Qué es y cómo funciona bitcoin, el dinero de internet
Es una red descentralizada que por primera vez permite transferir valor sin intermediarios como bancos y gobiernos
Olivia Goldschmidt
jestrada@infobae.com
Más que una moneda digital Bitcoin es la evolución de internet. La primera fase de internet nos brindó el email, las empresas dot com, la mensajería instantánea, las redes sociales, big data y el principio de la internet de las cosas. Bitcoin es la puerta de entrada a un mundo de posibilidades que promete transformar nuevamente las relaciones sociales, económicas y políticas.
El desarrollo de la primera etapa de internet se apoyó en el modelo TCP/IP, el lenguaje que se usa desde 1970 para que las computadoras puedan comunicarse en una red. Veinte años después nació la world wide web, o red informática mundial, la herramienta que descentralizó el conocimiento.
La web permitió bajar el costo de compartir información y democratizó el acceso a muchos bienes y servicios: hoy cualquiera puede vender o comprar por MercadoLibre, subir una canción a YouTube o publicar una nota en su propia página de Facebook. Todas estas plataformas, sin embargo, concentran una cantidad de poder inmenso (y por eso son de las más valiosas del mundo).
Más allá de una nueva propuesta de dinero, Bitcoin es un protocolo como TCP/IP que, en lugar de descentralizar la distribución del conocimiento, permite transferir valor entre personas sin la necesidad recurrir a intermediarios como bancos o gobiernos para validar transacciones y establecer confianza.
En otras palabras, Bitcoin (con mayúscula) es ante todo un software, o protocolo informático, que entre otras cosas hace posible que la criptomoneda bitcoin (con minúscula) pueda funcionar como tal.
Bitcoin fue creado en 2008 por Satoshi Nakamoto, aunque su identidad es desconocida en el mundo real. No se sabe si es un alias o un grupo de personas quienes escribieron el protocolo pero de cualquier manera el creador (o grupo de creadores) del invento más revolucionario de nuestros tiempos desapareció misteriosamente en abril de 2011. Y nunca más nada se supo de él, de ella o de ellos.
Pasó un tiempo antes de que la criptomoneda ganara popularidad en los medios. En 2008, mientras que Wall Street, los bancos y el sistema financiero en general enfrentaban su mayor rechazo y desprestigio, Bitcoin permitió por primera vez en la historia la posibilidad de transferir valor entre personas distantes sin tener que confiar en intermediarios como bancos o gobiernos.
El precio del bitcoin pasó de casi cero en sus inicios -en 2010, la primera transacción que se conoce fue de 10.000 bitcoins por dos pizzas-, y en el transcurso del 2017 fue desde USD 1.000 por unidad a casi USD 20.000.
Nadie controla el precio o la emisión de bitcoin. Cuando se habla del precio se refiere a un promedio en los distintos "exchanges", casas de intercambio virtuales con sedes en distintas parte del mundo. Se determina en base a la oferta y la demanda. No es necesario comprar una unidad entera, ya sea para transacciones o a modo de inversión. Se puede dividir hasta en ocho espacios después del punto decimal. Es decir que 0,00000001 es lo mínimo que puede manejarse.
Los vaivenes de la criptomoneda, además del hecho de ser intangible, empuja a los escépticos a cuestionarse por su respaldo y apuntan rápidamente a una "burbuja". Sin embargo hay dos cuestiones que establecen su valor más allá de su cotización: cada vez más gente lo usa, para comprar un helado, pagar sueldos o transferencias importantes. La cantidad de transacciones diarias aumenta y hasta hay mapas que indican todos los locales que aceptan bitcoins en las distintas ciudades. En Buenos Aires se puede encontrar una heladería en una esquina en Belgrano junto a otros muchos lugares: la ciudad es la tercera más amigable para bitcoin en el mundo solo detrás de Nueva York y San Francisco, según Coinmap.
Además, está preestablecida su cantidad máxima y por ende su escasez. El último bitcoin será minado en el año 2140, cuando habrán un poco menos de 21 millones en circulación.
Si bien todas las transacciones de bitcoin son abiertas y públicas, se identifican con largas direcciones que no coinciden con personas, empresas u organismos con nombre, apellido y número de documento.
El narcotráfico y otros negocios ilícitos han estado asociados con bitcoin y hay quienes creen que el anonimato habilita a estar fuera de la ley. Sin embargo hoy la red de bitcoin es pseudo anónima, ya que muchos de los servicios o aplicaciones asociadas requieren de muchos grados de verificación de la identidad para poder operar.
