfo ante Suecia en Samara (0-2) y está a solo un paso, el partido del próximo 11 de julio en el estadio Luzhniki de Moscú contra Croacia, de plantarse en una final otra vez.
Lo ha logrado en una edición en la que las quinielas no incluían al conjunto inglés entre los favoritos. Decimotercera de la clasificación mundial de la FIFA con los mismos puntos que Dinamarca, un ramillete de selecciones encabezadas por Alemania, Brasil, Bélgica, Portugal, Argentina, Francia o España se situaban por delante en todas las apuestas.
De todas ellas, cuando solo quedan cuatro equipos en busca de la gloria, solo sobreviven los belgas, los galos, los croatas (vigésimos según este 'ranking') e Inglaterra.
Un conjunto inglés que se desembarazó en octavos del fatalismo de los lanzamientos de penalti, una instancia que le había sido esquiva en todas sus participaciones en los Mundiales.
Solo habían ganado una en un gran torneo: en los cuartos de la Eurocopa de Inglaterra 1966 contra España, aunque Alemania les eliminó después en semifinales de la misma forma, con un penalti fallado por Southgate.
En los cuartos de final disputados en Samara, la Inglaterra menos 'inglesa' en el sentido táctico de la palabra, ya que es una selección que ha apostado por el toque y el juego asociativo, ganó de la forma más propia a su tradición futbolística: con dos goles de cabeza.
El primero, del central Harry Maguire a saque de esquina del lateral Ashley Young, adelantándose a la marca del centrocampista sueco Emil Forsberg y aprovechándose de sus 1,93 metros de estatura.
La sentencia también llegó de un testarazo, en este caso más por buena colocación que por potencia, ya que el protagonista fue el mediapunta Dele Alli, que aprovechó un maravilloso servicio desde la derecha de Jesse Lingard para rematar libre de vigilancia y dejar el duelo finiquitado para los 'Tres Leones'.
Goles de dos futbolistas que definen bien lo que es esta selección: joven (Maguire tiene 25, Alli 22), inexperta (10 partidos oficiales de Maguire, 28 de Alli) y moldeada por un entrenador que ha estudiado metódicamente las posibilidades de sus jugadores.
"Sabíamos que las jugadas a balón parado podían marcar el partido, el centro de Jesse (Lingard) a Dele (Alli) estaba muy trabajado en el entrenamiento", confesó tras el partido el central del Leicester.
Su primer gol en un Mundial contribuyó a poner a Inglaterra entre las cuatro mejores del mundo, 28 años después, y en cuatro días, en el Luzhniki de Moscú ante Croacia, los 'Tres Leones' lucharán por repetir en ese escenario el 15 de julio y estar en una final medio siglo después.
Los de Southgate aspiran a que en 2018, como en 1966, suenen con más fuerza aún 'The Beatles', al que su hinchada añadirá el 'It's coming home', la canción de la Eurocopa 1996 que pide que el título del Mundial vuelva "a casa" y que cada vez está más vigente en Rusia 2018.
San Petersburgo, EFE
En 1966, el grupo musical The Beatles lanzó el disco 'Revolver' con canciones para la historia como 'Eleanor Rigby' o 'Yellow Submarine', Estados Unidos seguía enviando soldados a la Guerra del Vietnam y en España el ministro Manuel Fraga se bañaba ante las cámaras en una playa almeriense donde cayó una bomba perdida asegurando que no había radiactividad.
En ese mismo 1966, hace más de medio siglo, Inglaterra disputó su primera y única final de un Mundial, en la edición de la Copa del Mundo que organizó el país que dio forma definitiva a este deporte. Lo hizo ante la República Federal Alemana por 4-2, un 30 de julio en Londres y antes superó a Argentina y Portugal en los cruces.
Antes de su Mundial, Inglaterra solo había participado en cuatro ediciones, con los cuartos de final como máxima cota obtenida (en Suiza 1954 y Chile 1966). Después del éxito de los Gordon Banks, Geoff Hurst o Bobby Charlton, los cuartos de final fueron el dique de los 'Tres Leones' excepto en Italia 1990, cuando llegaron a semifinales contra la Alemania Federal y cayeron en los penaltis.
Medio siglo después, la Inglaterra que dirige Gareth Southgate ya logró igualar las semifinales de Italia 90 tras su incontestable triunfo ante Suecia en Samara (0-2) y está a solo un paso, el partido del próximo 11 de julio en el estadio Luzhniki de Moscú contra Croacia, de plantarse en una final otra vez.
Lo ha logrado en una edición en la que las quinielas no incluían al conjunto inglés entre los favoritos. Decimotercera de la clasificación mundial de la FIFA con los mismos puntos que Dinamarca, un ramillete de selecciones encabezadas por Alemania, Brasil, Bélgica, Portugal, Argentina, Francia o España se situaban por delante en todas las apuestas.
De todas ellas, cuando solo quedan cuatro equipos en busca de la gloria, solo sobreviven los belgas, los galos, los croatas (vigésimos según este 'ranking') e Inglaterra.
Un conjunto inglés que se desembarazó en octavos del fatalismo de los lanzamientos de penalti, una instancia que le había sido esquiva en todas sus participaciones en los Mundiales.
Solo habían ganado una en un gran torneo: en los cuartos de la Eurocopa de Inglaterra 1966 contra España, aunque Alemania les eliminó después en semifinales de la misma forma, con un penalti fallado por Southgate.
En los cuartos de final disputados en Samara, la Inglaterra menos 'inglesa' en el sentido táctico de la palabra, ya que es una selección que ha apostado por el toque y el juego asociativo, ganó de la forma más propia a su tradición futbolística: con dos goles de cabeza.
El primero, del central Harry Maguire a saque de esquina del lateral Ashley Young, adelantándose a la marca del centrocampista sueco Emil Forsberg y aprovechándose de sus 1,93 metros de estatura.
La sentencia también llegó de un testarazo, en este caso más por buena colocación que por potencia, ya que el protagonista fue el mediapunta Dele Alli, que aprovechó un maravilloso servicio desde la derecha de Jesse Lingard para rematar libre de vigilancia y dejar el duelo finiquitado para los 'Tres Leones'.
Goles de dos futbolistas que definen bien lo que es esta selección: joven (Maguire tiene 25, Alli 22), inexperta (10 partidos oficiales de Maguire, 28 de Alli) y moldeada por un entrenador que ha estudiado metódicamente las posibilidades de sus jugadores.
"Sabíamos que las jugadas a balón parado podían marcar el partido, el centro de Jesse (Lingard) a Dele (Alli) estaba muy trabajado en el entrenamiento", confesó tras el partido el central del Leicester.
Su primer gol en un Mundial contribuyó a poner a Inglaterra entre las cuatro mejores del mundo, 28 años después, y en cuatro días, en el Luzhniki de Moscú ante Croacia, los 'Tres Leones' lucharán por repetir en ese escenario el 15 de julio y estar en una final medio siglo después.
Los de Southgate aspiran a que en 2018, como en 1966, suenen con más fuerza aún 'The Beatles', al que su hinchada añadirá el 'It's coming home', la canción de la Eurocopa 1996 que pide que el título del Mundial vuelva "a casa" y que cada vez está más vigente en Rusia 2018.