Brasil cede al Ejército el control de Río para afrontar la crisis de violencia
“El crimen organizado prácticamente ha tomado el control de la ciudad”, admite el presidente
Tom C. Avendaño
São Paulo, El País
El presidente de Brasil, Michel Temer, ha tomado una de las medidas más extremas a su disposición para hacer frente a la incontenible escalada de violencia en Río de Janeiro: dejar la seguridad del Estado en manos de las Fuerzas Armadas. Según el decreto firmado este viernes por el presidente, la policía está en manos del Ejército desde hoy y hasta el 31 de diciembre. Es la primera vez que se toma una medida tan radical, y de consecuencias tan imprevisibles, desde que en 1988 se instauró la democracia en Brasil; entonces se puso fin precisamente a una dictadura militar que aún hoy defienden algunos con el argumento de que la política no tiene nada que hacer en un lugar tan violento como Brasil.
El propio presidente ha subrayado, en un discurso televisado tras firmar el decreto, la gravedad de la situación en la ciudad. “El crimen organizado casi se ha hecho con el control de Río de Janeiro. Es una metástasis que se esparce por el país y amenaza la tranquilidad de nuestro pueblo”, ha descrito. Por eso, ha continuado, toma esta “medida extrema”. “Ya basta”, ha rematado.
La seguridad de la ciudad dependía hasta ahora en las desbordadas manos de las fuerzas estatales, que en los últimos tiempos poco han podido hacer mientras la capital se despeñaba por una espiral de asesinatos y violencia, y donde hubo casi seis mil tiroteos en 2017, según la plataforma Fogo Cruzado, en los cuales murieron 700 personas. O sea, 16 intercambios de balas al día y más de dos muertos diarios. Un 28% más que el año pasado. El año entero había sido un pulso entre las estadísticas, al alza, y los recursos policiales, cada vez más a la baja. Y este, la tendencia no parece remitir: solo en enero se contaban más de 317 tiroteos en la capital, 41 de ellos concentrados en la misma favela, Cidade de Deus.
Tom C. Avendaño
São Paulo, El País
El presidente de Brasil, Michel Temer, ha tomado una de las medidas más extremas a su disposición para hacer frente a la incontenible escalada de violencia en Río de Janeiro: dejar la seguridad del Estado en manos de las Fuerzas Armadas. Según el decreto firmado este viernes por el presidente, la policía está en manos del Ejército desde hoy y hasta el 31 de diciembre. Es la primera vez que se toma una medida tan radical, y de consecuencias tan imprevisibles, desde que en 1988 se instauró la democracia en Brasil; entonces se puso fin precisamente a una dictadura militar que aún hoy defienden algunos con el argumento de que la política no tiene nada que hacer en un lugar tan violento como Brasil.
El propio presidente ha subrayado, en un discurso televisado tras firmar el decreto, la gravedad de la situación en la ciudad. “El crimen organizado casi se ha hecho con el control de Río de Janeiro. Es una metástasis que se esparce por el país y amenaza la tranquilidad de nuestro pueblo”, ha descrito. Por eso, ha continuado, toma esta “medida extrema”. “Ya basta”, ha rematado.
La seguridad de la ciudad dependía hasta ahora en las desbordadas manos de las fuerzas estatales, que en los últimos tiempos poco han podido hacer mientras la capital se despeñaba por una espiral de asesinatos y violencia, y donde hubo casi seis mil tiroteos en 2017, según la plataforma Fogo Cruzado, en los cuales murieron 700 personas. O sea, 16 intercambios de balas al día y más de dos muertos diarios. Un 28% más que el año pasado. El año entero había sido un pulso entre las estadísticas, al alza, y los recursos policiales, cada vez más a la baja. Y este, la tendencia no parece remitir: solo en enero se contaban más de 317 tiroteos en la capital, 41 de ellos concentrados en la misma favela, Cidade de Deus.