Copérnico, el proyecto para vigilar la Tierra desde el espacio
La Unión Europea impulsa un programa de observación del planeta que mide la polución en tiempo real y permite la prevención de incendios e inundaciones
Isabel Rubio
El País
Las emisiones mundiales de dióxido de carbono no paran de crecer, los glaciares han acelerado su deshielo y múltiples desastres naturales azotan cada año países de todo el mundo. Para frenar estas catástrofes y controlar todo lo que pasa en el planeta, la Unión Europea ha impulsado Copérnico, el programa de observación de la Tierra más ambicioso de la historia, según la Agencia Espacial Europea. Los datos que se recogen a través de satélites y sensores son útiles, por ejemplo, para el seguimiento en tiempo real de la polución, la agricultura de precisión o la prevención de incendios e inundaciones.
El objetivo del proyecto es mejorar la gestión del medio ambiente, mitigar los efectos del cambio climático y garantizar la seguridad ciudadana. Para ello, Copérnico ofrece información actualizada, gratuita y en tiempo real de lo que ocurre en el mundo. “El cambio climático es un problema global: por eso, los datos abarcan todo el planeta pero con un foco y una atención especial a las condiciones en Europa”, señala Juan Garcés, director del Departamento de Servicios de Copérnico.
La Unión Europea ya utiliza estos datos para gestionar y decidir sus propias políticas medioambientales. Del mismo modo, lo hacen autoridades públicas de ciudades de Inglaterra, Francia, Alemania o Noruega. Por ejemplo en enero en Oslo, tras analizar los datos de Copérnico, se prohibió circular temporalmente a los vehículos diésel para disminuir los niveles de óxido de nitrógeno y contener los picos de contaminación del aire. Las prohibiciones temporales de circulación de coches ya han sido aplicadas por otras grandes capitales como Ciudad de México, París o Madrid. Esta última utiliza los datos de la calidad del aire de la Agencia Estatal de Meteorología.
En España, los datos del proyecto se usan principalmente a nivel científico o por empresas. Así lo afirma Juan Garcés, director del Departamento de Servicios de Copérnico, que sostiene que las diferencias en el uso de estos datos suelen estar relacionadas con la concienciación ambiental. En el taller Copérnico para el crecimiento verde y las ciudades inteligentes, celebrado hace unas semanas en Madrid, ciudades como Madrid o Málaga mostraron interés en comenzar a usar los datos del proyecto.
El 75% de la inversión, destinado al segmento espacial
Tras el protocolo de Kioto, la Comisión Europea y la Agencia Europea del Espacio (ESA) iniciaron en 1998 el programa GMES para la Vigilancia Mundial del Medio Ambiente y la Seguridad. Este proyecto es el antecedente de Copérnico, que cuenta con un presupuesto de la Comisión Europea de 4,3 billones de euros de 2014 a 2020, de los cuales 3,15 billones se dedican a financiar la fabricación y operaciones en órbita de los satélites Copernicus. Además, la Agencia Espacial Europea ha aportado cerca de 2 billones de euros de financiación para el desarolllo de los satélites dentro de su programa de Observacion de la Tierra. “Mientras que el 75% de la inversión se usa para financiar el segmento espacial, el 25% restante es para los servicios”, explica Garcés.
Una de las empresas españolas que se sirven de Copérnico es Vortex. Esta compañía analiza cómo sopla el viento en cualquier lugar del mundo para impulsar la generación de energía eólica. Antes usaba datos del Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas y de la NASA, pero desde este año utilizan los de Copérnico. Gil Lizcano, el director de Investigación y Desarrollo de la empresa, hace hincapié en la calidad y la precisión de los datos. Mientras que antes había regiones en las que sus mediciones tenían ciertos errores, ahora cuentan con datos precisos de Chile o países del sur de África.
Hay instituciones dependientes del Gobierno de España que también usan información de Copérnico. El Centro Nacional de Supercomputación, dependiente del Ministerio de Economía y Competitividad, los utiliza para proveer servicios de calidad del aire a corto plazo y hacer predicciones sobre el clima.
Mientras tanto, la Dirección General de Protección Civil y Emergencias del Ministerio del Interior usa las imágenes de satélites para hacer un seguimiento de las catástrofes naturales. Desde 2012, España ha activado el Servicio de Cartografía para la Gestión de Emergencias de Copérnico en más de 20 ocasiones: cuatro por inundaciones, una por terremoto y 17 por incendios forestales. Con los datos, también es posible prevenir estos siniestros. Hay modelos que permiten evaluar el riesgo de una inundación o un incendio en un lugar determinado, teniendo en cuenta medidas como la humedad del suelo, la previsión meteorológica o las temperaturas.
