Israel espera que otros 10 países sigan a EE UU y Guatemala y se trasladen a Jerusalén
El Estado centroamericano es el primero en secundar la decisión de Trump de trasladar su embajada desde Tel Aviv
Juan Carlos Sanz
Corresponsal en Oriente Próximo
Jerusalén, El País
Guatemala ha anunciado que volverá a abrir en Jerusalén su Embajada en Israel, casi cuatro décadas después de haberla trasladado a Tel Aviv. El presidente guatemalteco, Jimmy Morales, secundó en Navidad la declaración de Donald Trump que reconoció el día 6 a Jerusalén como capital del Estado judío, en contra del consenso mantenido por la comunidad internacional. Benjamín Netanyahu celebró este lunes la decisión y pronosticó que otros países seguirán pronto los mismos pasos. “Esto es solo el principio y es importante”, declaró satisfecho el primer ministro —y jefe de la diplomacia— israelí en la Knesset (Parlamento). Su viceministra de Exteriores, Tzipi Hotovely, fue algo más explícita en la emisora de radio Kan al desvelar la existencia de conversaciones con otros 10 Estados para el traslado de sus embajadas desde Tel Aviv a Jerusalén.
La prensa israelí apunta a que Honduras será el siguiente en reconocer a la Ciudad Santa como capital de Israel, en la estela de la declaración formal del presidente norteamericano. Junto con Guatemala, Togo y cuatro micro-Estados del Pacífico, Honduras fue uno de los siete países que votó a favor de la tesis de EE UU e Israel el pasado jueves en la Asamblea General de la ONU, frente a 128 países que rechazaron la decisión de Trump, 35 que se abstuvieron y 21 que no ejercieron su voto.
El diario Yedioth Ahronoth incluye también a Paraguay entre las naciones presumiblemente dispuestas a secundar a Washington, aunque fuentes diplomáticas israelíes puntualizaron que “por ahora” no hay ningún otro recocimiento que añadir al de Guatemala.
Hasta el giro dado por la Casa Blanca, parecía existir un amplio consenso en la comunidad internacional para supeditar el estatuto final de Jerusalén a la consecución de un acuerdo de paz entre israelíes y palestinos. Estos últimos reivindican que Jerusalén Este sea la capital de su futuro Estado.
Cuando Israel se anexionó en 1980 la parte oriental de la Ciudad Santa tras haberla ocupado en la guerra de 1967, las legaciones diplomáticas establecidas en Jerusalén, entre ellas las de 12 países latinoamericanos, se trasladaron a Tel Aviv. El Consejo de Seguridad de la ONU condenó entonces la medida unilateral del Estado hebreo como una violación del derecho internacional. Los últimos en mudarse a la metrópolis costera fueron Costa Rica y El Salvador, que se mantuvieron en Jerusalén hasta 2006.
Traslado, solo después de Washington
El presidente Jimmy Morales anunció en Nochebuena a través de Facebook que, después de haber conversado por teléfono con Netanyahu, había dado instrucciones a la canciller guatemalteca, Sandra Jovel, para el “retorno de la Embajada de Guatemala a Jerusalén”. Morales ha advertido, no obstante, de que su país no cambiará la localización de su legación diplomática en Israel hasta que no lo haya hecho EE UU. El Departamento de Estado norteamericano considera que el proceso logístico de traslado desde Tel Aviv —que implica la construcción de una nueva sede para la embajada en Jerusalén— puede demorarse más de dos o tres años.
El Ministerio de Asuntos Exteriores de la Autoridad Palestina calificó de “vergonzosa e ilegal” la decisión del Gobierno de Guatemala, tanto por desoír el resultado de la votación de la Asamblea General de la ONU (aunque la resolución no es vinculante, como las del Consejo de Seguridad), como por ignorar “la voluntad de los líderes de las iglesias cristianas de Jerusalén”, que se han pronunciado a favor de mantener el statu quo en la Ciudad Santa frente a la decisión de Trump.
Tanto el presidente Morales como la canciller Jovel son cristianos evangélicos, una comunidad religiosa que contempla Jerusalén a través de una interpretación mesiánica de la Biblia. Tanto en Estados Unidos como en América Latina, los dirigentes evangélicos se han manifestado como abiertos partidarios de Israel. Según un estudio del Centro de Investigaciones Pew, ocho de cada diez miembros blancos de esta comunidad cristiana en EE UU creen que Dios entregó Israel al pueblo judío, frente a solo un 40% de los judíos norteamericanos.
