El Bazar de Teherán afronta los efectos del fin del acuerdo nuclear
Los comerciantes temen que si no se alcanza una solución con la UE, empezarán a escasear algunas mercancías
Ángeles Espinosa
Teherán, El País
“Estamos sentados sobre una bomba que explotará en los próximos tres o cuatro meses”, resume Siamak en su tienda de telas del Gran Bazar de Teherán. Se refiere a los efectos de la salida de EE UU del acuerdo nuclear. “Entonces se acabarán los remanentes que tenemos almacenados y dejaremos de disponer de las telas de buena calidad que importamos de China o Turquía”, explica ante el asentimiento de varios vendedores que se han sumado a la conversación. El Bazar ya no es el poder económico que fue en Irán, pero en sus ajetreadas callejuelas es posible tantear el estado de ánimo de un país con gran tradición mercantil.
“La decisión [de EE UU] no nos afecta. Es un juego. Con ellos o sin ellos, lo que tenga que pasar va a pasar”, discrepa otro comerciante. ¿Y la escasez de divisas para importar mercancía? “Ya hemos tenido ese problema y hemos sobrevivido”, asegura desafiante tras recordar que “antes de la revolución [de 1979], un dólar se cambiaba por 70 ríales, ahora ronda los 70.000”. Por si acaso, ni él ni el resto aceptan ya pagos con cheque. Sólo efectivo.
Las opiniones varían también según el tipo de negocio. Como hacerse con dólares o euros es cada vez más difícil, la gente se ha volcado en el oro. “Eso está aumentado el precio y no todo el mundo puede permitírselo; lo que la mayoría busca son monedas, no joyas”, explica uno de los encargados de Mudhafarian, una pequeña joyería de gran renombre. Es lo que ha hecho la señora que acaba de abandonar la tienda. Traía un par de anillos y una cadena, y se ha llevado unas monedas tras pagar la diferencia.
“Ya nadie va a casarse”, comenta otra mujer alarmada por los precios. En Irán es costumbre que el novio y su familia regalen joyas de oro a la novia con motivo de la pedida, de la fiesta de compromiso y de varias celebraciones locales durante el primer año de relación.
Más adentro, en el bazar de las alfombras, verdadero corazón del Gran Bazar, llueve sobre mojado. Su particular crisis viene de lejos y es un signo de los tiempos. Pocos aprecian ya el valor de una pieza tejida a mano. Para horror de los viejos bazaríes, muchos de los negocios que cerraron en los últimos años han sido sustituidos por vendedores de alfombras made in China. La exportación era vital para la segunda industria nacional después del petróleo.
“Espero que Trump se muera antes de que [sus medidas] lleguen a afectar a Irán”, espeta Hoseini Soleimani, sin ocultar su enfado porque el presidente de EE UU “intente imponer su voluntad sobre el resto del planeta”. A sus cerca de 80 años, Soleimani no da crédito a que alguien pueda violar impunemente un acuerdo internacional. “Y si los europeos se dejan llevar por él, la situación será aún peor”, sentencia.
De su larga experiencia en el negocio de las alfombras, este anciano ha llegado a la conclusión vivimos “en un mundo interconectado en el que todos dependemos unos de otros y es imposible funcionar de forma aislada”. Por eso apoyó el acuerdo nuclear (“Irán no necesita para nada la bomba atómica”), y por eso apoya ahora la decisión de su Gobierno de no ceder ante Trump (“si nos rendimos, nos pedirán más”) y de colaborar con la UE (“tenemos que trabajar juntos”).
Pero no todos están de acuerdo. De vuelta en la tienda de telas, Siamak se declara admirador de Trump. “Cumple lo que dice, un buen comerciante que a diferencia de los políticos no miente. Si tuviéramos un Trump en Irán, seríamos el segundo país del mundo después de EE UU”, asegura. Los contertulios celebran que esté presionando a su Gobierno. “A ver si Rohani reacciona y cumple sus promesas porque ha mentido mucho. Nos dijo que íbamos a tener dólares a 42.000 ríales y nada”, explica uno de ellos en referencia al presidente iraní. “Al Gobierno no le importa la gente”, apunta otro repitiendo una idea muy generalizada.
Tampoco Europa les merece mayor confianza. “Seamos realistas. Los europeos también se van a salir del acuerdo muy pronto. No nos espera un final feliz. Trump es más fuerte que Zarif [el ministro iraní de Exteriores] y las [actuales] negociaciones no sirven para nada”, concluye Siamak en medio de la aprobación generalizada.
