El boicot a tres empresas en Marruecos sitúa a Mohamed VI en un dilema
El éxito de una campaña nacida en las redes sociales contra la carestía de la vida ha sobrepasado al Gobierno
Francisco Peregil
Rabat, El País
En Marruecos no se observan ahora manifestaciones masivas en las calles. Sin embargo, cientos de miles de marroquíes están ejerciendo una protesta silenciosa demoledora, imposible de reprimir con policías antidisturbios ni con jueces. A diferencia de las protestas de 2016 en el Rif, la policía no carga contra miles de jóvenes, no hay grandes imágenes que ocupen las portadas de los diarios. Pero el boicot ciudadano contra tres empresas que comenzó el 20 de abril en Facebook está provocando una crisis social y política de consecuencias imprevisibles.
El Gobierno se ha visto sobrepasado. El ministro islamista de Asuntos Generales, Lahcen Daudi, presentó su dimisión el miércoles tras el aluvión de críticas que recibió por sumarse a una manifestación frente al Parlamento marroquí contra el boicot. La campaña ciudadana continúa, los precios no bajan y cada vez más voces reclaman la intervención del rey.
El semanario MarocHebdo, afín a la política del Palacio Real, titulaba este viernes en portada: “Majestad, usted es el último recurso”. Y añadía: “Crisis social. El Gobierno [formado por una coalición de cinco partidos] ha mostrado sus límites frente a la gravedad de la situación que atraviesa el país. Un nuevo seísmo político sería saludable. Los marroquíes se vuelven hacia el rey”.
Hace una semana el politólogo Ahmed el Buz declaraba a Huffpost Maghreb: “Si la crisis continúa la intervención del rey será inevitable, dado el impacto del boicot sobre la economía nacional y sobre las relaciones de Marruecos con sus socios e inversores”. Hay quienes creen que una hazaña de la selección marroquí en el Mundial de Rusia que comienza esta semana podría debilitar el boicot. Pero El Buz indicó a este diario que eso le parece muy improbable: “El fenómeno es demasiado serio para que se olvide por un Mundial. Esta protesta contra la desigualdad y la carestía de vida tiene más adhesiones en Marruecos que en su día tuvo la primavera árabe”.
En cuanto a la opción de recurrir a Mohamed VI, la directora del semanario Telquel, Aïcha Akalay, escribía el mismo viernes que el rey no “puede estar constantemente solicitado para desempeñar el papel de bombero”. Y asumía: “De él se espera que imprima el rumbo que nosotros hemos perdido”.
Las marcas afectadas son la leche Centrale Danone, el agua Sidi Ali y las gasolineras Afriquia. Las tres mantienen desde hace décadas el liderazgo en sus respectivos sectores. La leche pertenece a la multinacional Danone y está participada en un 5% por el consorcio industrial del rey Mohamed VI; la marca del agua es propiedad de la familia de Miriem Bensalah-Chaqroun, presidenta hasta el mes pasado la patronal marroquí, CGEM. Y las estaciones de servicio Afriquia pertenecen a Aziz Ajanuch, ministro de Agricultura y Pesca desde 2007, segunda fortuna del país después del rey y líder del liberal RNI (Reagrupamiento Nacional de Independientes), miembro de un Gobierno de coalición presidido por el islamista Partido Justicia y Desarrollo (PJD).
Ajanuch había reformado el último año la estructura del RNI para aspirar a ganar las legislativas de 2021 y convertirse así en jefe de Gobierno. Sin embargo, en apenas seis semanas de boicot su imagen ha perdido consistencia. Tanto es así que el boicot se extendió hace tres semanas al pescado, para denunciar la carestía de las sardinas durante el Ramadán y Ajanuch, que es el máximo responsable de Pesca, no se ha atrevido a hacer ninguna declaración. Sus críticos le reprochan haber agrandado sus márgenes de beneficio desde que el Ejecutivo del islamista Abdelilá Benkirán (2011-2017) terminó con las subvenciones a la gasolina y liberalizó los precios en 2014.
El pasado jueves, el rey inauguraba en Tánger junto a Aziz Ajanuch un puerto de pesca y de recreo. De pronto se produjo un hecho inaudito: delante del monarca, entre el público asistente se oyeron los clásicos vivas al rey, pero hubo gente que se atrevió a gritar: “Ajanuch márchate”. Ajanuch es el único ministro que ha invitado al rey a cenar en su casa, hay una relación afectiva entre ambos desde hace mucho tiempo. Y ese día se vio abucheado delante del monarca. La escena fue grabada y difundida, cómo no, en las redes sociales.
Mohamed VI no ha pronunciado hasta ahora una sola palabra sobre la mayor crisis social que vive el país desde la registrada en Alhucemas. El dilema al que se enfrenta el monarca no tiene precedentes: respaldar o repudiar la acción que ejercen millones de marroquíes contra los intereses económicos de tres empresas líderes en el país. En los próximos días tendrá que aceptar o rechazar la dimisión del ministro de Asuntos Generales. El rey es el único con potestad para nombrar o destituir ministros. Y esa decisión será ya una forma de pronunciarse.