Juan Carlos Sanz
Corresponsal en Oriente Próximo
Jerusalén, El País
Guatemala ha anunciado que volverá a abrir en Jerusalén su Embajada en Israel, casi cuatro décadas después de haberla trasladado a Tel Aviv. El presidente guatemalteco, Jimmy Morales, secundó en Navidad la declaración de Donald Trump que reconoció el día 6 a Jerusalén como capital del Estado judío, en contra del consenso mantenido por la comunidad internacional. Benjamín Netanyahu celebró este lunes la decisión y pronosticó que otros países seguirán pronto los mismos pasos. “Esto es solo el principio y es importante”, declaró satisfecho el primer ministro —y jefe de la diplomacia— israelí en la Knesset (Parlamento). Su viceministra de Exteriores, Tzipi Hotovely, fue algo más explícita en la emisora de radio Kan al desvelar la existencia de conversaciones con otros 10 Estados para el traslado de sus embajadas desde Tel Aviv a Jerusalén.
La prensa israelí apunta a que Honduras será el siguiente en reconocer a la Ciudad Santa como capital de Israel, en la estela de la declaración formal del presidente norteamericano. Junto con Guatemala, Togo y cuatro micro-Estados del Pacífico, Honduras fue uno de los siete países que votó a favor de la tesis de EE UU e Israel el pasado jueves en la Asamblea General de la ONU, frente a 128 países que rechazaron la decisión de Trump, 35 que se abstuvieron y 21 que no ejercieron su voto.
El diario Yedioth Ahronoth incluye también a Paraguay entre las naciones presumiblemente dispuestas a secundar a Washington, aunque fuentes diplomáticas israelíes puntualizaron que “por ahora” no hay ningún otro recocimiento que añadir al de Guatemala.
Hasta el giro dado por la Casa Blanca, parecía existir un amplio consenso en la comunidad internacional para supeditar el estatuto final de Jerusalén a la consecución de un acuerdo de paz entre israelíes y palestinos. Estos últimos reivindican que Jerusalén Este sea la capital de su futuro Estado.
Cuando Israel se anexionó en 1980 la parte oriental de la Ciudad Santa tras haberla ocupado en la guerra de 1967, las legaciones diplomáticas establecidas en Jerusalén, entre ellas las de 12 países latinoamericanos, se trasladaron a Tel Aviv. El Consejo de Seguridad de la ONU condenó entonces la medida unilateral del Estado hebreo como una violación del derecho internacional. Los últimos en mudarse a la metrópolis costera fueron Costa Rica y El Salvador, que se mantuvieron en Jerusalén hasta 2006.
Traslado, solo después de Washington
El presidente Jimmy Morales anunció en Nochebuena a través de Facebook que, después de haber conversado por teléfono con Netanyahu, había dado instrucciones a la canciller guatemalteca, Sandra Jovel, para el “retorno de la Embajada de Guatemala a Jerusalén”. Morales ha advertido, no obstante, de que su país no cambiará la localización de su legación diplomática en Israel hasta que no lo haya hecho EE UU. El Departamento de Estado norteamericano considera que el proceso logístico de traslado desde Tel Aviv —que implica la construcción de una nueva sede para la embajada en Jerusalén— puede demorarse más de dos o tres años.
El Ministerio de Asuntos Exteriores de la Autoridad Palestina calificó de “vergonzosa e ilegal” la decisión del Gobierno de Guatemala, tanto por desoír el resultado de la votación de la Asamblea General de la ONU (aunque la resolución no es vinculante, como las del Consejo de Seguridad), como por ignorar “la voluntad de los líderes de las iglesias cristianas de Jerusalén”, que se han pronunciado a favor de mantener el statu quo en la Ciudad Santa frente a la decisión de Trump.
Tanto el presidente Morales como la canciller Jovel son cristianos evangélicos, una comunidad religiosa que contempla Jerusalén a través de una interpretación mesiánica de la Biblia. Tanto en Estados Unidos como en América Latina, los dirigentes evangélicos se han manifestado como abiertos partidarios de Israel. Según un estudio del Centro de Investigaciones Pew, ocho de cada diez miembros blancos de esta comunidad cristiana en EE UU creen que Dios entregó Israel al pueblo judío, frente a solo un 40% de los judíos norteamericanos.