Olivia Goldschmidt
jestrada@infobae.com
Más que una moneda digital Bitcoin es la evolución de internet. La primera fase de internet nos brindó el email, las empresas dot com, la mensajería instantánea, las redes sociales, big data y el principio de la internet de las cosas. Bitcoin es la puerta de entrada a un mundo de posibilidades que promete transformar nuevamente las relaciones sociales, económicas y políticas.
El desarrollo de la primera etapa de internet se apoyó en el modelo TCP/IP, el lenguaje que se usa desde 1970 para que las computadoras puedan comunicarse en una red. Veinte años después nació la world wide web, o red informática mundial, la herramienta que descentralizó el conocimiento.
La web permitió bajar el costo de compartir información y democratizó el acceso a muchos bienes y servicios: hoy cualquiera puede vender o comprar por MercadoLibre, subir una canción a YouTube o publicar una nota en su propia página de Facebook. Todas estas plataformas, sin embargo, concentran una cantidad de poder inmenso (y por eso son de las más valiosas del mundo).
Más allá de una nueva propuesta de dinero, Bitcoin es un protocolo como TCP/IP que, en lugar de descentralizar la distribución del conocimiento, permite transferir valor entre personas sin la necesidad recurrir a intermediarios como bancos o gobiernos para validar transacciones y establecer confianza.
En otras palabras, Bitcoin (con mayúscula) es ante todo un software, o protocolo informático, que entre otras cosas hace posible que la criptomoneda bitcoin (con minúscula) pueda funcionar como tal.
Bitcoin fue creado en 2008 por Satoshi Nakamoto, aunque su identidad es desconocida en el mundo real. No se sabe si es un alias o un grupo de personas quienes escribieron el protocolo pero de cualquier manera el creador (o grupo de creadores) del invento más revolucionario de nuestros tiempos desapareció misteriosamente en abril de 2011. Y nunca más nada se supo de él, de ella o de ellos.
Pasó un tiempo antes de que la criptomoneda ganara popularidad en los medios. En 2008, mientras que Wall Street, los bancos y el sistema financiero en general enfrentaban su mayor rechazo y desprestigio, Bitcoin permitió por primera vez en la historia la posibilidad de transferir valor entre personas distantes sin tener que confiar en intermediarios como bancos o gobiernos.
El precio del bitcoin pasó de casi cero en sus inicios -en 2010, la primera transacción que se conoce fue de 10.000 bitcoins por dos pizzas-, y en el transcurso del 2017 fue desde USD 1.000 por unidad a casi USD 20.000.
Nadie controla el precio o la emisión de bitcoin. Cuando se habla del precio se refiere a un promedio en los distintos "exchanges", casas de intercambio virtuales con sedes en distintas parte del mundo. Se determina en base a la oferta y la demanda. No es necesario comprar una unidad entera, ya sea para transacciones o a modo de inversión. Se puede dividir hasta en ocho espacios después del punto decimal. Es decir que 0,00000001 es lo mínimo que puede manejarse.
Los vaivenes de la criptomoneda, además del hecho de ser intangible, empuja a los escépticos a cuestionarse por su respaldo y apuntan rápidamente a una "burbuja". Sin embargo hay dos cuestiones que establecen su valor más allá de su cotización: cada vez más gente lo usa, para comprar un helado, pagar sueldos o transferencias importantes. La cantidad de transacciones diarias aumenta y hasta hay mapas que indican todos los locales que aceptan bitcoins en las distintas ciudades. En Buenos Aires se puede encontrar una heladería en una esquina en Belgrano junto a otros muchos lugares: la ciudad es la tercera más amigable para bitcoin en el mundo solo detrás de Nueva York y San Francisco, según Coinmap.
Además, está preestablecida su cantidad máxima y por ende su escasez. El último bitcoin será minado en el año 2140, cuando habrán un poco menos de 21 millones en circulación.
Si bien todas las transacciones de bitcoin son abiertas y públicas, se identifican con largas direcciones que no coinciden con personas, empresas u organismos con nombre, apellido y número de documento.
El narcotráfico y otros negocios ilícitos han estado asociados con bitcoin y hay quienes creen que el anonimato habilita a estar fuera de la ley. Sin embargo hoy la red de bitcoin es pseudo anónima, ya que muchos de los servicios o aplicaciones asociadas requieren de muchos grados de verificación de la identidad para poder operar.