China endurece la censura tras las críticas a la decisión de Xi de perpetuarse en el poder
Un grupo de disidentes denuncia la medida como la "negación de las reformas que el país había logrado en los últimos 40 años"
Macarena Vidal Liy
Pekín, El País
Tras el anuncio por sorpresa este domingo de un cambio constitucional que permitirá al presidente de China, Xi Jinping, continuar en el cargo sin límite de tiempo, dos cosas mostraron de inmediato un frenesí de actividad: en las Bolsas, las acciones de empresas cuyas marcas contuvieran la palabra “emperador” subieron como la espuma. Y en las redes sociales, la censura bloqueó a diestro y siniestro cualquier término que pudiera sonar, aunque fuera lejanamente, a crítica de la iniciativa.
La propuesta del Comité Central del Partido Comunista de eliminar la cláusula en la Constitución china que prevé un máximo de dos mandatos de cinco años para el jefe de Estado y el vicepresidente se someterá a votación en la sesión anual de la Asamblea Nacional Popular que se inaugura la semana próxima en Pekín, pero no hay ninguna duda de que será aprobada por mayoría abrumadora.
La eliminación de los límites allanará el camino para que Xi, el líder chino con más poder en décadas, continúe en el poder al menos durante un mandato más. “Consolida por el momento la extraordinaria autoridad de Xi sobre el Partido y el Gobierno, y advierte a su legión de enemigos en la cúpula del Partido, perjudicados por su campaña anticorrupción, que no se va a ir a ninguna parte”, escribe Richard McGregor, del Lowy Institute en Australia y autor del libro The Party, sobre el funcionamiento del PCCh.
La continuidad sin límites en el horizonte de Xi —que algunos analistas han comparado con la permanencia en el poder del presidente ruso, Vladimir Putin— dará un impulso aún mayor a las ambiciosas iniciativas chinas que cuentan con su respaldo personal, como la Nueva Ruta de la Seda o la conversión del país en una potencia tecnológica. Algo que tendrá enormes repercusiones en el escenario internacional.
Por el momento, China ha defendido el cambio constitucional como algo necesario para garantizar la estabilidad del país. El periódico Global Times, de corte nacionalista, asegura que “mejorará la institución del liderazgo del Partido Comunista y de la nación” y “no implica que el presidente de China tendrá un mandato a perpetuidad”. En la rueda de prensa diaria del Ministerio de Exteriores, el portavoz Geng Shuang se ha limitado a declarar que “cambiar la Constitución es competencia exclusiva del pueblo chino”.
La noticia ha caído como un jarro de agua fría entre los disidentes chinos. En Hong Kong, el fundador del partido Demosisto, el antiguo líder estudiantil Joshua Wong, tuiteaba que “la ley china existe para servir los propósitos del Partido. Puede que volvamos a los días más oscuros, cuando las sílabas de una sola persona dictaban las vidas del resto. Esta medida, esencialmente, bautiza a Xi como el hombre más poderoso de China mientras viva”.
“La propuesta sienta las bases para restablecer la perpetuidad al liderazgo. En el futuro de China habrá un emperador sin título de emperador, una monarquía sin institución monárquica. Es el rumbo opuesto de la historia. Es una grave agresión a la democracia y al Estado de Derecho en China, y una negación de las reformas que China había logrado en los últimos cuarenta años”, denuncian por su parte en un comunicado varios veteranos disidentes en el extranjero, entre ellos los líderes estudiantiles de Tiananmen Wang Dan y Wu’er Kaixi.
En el ciberespacio chino el anuncio se recibía, cuando menos, con división de opiniones. Si algunos internautas expresaban su satisfacción en las redes sociales, muy estrictamente vigiladas desde la llegada de Xi al poder en 2012, otros recurrieron a los memes como manera de expresar su protesta. Desde imágenes del oso Winnie the Pooh —del que los usuarios de Internet chinos encuentran cierto parecido al líder chino— a fotos de Yuan Shikai, el presidente de la República de China que se proclamó emperador en 1915 pero tuvo que abdicar a los tres meses. Al igual que palabras como “ascensión al trono” o “inmortalidad”, no tardaron en ser censuradas.
Mejor fortuna, literalmente, ha tenido la palabra “emperador”, o “huangdi”. Los pequeños inversores chinos se lanzaron este lunes a adquirir títulos de compañías con algunos de esos ideogramas en su nombre. Según AFP, la tecnológica de Shenzhen Emperor Technology subía un 7,06% su cotización, mientras que Jiangxi Huangshanghuang, una compañía fabricante de alas de pollo marinadas, añadía un 2,93% y la productora de electrodomésticos Vatti crecía un 1,74%.