Satélites y sensores
Pese a que existen seis tipos de satélites Sentinel, Garcés hace dos grandes clasificaciones. Por un lado, están los que proporcionan imágenes y por otro, los que miden partículas. Los primeros pueden ser, a su vez, ópticos o de radar — capaces de observar la superficie de la Tierra en cualquier condición meteorológica, de día o de noche. Con ambos, se puede hacer un seguimiento de cómo evoluciona todo lo que se puede ver desde el espacio. Por ejemplo, del cauce de los ríos, las nubes de polución, el crecimiento de las cosechas o el crecimiento de las ciudades.
Llamas y humo en Los Ángeles. Fotografía tomada por el satélite Sentinel 2 el 5 de diciembre de 2017.
Llamas y humo en Los Ángeles. Fotografía tomada por el satélite Sentinel 2 el 5 de diciembre de 2017. ESA
El proyecto también recoge información proveniente de sensores desplegados por el planeta. Algunos miden, por ejemplo, la composición atmosférica o el clima. “Llegan datos de toda la atmósfera que una persona normal no sabe interpretar”, explica Leonor Tarrasón, directora de investigación para soluciones ambientales del Instituto Noruego de Investigación del Aire.
Los servicios de Copérnico utilizan modelos meteorológicos para procesar los datos y transformarlos en información útil para las autoridades públicas, las empresas y los habitantes. "A los ciudadanos lo que les importa es cuál es la contaminación aproximadamente a tres metros de altura de la superficie, no cuál es la contaminación a cinco mil metros", sostiene.
Seis tipos de satélites vigilan la Tierra
Copérnico cuenta con seis tipos de satélites para la vigilancia terrestre, oceánica y atmosférica de la Tierra. Los Sentinel 1 estudian la Tierra con un sistema de radar, una tecnología que permite la observación incluso cuando las nubes o la oscuridad de la noche cubren una superficie. Los Sentinel 2 ofrecen imágenes ópticas con las que se puede controlar el crecimiento de las plantas y el retroceso de los glaciares, o buscar pateras perdidas en el Mediterráneo. Los Sentinel 3 tienen como objetivo estudiar la topografía terrestre o las temperaturas y la coloración del mar y la tierra, datos muy relevantes para la observación del clima. Sentinel 4 y Sentinel 5 medirán la composición de la atmósfera desde una órbita geoestacionaria y una órbita polar, respectivamente. Por último, Sentinel 6 permitirá obtener datos precisos sobre los océanos.
Isabel Rubio
El País
Las emisiones mundiales de dióxido de carbono no paran de crecer, los glaciares han acelerado su deshielo y múltiples desastres naturales azotan cada año países de todo el mundo. Para frenar estas catástrofes y controlar todo lo que pasa en el planeta, la Unión Europea ha impulsado Copérnico, el programa de observación de la Tierra más ambicioso de la historia, según la Agencia Espacial Europea. Los datos que se recogen a través de satélites y sensores son útiles, por ejemplo, para el seguimiento en tiempo real de la polución, la agricultura de precisión o la prevención de incendios e inundaciones.
El objetivo del proyecto es mejorar la gestión del medio ambiente, mitigar los efectos del cambio climático y garantizar la seguridad ciudadana. Para ello, Copérnico ofrece información actualizada, gratuita y en tiempo real de lo que ocurre en el mundo. “El cambio climático es un problema global: por eso, los datos abarcan todo el planeta pero con un foco y una atención especial a las condiciones en Europa”, señala Juan Garcés, director del Departamento de Servicios de Copérnico.
La Unión Europea ya utiliza estos datos para gestionar y decidir sus propias políticas medioambientales. Del mismo modo, lo hacen autoridades públicas de ciudades de Inglaterra, Francia, Alemania o Noruega. Por ejemplo en enero en Oslo, tras analizar los datos de Copérnico, se prohibió circular temporalmente a los vehículos diésel para disminuir los niveles de óxido de nitrógeno y contener los picos de contaminación del aire. Las prohibiciones temporales de circulación de coches ya han sido aplicadas por otras grandes capitales como Ciudad de México, París o Madrid. Esta última utiliza los datos de la calidad del aire de la Agencia Estatal de Meteorología.
En España, los datos del proyecto se usan principalmente a nivel científico o por empresas. Así lo afirma Juan Garcés, director del Departamento de Servicios de Copérnico, que sostiene que las diferencias en el uso de estos datos suelen estar relacionadas con la concienciación ambiental. En el taller Copérnico para el crecimiento verde y las ciudades inteligentes, celebrado hace unas semanas en Madrid, ciudades como Madrid o Málaga mostraron interés en comenzar a usar los datos del proyecto.
