¿Feliz Navidad o felices fiestas? Trump abre el debate
El presidente agita la olvidada polémica y se postula como el máximo defensor de los cristianos en la supuesta "guerra contra la Navidad"
Nicolás Alonso
Washington, El País
El latente e histórico debate en Estados Unidos sobre las Navidades se ha agudizado este año gracias a un presidente experto en recuperar temas polémicos y agitar la división. Donald Trump prometió, como parte de su retórica de “Hacer a América grande de nuevo”, que en el país se podría volver a decir, con orgullo, "Feliz Navidad" frente a la proliferación de la expresión más neutra, "felices fiestas". El republicano excitó así a sus bases conservadoras cristianas, que consideran que su religión está en declive.
Reunido con evangelistas en plena campaña electoral, Trump les dijo: “Ya verán que lo digo de verdad, volveremos a decir ‘Feliz Navidad’”. Dicho y hecho. Desde que tomó posesión, el republicano ha repetido en ocasiones contadas ese mismo mensaje. Y en plena Nochebuena, el presidente tuiteó: “La gente está orgullosa de volver a decir Feliz Navidad. Estoy orgulloso de haber liderado la pelea contra el asalto de nuestra preciosa y querida frase. FELIZ NAVIDAD!!!!!”.
El presidente, tal y como señala en su mensaje, vende este “logro” como uno más de su agenda, como si nunca antes se hubiera dicho Feliz Navidad en EE UU. Pero la historia sirve para desmontar su teoría. Barack Obama, su predecesor, felicitó las fiestas con esa misma frase cada uno de sus ocho años en la Casa Blanca. Antes que él, George W. Bush, también se refirió a la “Navidad” —y no a las “fiestas”— y reparó en el significado del nacimiento de Jesucristo, celebrado por los cristianos el 25 de diciembre. A finales de los 90, el demócrata Bill Clinton también repasaba la historia navideña y sus motivos religiosos cada diciembre.
Los presidentes, sin embargo, también han utilizado la expresión alternativa, “felices fiestas”, como gesto de deferencia hacia miembros de otros grupos religiosos que no se sintieran incluidos. Irónicamente, incluso el propio Trump se refirió en 2010 a la época festiva diciendo “feliz fiesta”. Pese a la retórica actual del presidente, el “Feliz Navidad” nunca estuvo amenazado. Y, según una encuesta de la semana pasada, el 76% de los estadounidenses considera que la llamada de Trump a defender la frase cristiana frente a la pagana es por motivos exclusivamente políticos más que un asunto importante para la sociedad.
Tal y como hizo cuando condenó que los jugadores afroamericanos de la NFL se arrodillen mientras suena el himno en señal de protesta, Trump rebuscó en los archivos para encontrar otra polémica olvidada con la que alimentar a sus bases. Y, al margen de la realidad de su teoría, el presidente ha vuelto a conseguir que sus palabras generen confusión sobre un asunto generalmente olvidado y principalmente discutido por programas de la derecha religiosa.
En un programa satírico divulgado este mes, el presentador, Jordan Klepper, entrevistó a una joven votante de Trump sobre los logros del primer año del presidente.
— “Una de las cosas que me ha gustado a mí es que ahora podemos celebrar la Navidad”, dice.
— “¿Antes no podías celebrarla?”, pregunta Klepper.
— “Bueno, sí…”
— “¿Entonces qué era diferente antes?”
— “La gente decía ‘felices fiestas’ y eso…”
— “¿Eso te ofendía?”
— “No, no me ofendía”
— “Entonces no había ningún problema antes, ¿no?”
— “No. Pero Trump dice, ‘es Navidad’, y nosotros decimos ‘¡ok!’”
— “Así que nos podemos sentir bien por decir que es Navidad otra vez, ¿no? Aunque no haya nada diferente con respecto a antes, ¿verdad?
— “Justo, exacto”, concluye la joven.
Nicolás Alonso
Washington, El País
El latente e histórico debate en Estados Unidos sobre las Navidades se ha agudizado este año gracias a un presidente experto en recuperar temas polémicos y agitar la división. Donald Trump prometió, como parte de su retórica de “Hacer a América grande de nuevo”, que en el país se podría volver a decir, con orgullo, "Feliz Navidad" frente a la proliferación de la expresión más neutra, "felices fiestas". El republicano excitó así a sus bases conservadoras cristianas, que consideran que su religión está en declive.
Reunido con evangelistas en plena campaña electoral, Trump les dijo: “Ya verán que lo digo de verdad, volveremos a decir ‘Feliz Navidad’”. Dicho y hecho. Desde que tomó posesión, el republicano ha repetido en ocasiones contadas ese mismo mensaje. Y en plena Nochebuena, el presidente tuiteó: “La gente está orgullosa de volver a decir Feliz Navidad. Estoy orgulloso de haber liderado la pelea contra el asalto de nuestra preciosa y querida frase. FELIZ NAVIDAD!!!!!”.
El presidente, tal y como señala en su mensaje, vende este “logro” como uno más de su agenda, como si nunca antes se hubiera dicho Feliz Navidad en EE UU. Pero la historia sirve para desmontar su teoría. Barack Obama, su predecesor, felicitó las fiestas con esa misma frase cada uno de sus ocho años en la Casa Blanca. Antes que él, George W. Bush, también se refirió a la “Navidad” —y no a las “fiestas”— y reparó en el significado del nacimiento de Jesucristo, celebrado por los cristianos el 25 de diciembre. A finales de los 90, el demócrata Bill Clinton también repasaba la historia navideña y sus motivos religiosos cada diciembre.
Los presidentes, sin embargo, también han utilizado la expresión alternativa, “felices fiestas”, como gesto de deferencia hacia miembros de otros grupos religiosos que no se sintieran incluidos. Irónicamente, incluso el propio Trump se refirió en 2010 a la época festiva diciendo “feliz fiesta”. Pese a la retórica actual del presidente, el “Feliz Navidad” nunca estuvo amenazado. Y, según una encuesta de la semana pasada, el 76% de los estadounidenses considera que la llamada de Trump a defender la frase cristiana frente a la pagana es por motivos exclusivamente políticos más que un asunto importante para la sociedad.
Tal y como hizo cuando condenó que los jugadores afroamericanos de la NFL se arrodillen mientras suena el himno en señal de protesta, Trump rebuscó en los archivos para encontrar otra polémica olvidada con la que alimentar a sus bases. Y, al margen de la realidad de su teoría, el presidente ha vuelto a conseguir que sus palabras generen confusión sobre un asunto generalmente olvidado y principalmente discutido por programas de la derecha religiosa.
En un programa satírico divulgado este mes, el presentador, Jordan Klepper, entrevistó a una joven votante de Trump sobre los logros del primer año del presidente.
— “Una de las cosas que me ha gustado a mí es que ahora podemos celebrar la Navidad”, dice.
— “¿Antes no podías celebrarla?”, pregunta Klepper.
— “Bueno, sí…”
— “¿Entonces qué era diferente antes?”
— “La gente decía ‘felices fiestas’ y eso…”
— “¿Eso te ofendía?”
— “No, no me ofendía”
— “Entonces no había ningún problema antes, ¿no?”
— “No. Pero Trump dice, ‘es Navidad’, y nosotros decimos ‘¡ok!’”
— “Así que nos podemos sentir bien por decir que es Navidad otra vez, ¿no? Aunque no haya nada diferente con respecto a antes, ¿verdad?
— “Justo, exacto”, concluye la joven.