Una líder nacionalista se alza como principal rival político de Erdogan

Meral Aksener reúne con su nuevo partido más del 19% de intención de voto del electorado

PILAR CEBRIÁN
Estambul, El País
Una semana después de la formación del nuevo partido, las encuestas le sitúan como la principal fuerza de oposición. El Buen Partido -Iyi Parti, en turco- de la líder nacionalista Meral Aksener ha obtenido el 19,5% en intención de voto tras la reciente encuesta de la firma Gezici. Los resultados desbancan al principal rival político de Turquía, el socialdemócrata CHP -Partido Republicano del Pueblo- que desde 2002 ha ejercido la oposición contra la agrupación de Recep Tayyip Erdogan, el AKP -Partido de la Justicia y el Desarrollo-, que logra un 43,8% en el sondeo.


“¡Turquía y sus ciudadanos están cansados! No hay otro camino que el del cambio. Es el momento de decir algo nuevo en Turquía”, expresó Aksener, de 61 años, en su primer discurso en el Centro Nazim Hikmet de Ankara. En él hizo uso de sus buenas dotes de oratoria y exhibió los puntos débiles del Gobierno. “La democracia está bajo amenaza”, dijo elevando el tono y en compañía de su nuevo equipo. Después pasó a enumerar las necesidades del país como la regeneración democrática, la libertad para los medios de comunicación, el fin de la corrupción o el rescate del antiguo sistema de educación.

Meral Aksener es la única figura política que puede poner en jaque a Erdogan en las elecciones presidenciales de 2019. Una mujer con gran trayectoria pública, que fue ministra del Interior en los años 90 y parlamentaria del MHP -Partido del Movimiento Nacionalista- desde 2007. Su perfil es nacionalista-conservador y pretende posicionarse en el centro-derecha del espectro. Cuando el MHP apoyó al AKP en el proyecto presidencialista, Aksener se volvió una disidente entre los suyos. Desafió al poder para renunciar a su partido y crear unas nuevas siglas que pretenden retar a Erdogan en la carrera a la presidencia.
2019, la oportunidad para una nueva era

“Nos encontramos en un período de reestructuración y reorganización electoral muy similar al del año 2002”, apunta Murat Somer, profesor de política comparativa de la Universidad de Koç. El académico se refiere al año del cambio en el que el AKP ganó por primera vez las elecciones generales en Turquía, “los votantes pensaban que los partidos de entonces eran muy corruptos e inefectivos para resolver los problemas de la sociedad”. Los comicios transformaron la composición del Parlamento al excluir a las agrupaciones clásicas de los años 90. “La semejanza es que ahora el electorado también está insatisfecho y hay una búsqueda de una nueva alternativa”, mantiene Somer.

El deterioro en la seguridad tras los atentados; la pérdida de libertades por la declaración del Estado de emergencia; las ambiciones presidencialistas del Ejecutivo, o el aumento del desempleo y la desigualdad son algunas de las preocupaciones que demandan un cambio. Algo que sería posible tras la pérdida de la mayoría absoluta del AKP y en una hipotética coalición del partido IYI y el CHP -con un respaldo del 18,5% en la encuesta-. Ambas fuerzas "deberían acordar un pacto preelectoral porque en estas elecciones está en juego la reestructuración y restauración de las instituciones, la democracia y el estado de derecho”, señala Somer, ante la factible instauración del sistema presidencialista aprobado en abril.

Los sorprendentes porcentajes publicados por Gezici advierten de otro dato revelador. El 38% de los encuestados quiere que Aksener sea la futura presidenta de Turquía -el 47% sigue apostando por Erdogan-. Además, su imagen política es positiva para el 60%. Este es el aspecto que destaca en su portada virtual el diario independiente Diken: “Un buen comienzo” -Iyi Basladi- apunta el titular en un juego de palabras con el nombre de la reciente formación. “Esto significa que va a ser mucho más difícil para Erdogan hacer realidad su agenda presidencialista”, insiste el fundador de la publicación, Erdal Guven.

La entrada de Aksener supone una novedad para Turquía y puede atraer votos de distintos sectores del electorado. Una mujer conservadora pero sin velo, con autoridad y experiencia política, con formación académica e ideología nacionalista -característica común en todos los partidos del país- puede convencer a votantes del AKP, del MHP, pero también de los socialdemócratas del CHP, que confíen en ella como la única opción para arrebatarle la presidencia a Erdogan. Guven mantiene que aunque “de momento ella sólo representa la esperanza”, la llegada del Buen Partido puede “equilibrar las fuerzas -poner fin a 15 años de AKP- y anunciar una nueva era de normalización en la política de Turquía”.

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