El 75% de la inversión, destinado al segmento espacial
Tras el protocolo de Kioto, la Comisión Europea y la Agencia Europea del Espacio (ESA) iniciaron en 1998 el programa GMES para la Vigilancia Mundial del Medio Ambiente y la Seguridad. Este proyecto es el antecedente de Copérnico, que cuenta con un presupuesto de la Comisión Europea de 4,3 billones de euros de 2014 a 2020, de los cuales 3,15 billones se dedican a financiar la fabricación y operaciones en órbita de los satélites Copernicus. Además, la Agencia Espacial Europea ha aportado cerca de 2 billones de euros de financiación para el desarolllo de los satélites dentro de su programa de Observacion de la Tierra. “Mientras que el 75% de la inversión se usa para financiar el segmento espacial, el 25% restante es para los servicios”, explica Garcés.
Una de las empresas españolas que se sirven de Copérnico es Vortex. Esta compañía analiza cómo sopla el viento en cualquier lugar del mundo para impulsar la generación de energía eólica. Antes usaba datos del Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas y de la NASA, pero desde este año utilizan los de Copérnico. Gil Lizcano, el director de Investigación y Desarrollo de la empresa, hace hincapié en la calidad y la precisión de los datos. Mientras que antes había regiones en las que sus mediciones tenían ciertos errores, ahora cuentan con datos precisos de Chile o países del sur de África.
Hay instituciones dependientes del Gobierno de España que también usan información de Copérnico. El Centro Nacional de Supercomputación, dependiente del Ministerio de Economía y Competitividad, los utiliza para proveer servicios de calidad del aire a corto plazo y hacer predicciones sobre el clima.
Mientras tanto, la Dirección General de Protección Civil y Emergencias del Ministerio del Interior usa las imágenes de satélites para hacer un seguimiento de las catástrofes naturales. Desde 2012, España ha activado el Servicio de Cartografía para la Gestión de Emergencias de Copérnico en más de 20 ocasiones: cuatro por inundaciones, una por terremoto y 17 por incendios forestales. Con los datos, también es posible prevenir estos siniestros. Hay modelos que permiten evaluar el riesgo de una inundación o un incendio en un lugar determinado, teniendo en cuenta medidas como la humedad del suelo, la previsión meteorológica o las temperaturas.
Satélites y sensores
Pese a que existen seis tipos de satélites Sentinel, Garcés hace dos grandes clasificaciones. Por un lado, están los que proporcionan imágenes y por otro, los que miden partículas. Los primeros pueden ser, a su vez, ópticos o de radar — capaces de observar la superficie de la Tierra en cualquier condición meteorológica, de día o de noche. Con ambos, se puede hacer un seguimiento de cómo evoluciona todo lo que se puede ver desde el espacio. Por ejemplo, del cauce de los ríos, las nubes de polución, el crecimiento de las cosechas o el crecimiento de las ciudades.
Llamas y humo en Los Ángeles. Fotografía tomada por el satélite Sentinel 2 el 5 de diciembre de 2017.
Llamas y humo en Los Ángeles. Fotografía tomada por el satélite Sentinel 2 el 5 de diciembre de 2017. ESA
El proyecto también recoge información proveniente de sensores desplegados por el planeta. Algunos miden, por ejemplo, la composición atmosférica o el clima. “Llegan datos de toda la atmósfera que una persona normal no sabe interpretar”, explica Leonor Tarrasón, directora de investigación para soluciones ambientales del Instituto Noruego de Investigación del Aire.
Los servicios de Copérnico utilizan modelos meteorológicos para procesar los datos y transformarlos en información útil para las autoridades públicas, las empresas y los habitantes. "A los ciudadanos lo que les importa es cuál es la contaminación aproximadamente a tres metros de altura de la superficie, no cuál es la contaminación a cinco mil metros", sostiene.
Seis tipos de satélites vigilan la Tierra
Copérnico cuenta con seis tipos de satélites para la vigilancia terrestre, oceánica y atmosférica de la Tierra. Los Sentinel 1 estudian la Tierra con un sistema de radar, una tecnología que permite la observación incluso cuando las nubes o la oscuridad de la noche cubren una superficie. Los Sentinel 2 ofrecen imágenes ópticas con las que se puede controlar el crecimiento de las plantas y el retroceso de los glaciares, o buscar pateras perdidas en el Mediterráneo. Los Sentinel 3 tienen como objetivo estudiar la topografía terrestre o las temperaturas y la coloración del mar y la tierra, datos muy relevantes para la observación del clima. Sentinel 4 y Sentinel 5 medirán la composición de la atmósfera desde una órbita geoestacionaria y una órbita polar, respectivamente. Por último, Sentinel 6 permitirá obtener datos precisos sobre los océanos.