Ángeles Espinosa
Teherán, El País
“Estamos sentados sobre una bomba que explotará en los próximos tres o cuatro meses”, resume Siamak en su tienda de telas del Gran Bazar de Teherán. Se refiere a los efectos de la salida de EE UU del acuerdo nuclear. “Entonces se acabarán los remanentes que tenemos almacenados y dejaremos de disponer de las telas de buena calidad que importamos de China o Turquía”, explica ante el asentimiento de varios vendedores que se han sumado a la conversación. El Bazar ya no es el poder económico que fue en Irán, pero en sus ajetreadas callejuelas es posible tantear el estado de ánimo de un país con gran tradición mercantil.
“La decisión [de EE UU] no nos afecta. Es un juego. Con ellos o sin ellos, lo que tenga que pasar va a pasar”, discrepa otro comerciante. ¿Y la escasez de divisas para importar mercancía? “Ya hemos tenido ese problema y hemos sobrevivido”, asegura desafiante tras recordar que “antes de la revolución [de 1979], un dólar se cambiaba por 70 ríales, ahora ronda los 70.000”. Por si acaso, ni él ni el resto aceptan ya pagos con cheque. Sólo efectivo.
Las opiniones varían también según el tipo de negocio. Como hacerse con dólares o euros es cada vez más difícil, la gente se ha volcado en el oro. “Eso está aumentado el precio y no todo el mundo puede permitírselo; lo que la mayoría busca son monedas, no joyas”, explica uno de los encargados de Mudhafarian, una pequeña joyería de gran renombre. Es lo que ha hecho la señora que acaba de abandonar la tienda. Traía un par de anillos y una cadena, y se ha llevado unas monedas tras pagar la diferencia.
“Ya nadie va a casarse”, comenta otra mujer alarmada por los precios. En Irán es costumbre que el novio y su familia regalen joyas de oro a la novia con motivo de la pedida, de la fiesta de compromiso y de varias celebraciones locales durante el primer año de relación.
Más adentro, en el bazar de las alfombras, verdadero corazón del Gran Bazar, llueve sobre mojado. Su particular crisis viene de lejos y es un signo de los tiempos. Pocos aprecian ya el valor de una pieza tejida a mano. Para horror de los viejos bazaríes, muchos de los negocios que cerraron en los últimos años han sido sustituidos por vendedores de alfombras made in China. La exportación era vital para la segunda industria nacional después del petróleo.
“Espero que Trump se muera antes de que [sus medidas] lleguen a afectar a Irán”, espeta Hoseini Soleimani, sin ocultar su enfado porque el presidente de EE UU “intente imponer su voluntad sobre el resto del planeta”. A sus cerca de 80 años, Soleimani no da crédito a que alguien pueda violar impunemente un acuerdo internacional. “Y si los europeos se dejan llevar por él, la situación será aún peor”, sentencia.
De su larga experiencia en el negocio de las alfombras, este anciano ha llegado a la conclusión vivimos “en un mundo interconectado en el que todos dependemos unos de otros y es imposible funcionar de forma aislada”. Por eso apoyó el acuerdo nuclear (“Irán no necesita para nada la bomba atómica”), y por eso apoya ahora la decisión de su Gobierno de no ceder ante Trump (“si nos rendimos, nos pedirán más”) y de colaborar con la UE (“tenemos que trabajar juntos”).
Pero no todos están de acuerdo. De vuelta en la tienda de telas, Siamak se declara admirador de Trump. “Cumple lo que dice, un buen comerciante que a diferencia de los políticos no miente. Si tuviéramos un Trump en Irán, seríamos el segundo país del mundo después de EE UU”, asegura. Los contertulios celebran que esté presionando a su Gobierno. “A ver si Rohani reacciona y cumple sus promesas porque ha mentido mucho. Nos dijo que íbamos a tener dólares a 42.000 ríales y nada”, explica uno de ellos en referencia al presidente iraní. “Al Gobierno no le importa la gente”, apunta otro repitiendo una idea muy generalizada.
Tampoco Europa les merece mayor confianza. “Seamos realistas. Los europeos también se van a salir del acuerdo muy pronto. No nos espera un final feliz. Trump es más fuerte que Zarif [el ministro iraní de Exteriores] y las [actuales] negociaciones no sirven para nada”, concluye Siamak en medio de la aprobación generalizada.