Trump da su respaldo a las conversaciones con Corea del Norte
“Por primera vez en muchos años, se está haciendo un esfuerzo serio por todas las partes concernidas”, señala en un tuit
Jan Martínez Ahrens
Washington, El País
Los vientos de guerra en Corea del Norte parecen amainar. En un tuit inusualmente optimista, el presidente Donald Trump dejó ayer por un momento la espada y señaló que estaba presenciando “un posible progreso” con Pyongyang. “Por primera vez en muchos años se está haciendo un esfuerzo serio por todas las partes concernidas. ¡El mundo está mirando y esperando! ¡Puede que sea una falsa esperanza, pero Estados Unidos está dispuesto a apostar fuerte por ambas direcciones!”, afirmó.
Las palabras de Trump, aunque no entierran el hacha de guerra, confirman el descenso de la tensión en la península asiática. Tras escenificar su acercamiento en los Juegos Olímpicos de Invierno, Seúl y Pyongyang han decidido celebrar en abril una cumbre en la zona desmilitarizada. El líder norcoreano, Kim Jong-un, además, ha hecho pública su disposición a dialogar con Washington y, como muestra de buena fe, ha ofrecido suspender su programa armamentístico.
La materialización de una negociación directa entre Estados Unidos y Corea del Norte sería un paso histórico y de alguna forma representaría el triunfo de la presión ejercida contra Pyongyang en los últimos meses. La Casa Blanca, bajo la égida de Trump, ha puesto en marcha una estrategia de dureza para frenar la vertiginosa carrera armamentística coreana. A las sanciones económicas ha sumado la exhibición de poderío militar y una retórica prebélica que ha estremecido al planeta.
En este cerco, nunca ha faltado la oferta de un diálogo directo. En diciembre pasado, el secretario de Estado, Rex Tillerson, abandonó la tradicional exigencia estadounidense de que Pyongyang renunciase al arsenal nuclear y únicamente pidió un “periodo de calma” para sentarse a negociar. “No es realista decir que sólo pueden hablar si vienen a la mesa listos para renunciar a su programa. Han invertido demasiado en él [...] Estamos dispuestos a hablar con Corea del Norte en el momento que quiera. Estamos dispuestos a una primera reunión sin condiciones previas. Veámonos y hablemos del tiempo si hace falta o de si la mesa debe ser redonda o cuadrada, y luego empecemos a trazar una hoja de ruta”, dijo Tillerson
El guante fue recogido por el propio presidente un mes más tarde. Trump, en una conversación telefónica con el mandatario surcoreano, Moon Jae-in, hizo saber su disposición a un diálogo con Pyongyang “en el tiempo apropiado y bajo las circunstancias correctas”. El momento, con el actual enfriamiento de la tensión y la oferta de Kim Jong-un de frenar temporalmente su programa armamentístico, parece haber llegado. Pero no está libre de peligros. Un fracaso de la cumbre bilateral y las maniobras militares de primavera entre EEUU y Corea del Sur podrían fácilmente echar las esperanzas por tierra. “Todas las opciones siguen sobre la mesa y nuestra postura no cambiará hasta que no veamos pasos concretos y verificables hacia la desnuclearización”, sentenció el vicepresidente, Mike Pence.
Jan Martínez Ahrens
Washington, El País
Los vientos de guerra en Corea del Norte parecen amainar. En un tuit inusualmente optimista, el presidente Donald Trump dejó ayer por un momento la espada y señaló que estaba presenciando “un posible progreso” con Pyongyang. “Por primera vez en muchos años se está haciendo un esfuerzo serio por todas las partes concernidas. ¡El mundo está mirando y esperando! ¡Puede que sea una falsa esperanza, pero Estados Unidos está dispuesto a apostar fuerte por ambas direcciones!”, afirmó.
Las palabras de Trump, aunque no entierran el hacha de guerra, confirman el descenso de la tensión en la península asiática. Tras escenificar su acercamiento en los Juegos Olímpicos de Invierno, Seúl y Pyongyang han decidido celebrar en abril una cumbre en la zona desmilitarizada. El líder norcoreano, Kim Jong-un, además, ha hecho pública su disposición a dialogar con Washington y, como muestra de buena fe, ha ofrecido suspender su programa armamentístico.
La materialización de una negociación directa entre Estados Unidos y Corea del Norte sería un paso histórico y de alguna forma representaría el triunfo de la presión ejercida contra Pyongyang en los últimos meses. La Casa Blanca, bajo la égida de Trump, ha puesto en marcha una estrategia de dureza para frenar la vertiginosa carrera armamentística coreana. A las sanciones económicas ha sumado la exhibición de poderío militar y una retórica prebélica que ha estremecido al planeta.
En este cerco, nunca ha faltado la oferta de un diálogo directo. En diciembre pasado, el secretario de Estado, Rex Tillerson, abandonó la tradicional exigencia estadounidense de que Pyongyang renunciase al arsenal nuclear y únicamente pidió un “periodo de calma” para sentarse a negociar. “No es realista decir que sólo pueden hablar si vienen a la mesa listos para renunciar a su programa. Han invertido demasiado en él [...] Estamos dispuestos a hablar con Corea del Norte en el momento que quiera. Estamos dispuestos a una primera reunión sin condiciones previas. Veámonos y hablemos del tiempo si hace falta o de si la mesa debe ser redonda o cuadrada, y luego empecemos a trazar una hoja de ruta”, dijo Tillerson
El guante fue recogido por el propio presidente un mes más tarde. Trump, en una conversación telefónica con el mandatario surcoreano, Moon Jae-in, hizo saber su disposición a un diálogo con Pyongyang “en el tiempo apropiado y bajo las circunstancias correctas”. El momento, con el actual enfriamiento de la tensión y la oferta de Kim Jong-un de frenar temporalmente su programa armamentístico, parece haber llegado. Pero no está libre de peligros. Un fracaso de la cumbre bilateral y las maniobras militares de primavera entre EEUU y Corea del Sur podrían fácilmente echar las esperanzas por tierra. “Todas las opciones siguen sobre la mesa y nuestra postura no cambiará hasta que no veamos pasos concretos y verificables hacia la desnuclearización”, sentenció el vicepresidente, Mike Pence.