El talón de Aquiles de los móviles de los soldados israelíes

El Ejército hebreo destapa una trama de Hamás para captar información a través de los dispositivos

Juan Carlos Sanz
Tel Aviv, El País
Si se llama Amit Cohen, es joven y atractiva y se comunica con fluidez en argot hebreo, ¿qué hay malo en trabar amistad con ella en las redes sociales? Esto debieron de preguntarse los centenares de soldados israelíes de reemplazo, jóvenes de entre 18 y 21 años, que han sido contactados en sus móviles este año vía Facebook o WhatsApp por agentes de Hamás que suplantaban identidades reales para tratar de sonsacar información militar sensible.


“Han mejorado mucho [los ciberespías del grupo islamista palestino], pero aún no son lo suficientemente buenos”, reconocía este martes ante la prensa internacional destacada en Israel un alto mando de la inteligencia castrense. Se expresaba así en la base de Kyria, el cuartel general del Ejército situado en el centro de Tel Aviv, pero su identidad no puede ser revelada. Los reporteros tuvieron que desconectar los ordenadores y entregar los teléfonos antes de recibir la información.

En este entorno de secretismo que rodea el sancta sanctórum del Departamento de Información de Seguridad, los portavoces militares vienen a admitir, tras dar varios rodeos, que uno de sus mayores enemigos ha descubierto el punto débiles de las Fuerzas Armadas más poderosas de Oriente Próximo. Como casi todos los miembros de su generación, los millennials hebreos uniformados pasan la mayor parte del tiempo libre observando y manipulando la pantalla de sus móviles inteligentes. En su caso, el cordón umbilical que les mantiene unidos a familiares y amigos en la soledad del cuartel.

Este talón de Aquiles del Ejército ya fue descubierto el año pasado, cuando centenares de soldados —hombres en su gran mayoría, aunque también llegaron mensajes de jóvenes apuestos destinados a las mujeres alistadas, que cumplen dos años de servicio militar— recibieron ofertas de amistad a través de Facebook de desconocidos que les enviaban sus fotografías para proponerles iniciar una relación. En realidad se trataba de miembros del movimiento islámico conectados a través de Internet desde Gaza —donde Hamás gobierna de facto desde hace más de una década— que utilizaban identidades falsas. La tentativa resultó fallida, ya que las aplicaciones de contacto resultaron ser primitivas y se desvanecían con rapidez en los sistema operativos.

“Ahora ya saben lo que hacen”, precisa uno de los responsables de la inteligencia militar israelí que ha participado en la denominada Operación Corazón Roto. A partir de enero de este año, decenas de soldados que cumplen el servicio militar obligatorio comunicaron a sus superiores que estaban recibiendo “extraños mensajes” en sus teléfonos móviles. Esta vez los contactos se estaban entablando también a través de WhatsApp por medio de una estrategia más refinada. Después de la invitación de amistad y la fotografía, el recluta contactado recibía también un mensaje con un número de teléfono correspondiente a un ciudadano israelí cuya identidad había sido suplantada.

“Las primeras conversaciones eran las habituales en estos casos —‘Has hecho aliyá (inmigración para judíos) o eres sabra (nacido en Israel)— entre jóvenes”, detallaba un alto oficial en la torre de oficinas militares de la base Kirya. “Luego pasaban a intimar —“bájate esta aplicación y así podremos seguir hablando por vídeollamada”—, y ahí estaba el problema”. Los agentes de Hamás habían conseguido crear aplicaciones gratuitas maliciosas para obtener información y situarlas en Google Play Store, de forma que no levantaran sospechas. Se trataba de dos aplicaciones apócrifas de citas —Mink Chat y Glance Love— para invitar a salir a otra persona, y otra sobre fútbol —Golden Cup—, al hilo del Mundial. “Están bien elaboradas”, reconoce un responsable de inteligencia militar, “remiten a enlaces oficiales de citas o informan acertadamente sobre los partidos”.

Los investigadores castrenses israelíes de la Operación Corazón Roto aseguran que no tardaron en descubrir la mano de Hamás tras los inocentes mensajes. “Era una trampa para los soldados, que al bajarse las aplicaciones exponían la información contenida en sus móviles: los mensajes de texto, documentos, lista de contactos, fotos y vídeos. Y, sobre todo, la localización del soldado, cuyas conversaciones podían ser escuchadas”, remacha amparado bajo el secreto de identidad uno de los oficiales de inteligencia. “Esto muestra hasta qué punto han aumentado los esfuerzos la infraestructura de inteligencia de Hamás por captar información”.

El Ejército israelí reaccionó con rapidez. Ahora está prohibido introducir móviles o relojes digitales en las áreas de máxima seguridad militares. Los soldados han sido aleccionados para que no escuchen los cantos de sirena que llegan a través de las redes sociales mediante una estricta directiva de uso los teléfonos inteligentes. A los reclutas se les muestran también ejemplos de aplicaciones maliciosas para contrarrestar la ofensiva de la ciberguerra de Hamás en las redes sociales. El movimiento islamista palestino no se ha pronunciado aún sobre la acusación de espionaje lanzada ahora por el Ejército. La revelación, sin embargo, viene a mostrar la preocupación de Israel por una generación de soldados cada vez más dependiente de la tecnología y de la conexión a Internet y las redes sociales. A pesar de contar con los mejores mapas de todo Oriente Próximo, no son raros los casos en los que soldados israelíes se extravían en Cisjordania y acaban en zona bajo control de la Autoridad Palestina y tienen que ser rescatados por las fuerzas de seguridad del Gobierno de Ramala. Incluso en la cuna de la Biblia, la fe ciega en el navegador del móvil pierde sentido cuando se circula por territorios ocupados militarmente desde hace medio siglo.

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