Aumentan a casi 160 las víctimas del agresor sexual Nassar
37 nuevas mujeres afirman haber sufrido los abusos del exmédico de la Federación de Gimnasia estadounidense
Nicolás Alonso
Washington, El País
Desde el martes pasado, Lawrence Gerard Nassar se enfrenta a un interminable historial como abusador sexual de menores. Una a una, sus víctimas, algunas de ellas todavía menores de edad, detallan cómo el exdoctor de la Federación de Gimnasia de Estados Unidos les manipuló psicológicamente para aprovecharse de ellas sexualmente. En 2016, eran un puñado. La semana pasada pasaron de 70 a 120. Luego se dijo “más de 140”. El pasado fin de semana, 37 nuevas mujeres admitieron que Nassar también abusó de ellas. Ya son 157.
Durante años tuvieron miedo de hablar. Y las pocas que se quejaron de los comportamientos del reputado médico, fueron ignoradas por sus entrenadores. Era Nassar quien les convencía de que introducir sus dedos en sus genitales era un tratamiento médico “especial” para curarles. Daba igual si era un dolor en el gemelo derecho o una lesión de espalda. A Nassar tampoco le importaba si su paciente era una niña de seis años o una adolescente de 17. Él, conocido y recomendado, actuaba igualmente. A veces, incluso con los padres de sus víctimas en la misma habitación. Su universo enfermizo acabó en otoño de 2016, cuando la Universidad Estatal de Michigan —donde también ejercía— le destituyó.
Ahora hablan ellas y Nassar calla. Por el atril del pequeño juzgado de Lansing (Michigan), más de un centenar de víctimas —desde menores hasta reconocidas campeonas olímpicas como Aly Raisman— han explicado en público, la mayoría por primera vez, las agresiones sexuales del médico. Nassar, siempre cabizbajo, vestido con una camisa azul del uniforme penitenciario, trata de escapar lo que realmente es. Sus víctimas se lo recuerdan: Una gran parte de las mujeres pide permiso a la magistrada Rosemarie Aquilina para hablar directamente a su agresor. Algunas rompen a llorar, otras enfurecen. Todas le recuerdan que se pudrirá en la cárcel. La condena, que se conocerá supuestamente el miércoles, podría ser de hasta 125 años. Nassar ya cumple una pena de 60 por delitos de pornografía infantil.
Las víctimas también señalan a otros responsables: la Federación de Gimnasia de EE UU y la Universidad. Les acusan de haber encubierto las violaciones del doctor y la presión, aumentada por la atención mediática del caso, da resultados. El lunes dimitieron tres directivos de la organización deportiva. Las mujeres y centenares de estudiantes también han pedido el cese de la presidenta del centro educativo. A raíz del escándalo, grandes compañías como la telefónica AT&T o Procter&Gamble han decidido retirar sus patrocinios con la Federación.
El juicio, que se ha ido extendiendo desde el viernes por el aumento de la lista de víctimas, supone una enorme mancha en el deporte practicado por cerca de 70.000 niñas y jóvenes mujeres en EE UU. Desde Simone Biles, la conquistadora de cuatro oros en Río 2016, hasta estudiantes universitarias, todas retratan un patrón por el que las instituciones ignoraron sistemáticamente sus protestas. En muchos de los casos fueron los propios entrenadores y centros de gimnasia los que recomendaron a las familias que llevaran a sus hijas al prestigioso doctor Nassar.
Durante dos décadas, el médico convirtió sus abusos una rutina. A algunas mujeres les hizo su “tratamiento especial” más de una veintena de veces. Entró en un mundo paralelo, se creyó intocable. El martes pasado, su primera víctima, Kyle Stephens, que tenía seis años cuando Nassar abusó de ella, le sacó de su sueño perverso: “Quizás ahora te das cuenta de que las niñas pequeñas no se quedan pequeñas para siempre. Crecen y se convierten en mujeres fuertes que vuelven para destrozar tu mundo”.
Nicolás Alonso
Washington, El País
Desde el martes pasado, Lawrence Gerard Nassar se enfrenta a un interminable historial como abusador sexual de menores. Una a una, sus víctimas, algunas de ellas todavía menores de edad, detallan cómo el exdoctor de la Federación de Gimnasia de Estados Unidos les manipuló psicológicamente para aprovecharse de ellas sexualmente. En 2016, eran un puñado. La semana pasada pasaron de 70 a 120. Luego se dijo “más de 140”. El pasado fin de semana, 37 nuevas mujeres admitieron que Nassar también abusó de ellas. Ya son 157.
Durante años tuvieron miedo de hablar. Y las pocas que se quejaron de los comportamientos del reputado médico, fueron ignoradas por sus entrenadores. Era Nassar quien les convencía de que introducir sus dedos en sus genitales era un tratamiento médico “especial” para curarles. Daba igual si era un dolor en el gemelo derecho o una lesión de espalda. A Nassar tampoco le importaba si su paciente era una niña de seis años o una adolescente de 17. Él, conocido y recomendado, actuaba igualmente. A veces, incluso con los padres de sus víctimas en la misma habitación. Su universo enfermizo acabó en otoño de 2016, cuando la Universidad Estatal de Michigan —donde también ejercía— le destituyó.
Ahora hablan ellas y Nassar calla. Por el atril del pequeño juzgado de Lansing (Michigan), más de un centenar de víctimas —desde menores hasta reconocidas campeonas olímpicas como Aly Raisman— han explicado en público, la mayoría por primera vez, las agresiones sexuales del médico. Nassar, siempre cabizbajo, vestido con una camisa azul del uniforme penitenciario, trata de escapar lo que realmente es. Sus víctimas se lo recuerdan: Una gran parte de las mujeres pide permiso a la magistrada Rosemarie Aquilina para hablar directamente a su agresor. Algunas rompen a llorar, otras enfurecen. Todas le recuerdan que se pudrirá en la cárcel. La condena, que se conocerá supuestamente el miércoles, podría ser de hasta 125 años. Nassar ya cumple una pena de 60 por delitos de pornografía infantil.
Las víctimas también señalan a otros responsables: la Federación de Gimnasia de EE UU y la Universidad. Les acusan de haber encubierto las violaciones del doctor y la presión, aumentada por la atención mediática del caso, da resultados. El lunes dimitieron tres directivos de la organización deportiva. Las mujeres y centenares de estudiantes también han pedido el cese de la presidenta del centro educativo. A raíz del escándalo, grandes compañías como la telefónica AT&T o Procter&Gamble han decidido retirar sus patrocinios con la Federación.
El juicio, que se ha ido extendiendo desde el viernes por el aumento de la lista de víctimas, supone una enorme mancha en el deporte practicado por cerca de 70.000 niñas y jóvenes mujeres en EE UU. Desde Simone Biles, la conquistadora de cuatro oros en Río 2016, hasta estudiantes universitarias, todas retratan un patrón por el que las instituciones ignoraron sistemáticamente sus protestas. En muchos de los casos fueron los propios entrenadores y centros de gimnasia los que recomendaron a las familias que llevaran a sus hijas al prestigioso doctor Nassar.
Durante dos décadas, el médico convirtió sus abusos una rutina. A algunas mujeres les hizo su “tratamiento especial” más de una veintena de veces. Entró en un mundo paralelo, se creyó intocable. El martes pasado, su primera víctima, Kyle Stephens, que tenía seis años cuando Nassar abusó de ella, le sacó de su sueño perverso: “Quizás ahora te das cuenta de que las niñas pequeñas no se quedan pequeñas para siempre. Crecen y se convierten en mujeres fuertes que vuelven para destrozar tu mundo”.