Muere Oskar Gröning, el ‘contable de Auschwitz’
El exmiembro de las SS estaba condenado por complicidad en el asesinato de 300.000 judíos
Ana Carbajosa
Berlín, El País
Oskar Gröning, más conocido como el contable de Auschwitz, no cumplirá su condena. A los 96 años, ha muerto el hombre al que se considera cómplice de la muerte de 300.000 personas y uno de los pocos nazis que aún seguían vivos, según confirmó el abogado de Gröning a la prensa alemana.
El abogado, Hans Holtermann, confirmó al Hannoversche Allgemeine Zeitung la muerte del condenado, mientras que la versión digital de Der Spiegel informaba la noche del lunes de que el criminal nonagenario había muerto el viernes en un hospital. Preguntada por los medios alemanes, la Fiscalía de Hannover aseguró a haber recibido una carta del letrado de Gröning, pero también indicó que no había recibido aún ningún certificado de defunción.
Ferviente militante nazi, Gröning desembarcó con 21 años en el campo de concentración en la Polonia ocupada en 1942. En Auschwitz, donde se calcula que murió un millón de personas, Gröning se dedicaba a contar y registrar el dinero y las pertenencias de las víctimas, para luego enviarlo a Berlín.
Gröning había sido condenado a cuatro años de prisión en 2015 en Lüneburg, fruto de un proceso judicial que marcó un antes y un después en cómo la justicia alemana trataba a antiguos nazis. Prueba de ello, es que a mediados de los años ochenta, el caso contra Gröning se había cerrado por falta de pruebas y solo décadas después se estableció el precedente jurídico de que los cómplices como él y no solo los altos cargos del régimen nazi o los ejecutores, también eran culpables del asesinato de seis millones de judíos.
El juez estimó en aquella sentencia revolucionaria que cada pieza de la maquinaria nazi fue la que hizo posible el exterminio de millones de judíos. El caso, que tuvo una enorme repercusión en Alemania se consideró de alguna manera el principio del fin de una doctrina jurídica que había impedido que salvo un puñado de excepciones, los 6.500 miembros de las SS de Auschwitz comparecieran ante la justicia.
El pasado diciembre, Gröning recurrió su condena al Constitucional alegando que su ingreso en prisión violaría su “derecho a la vida” debido a su estado de salud. Su recurso fue desestimado y el condenado obligado a cumplir una condena que ya nunca se ejecutará.
El contable del campo de exterminio de Auschwitz era también un caso particular porque aunque declaró no haber participado directamente en la ejecución masiva de víctimas del Holocausto, no negó haber trabajado en el campo de exterminio (1942-1944) y por lo tanto sí asumió su participación indirecta y su “responsabilidad moral”, como incluso llegó a decir. “Muestro mi arrepentimiento y humildad ante las víctimas”, dijo durante su juicio. Ese arrepentimiento no se ha visto sin embargo refrendado con el cumplimento de su condena y con su ingreso en prisión.
Ana Carbajosa
Berlín, El País
Oskar Gröning, más conocido como el contable de Auschwitz, no cumplirá su condena. A los 96 años, ha muerto el hombre al que se considera cómplice de la muerte de 300.000 personas y uno de los pocos nazis que aún seguían vivos, según confirmó el abogado de Gröning a la prensa alemana.
El abogado, Hans Holtermann, confirmó al Hannoversche Allgemeine Zeitung la muerte del condenado, mientras que la versión digital de Der Spiegel informaba la noche del lunes de que el criminal nonagenario había muerto el viernes en un hospital. Preguntada por los medios alemanes, la Fiscalía de Hannover aseguró a haber recibido una carta del letrado de Gröning, pero también indicó que no había recibido aún ningún certificado de defunción.
Ferviente militante nazi, Gröning desembarcó con 21 años en el campo de concentración en la Polonia ocupada en 1942. En Auschwitz, donde se calcula que murió un millón de personas, Gröning se dedicaba a contar y registrar el dinero y las pertenencias de las víctimas, para luego enviarlo a Berlín.
Gröning había sido condenado a cuatro años de prisión en 2015 en Lüneburg, fruto de un proceso judicial que marcó un antes y un después en cómo la justicia alemana trataba a antiguos nazis. Prueba de ello, es que a mediados de los años ochenta, el caso contra Gröning se había cerrado por falta de pruebas y solo décadas después se estableció el precedente jurídico de que los cómplices como él y no solo los altos cargos del régimen nazi o los ejecutores, también eran culpables del asesinato de seis millones de judíos.
El juez estimó en aquella sentencia revolucionaria que cada pieza de la maquinaria nazi fue la que hizo posible el exterminio de millones de judíos. El caso, que tuvo una enorme repercusión en Alemania se consideró de alguna manera el principio del fin de una doctrina jurídica que había impedido que salvo un puñado de excepciones, los 6.500 miembros de las SS de Auschwitz comparecieran ante la justicia.
El pasado diciembre, Gröning recurrió su condena al Constitucional alegando que su ingreso en prisión violaría su “derecho a la vida” debido a su estado de salud. Su recurso fue desestimado y el condenado obligado a cumplir una condena que ya nunca se ejecutará.
El contable del campo de exterminio de Auschwitz era también un caso particular porque aunque declaró no haber participado directamente en la ejecución masiva de víctimas del Holocausto, no negó haber trabajado en el campo de exterminio (1942-1944) y por lo tanto sí asumió su participación indirecta y su “responsabilidad moral”, como incluso llegó a decir. “Muestro mi arrepentimiento y humildad ante las víctimas”, dijo durante su juicio. Ese arrepentimiento no se ha visto sin embargo refrendado con el cumplimento de su condena y con su ingreso en prisión.