Macarena Vidal Liy
Pekín, El País
Tras el anuncio por sorpresa este domingo de un cambio constitucional que permitirá al presidente de China, Xi Jinping, continuar en el cargo sin límite de tiempo, dos cosas mostraron de inmediato un frenesí de actividad: en las Bolsas, las acciones de empresas cuyas marcas contuvieran la palabra “emperador” subieron como la espuma. Y en las redes sociales, la censura bloqueó a diestro y siniestro cualquier término que pudiera sonar, aunque fuera lejanamente, a crítica de la iniciativa.
La propuesta del Comité Central del Partido Comunista de eliminar la cláusula en la Constitución china que prevé un máximo de dos mandatos de cinco años para el jefe de Estado y el vicepresidente se someterá a votación en la sesión anual de la Asamblea Nacional Popular que se inaugura la semana próxima en Pekín, pero no hay ninguna duda de que será aprobada por mayoría abrumadora.
La eliminación de los límites allanará el camino para que Xi, el líder chino con más poder en décadas, continúe en el poder al menos durante un mandato más. “Consolida por el momento la extraordinaria autoridad de Xi sobre el Partido y el Gobierno, y advierte a su legión de enemigos en la cúpula del Partido, perjudicados por su campaña anticorrupción, que no se va a ir a ninguna parte”, escribe Richard McGregor, del Lowy Institute en Australia y autor del libro The Party, sobre el funcionamiento del PCCh.
La continuidad sin límites en el horizonte de Xi —que algunos analistas han comparado con la permanencia en el poder del presidente ruso, Vladimir Putin— dará un impulso aún mayor a las ambiciosas iniciativas chinas que cuentan con su respaldo personal, como la Nueva Ruta de la Seda o la conversión del país en una potencia tecnológica. Algo que tendrá enormes repercusiones en el escenario internacional.
Por el momento, China ha defendido el cambio constitucional como algo necesario para garantizar la estabilidad del país. El periódico Global Times, de corte nacionalista, asegura que “mejorará la institución del liderazgo del Partido Comunista y de la nación” y “no implica que el presidente de China tendrá un mandato a perpetuidad”. En la rueda de prensa diaria del Ministerio de Exteriores, el portavoz Geng Shuang se ha limitado a declarar que “cambiar la Constitución es competencia exclusiva del pueblo chino”.
La noticia ha caído como un jarro de agua fría entre los disidentes chinos. En Hong Kong, el fundador del partido Demosisto, el antiguo líder estudiantil Joshua Wong, tuiteaba que “la ley china existe para servir los propósitos del Partido. Puede que volvamos a los días más oscuros, cuando las sílabas de una sola persona dictaban las vidas del resto. Esta medida, esencialmente, bautiza a Xi como el hombre más poderoso de China mientras viva”.
“La propuesta sienta las bases para restablecer la perpetuidad al liderazgo. En el futuro de China habrá un emperador sin título de emperador, una monarquía sin institución monárquica. Es el rumbo opuesto de la historia. Es una grave agresión a la democracia y al Estado de Derecho en China, y una negación de las reformas que China había logrado en los últimos cuarenta años”, denuncian por su parte en un comunicado varios veteranos disidentes en el extranjero, entre ellos los líderes estudiantiles de Tiananmen Wang Dan y Wu’er Kaixi.
En el ciberespacio chino el anuncio se recibía, cuando menos, con división de opiniones. Si algunos internautas expresaban su satisfacción en las redes sociales, muy estrictamente vigiladas desde la llegada de Xi al poder en 2012, otros recurrieron a los memes como manera de expresar su protesta. Desde imágenes del oso Winnie the Pooh —del que los usuarios de Internet chinos encuentran cierto parecido al líder chino— a fotos de Yuan Shikai, el presidente de la República de China que se proclamó emperador en 1915 pero tuvo que abdicar a los tres meses. Al igual que palabras como “ascensión al trono” o “inmortalidad”, no tardaron en ser censuradas.
Mejor fortuna, literalmente, ha tenido la palabra “emperador”, o “huangdi”. Los pequeños inversores chinos se lanzaron este lunes a adquirir títulos de compañías con algunos de esos ideogramas en su nombre. Según AFP, la tecnológica de Shenzhen Emperor Technology subía un 7,06% su cotización, mientras que Jiangxi Huangshanghuang, una compañía fabricante de alas de pollo marinadas, añadía un 2,93% y la productora de electrodomésticos Vatti crecía un 1,74%.