La rebelión de las masas comenzó en Facebook el 20 abril, pero el pulso se está librando en la calle, en las tiendas, en los cafés y en las gasolineras. De forma silenciosa, implacable.
Francisco Peregil
Rabat, El País
En Marruecos no se observan ahora manifestaciones masivas en las calles. Sin embargo, cientos de miles de marroquíes están ejerciendo una protesta silenciosa demoledora, imposible de reprimir con policías antidisturbios ni con jueces. A diferencia de las protestas de 2016 en el Rif, la policía no carga contra miles de jóvenes, no hay grandes imágenes que ocupen las portadas de los diarios. Pero el boicot ciudadano contra tres empresas que comenzó el 20 de abril en Facebook está provocando una crisis social y política de consecuencias imprevisibles.
El Gobierno se ha visto sobrepasado. El ministro islamista de Asuntos Generales, Lahcen Daudi, presentó su dimisión el miércoles tras el aluvión de críticas que recibió por sumarse a una manifestación frente al Parlamento marroquí contra el boicot. La campaña ciudadana continúa, los precios no bajan y cada vez más voces reclaman la intervención del rey.
El semanario MarocHebdo, afín a la política del Palacio Real, titulaba este viernes en portada: “Majestad, usted es el último recurso”. Y añadía: “Crisis social. El Gobierno [formado por una coalición de cinco partidos] ha mostrado sus límites frente a la gravedad de la situación que atraviesa el país. Un nuevo seísmo político sería saludable. Los marroquíes se vuelven hacia el rey”.
Hace una semana el politólogo Ahmed el Buz declaraba a Huffpost Maghreb: “Si la crisis continúa la intervención del rey será inevitable, dado el impacto del boicot sobre la economía nacional y sobre las relaciones de Marruecos con sus socios e inversores”. Hay quienes creen que una hazaña de la selección marroquí en el Mundial de Rusia que comienza esta semana podría debilitar el boicot. Pero El Buz indicó a este diario que eso le parece muy improbable: “El fenómeno es demasiado serio para que se olvide por un Mundial. Esta protesta contra la desigualdad y la carestía de vida tiene más adhesiones en Marruecos que en su día tuvo la primavera árabe”.
En cuanto a la opción de recurrir a Mohamed VI, la directora del semanario Telquel, Aïcha Akalay, escribía el mismo viernes que el rey no “puede estar constantemente solicitado para desempeñar el papel de bombero”. Y asumía: “De él se espera que imprima el rumbo que nosotros hemos perdido”.
Las marcas afectadas son la leche Centrale Danone, el agua Sidi Ali y las gasolineras Afriquia. Las tres mantienen desde hace décadas el liderazgo en sus respectivos sectores. La leche pertenece a la multinacional Danone y está participada en un 5% por el consorcio industrial del rey Mohamed VI; la marca del agua es propiedad de la familia de Miriem Bensalah-Chaqroun, presidenta hasta el mes pasado la patronal marroquí, CGEM. Y las estaciones de servicio Afriquia pertenecen a Aziz Ajanuch, ministro de Agricultura y Pesca desde 2007, segunda fortuna del país después del rey y líder del liberal RNI (Reagrupamiento Nacional de Independientes), miembro de un Gobierno de coalición presidido por el islamista Partido Justicia y Desarrollo (PJD).
Ajanuch había reformado el último año la estructura del RNI para aspirar a ganar las legislativas de 2021 y convertirse así en jefe de Gobierno. Sin embargo, en apenas seis semanas de boicot su imagen ha perdido consistencia. Tanto es así que el boicot se extendió hace tres semanas al pescado, para denunciar la carestía de las sardinas durante el Ramadán y Ajanuch, que es el máximo responsable de Pesca, no se ha atrevido a hacer ninguna declaración. Sus críticos le reprochan haber agrandado sus márgenes de beneficio desde que el Ejecutivo del islamista Abdelilá Benkirán (2011-2017) terminó con las subvenciones a la gasolina y liberalizó los precios en 2014.
El pasado jueves, el rey inauguraba en Tánger junto a Aziz Ajanuch un puerto de pesca y de recreo. De pronto se produjo un hecho inaudito: delante del monarca, entre el público asistente se oyeron los clásicos vivas al rey, pero hubo gente que se atrevió a gritar: “Ajanuch márchate”. Ajanuch es el único ministro que ha invitado al rey a cenar en su casa, hay una relación afectiva entre ambos desde hace mucho tiempo. Y ese día se vio abucheado delante del monarca. La escena fue grabada y difundida, cómo no, en las redes sociales.
Mohamed VI no ha pronunciado hasta ahora una sola palabra sobre la mayor crisis social que vive el país desde la registrada en Alhucemas. El dilema al que se enfrenta el monarca no tiene precedentes: respaldar o repudiar la acción que ejercen millones de marroquíes contra los intereses económicos de tres empresas líderes en el país. En los próximos días tendrá que aceptar o rechazar la dimisión del ministro de Asuntos Generales. El rey es el único con potestad para nombrar o destituir ministros. Y esa decisión será ya una forma de pronunciarse.
La rebelión de las masas comenzó en Facebook el 20 abril, pero el pulso se está librando en la calle, en las tiendas, en los cafés y en las gasolineras. De forma silenciosa, implacable.