Putin reclama concesiones de todas las partes para poner fin a la guerra en Siria
Rusia, Irán y Turquía se reúnen en la ciudad balneario de Sochi para avanzar en la solución del conflicto sirio
Andrés Mourenza
Estambul, El País
"Corresponde al pueblo sirio determinar su propio futuro (...) Es evidente que el proceso no será sencillo y exigirá compromisos y concesiones de todos los participantes, incluido del gobierno sirio", ha instado el presidente ruso, Vladimir Putin, este miércoles a la entrada de una reunión con sus homólogos iraní, Hasan Rohaní, y turco, Recep Tayyip Erdogan, cada uno promotor de diferentes facciones en el conflicto del país levantino. La reunión, en la ciudad balneario rusa de Sochi, fue convocada para avanzar en una solución a la contienda ahora que la inminente derrota del Estado Islámico en Siria impide posponer por más tiempo la negociación política.
En ella Putin se está erigiendo en mediador, enfundado en su traje de nuevo arquitecto de Oriente Próximo gracias a la pérdida de influencia estadounidense en la región. Y al incremento de la influencia rusa tras haber intervenido en la contienda siria y haber decantado la balanza militar del lado del Gobierno de Bachar el Asad, que ha recuperado buena parte del terreno perdido hace dos años. Precisamente esta importancia de Rusia en evitar la derrota del régimen le permite ahora a Putin presionar a su protegido. De hecho, Asad fue llamado a Sochi este martes y posteriormente Putin comunicó por teléfono al presidente Trump de EE UU y al rey Salman de Arabia Saudí la voluntad del presidente sirio por alcanzar un acuerdo, incluso de hacer una “reforma constitucional” y permitir elecciones presidenciales y legislativas libres. “No queremos mirar atrás y estamos listos para el diálogo con todos aquellos que quieran una solución política”, afirmó Asad junto a Putin.
La continuidad de Asad al frente de Siria es uno de los mayores obstáculos a las negociaciones ya que, además de apertura política, los grupos opositores exigen la marcha del presidente, al que culpan de buena parte de las 330.000 muertes durante la guerra. Grupos opositores —en su mayoría de tendencia islamista— se reunieron este miércoles en Riad (Arabia Saudí) para negociar una postura común de cara a las negociaciones internacionales auspiciadas por la ONU en Ginebra el día 28 y en el congreso entre todas las partes en conflicto que está preparando Rusia para el próximo diciembre. Una maratón de encuentros a varias bandas que debería servir para establecer los cimientos de un acuerdo de paz.
El presidente de Irán, otro de los sostenes del Gobierno sirio gracias a su apoyo militar, sostuvo que la “cooperación” entre los tres países reunidos en Sochi ha logrado preparar el terreno para un pacto político pero, eso sí, antes habrá que acabar con los últimos núcleos de “terrorismo”, término con el que se refiere tanto al ISIS como a ciertos grupos opositores. La república islámica sí podría aferrarse más a la continuidad de Asad, estrecho aliado, mientras Rusia no la ve tan imprescindible (podría dejar caer al presidente a cambio de la permanencia de un régimen favorable a Moscú).
Erdogan, por su parte, ha dicho en Sochi que la reunión tripartita tiene una importancia “crítica”. Turquía, que desde el inicio de la guerra se postuló como garante de la oposición siria, ha dejado hace tiempo de solicitar la cabeza de Asad y su influencia sobre los grupos rebeldes del norte del país –a los que ha reducido prácticamente al papel de marionetas- podría inclinarlos a algún tipo de acuerdo con el régimen.
En Sochi, con todo, hubo un gran ausente: EE UU, principal valedor de las Fuerzas Democráticas Sirias, que lideran las milicias kurdas YPG y que controlan prácticamente un tercio del territorio sirio. Rusia ha tratado de acercar posiciones con las YPG pero Turquía, que las considera un grupo terrorista, se opone a que sean invitadas a cualquier mesa de negociación internacional, con lo que el puzle de la paz será difícil de componer.
Andrés Mourenza
Estambul, El País
"Corresponde al pueblo sirio determinar su propio futuro (...) Es evidente que el proceso no será sencillo y exigirá compromisos y concesiones de todos los participantes, incluido del gobierno sirio", ha instado el presidente ruso, Vladimir Putin, este miércoles a la entrada de una reunión con sus homólogos iraní, Hasan Rohaní, y turco, Recep Tayyip Erdogan, cada uno promotor de diferentes facciones en el conflicto del país levantino. La reunión, en la ciudad balneario rusa de Sochi, fue convocada para avanzar en una solución a la contienda ahora que la inminente derrota del Estado Islámico en Siria impide posponer por más tiempo la negociación política.
En ella Putin se está erigiendo en mediador, enfundado en su traje de nuevo arquitecto de Oriente Próximo gracias a la pérdida de influencia estadounidense en la región. Y al incremento de la influencia rusa tras haber intervenido en la contienda siria y haber decantado la balanza militar del lado del Gobierno de Bachar el Asad, que ha recuperado buena parte del terreno perdido hace dos años. Precisamente esta importancia de Rusia en evitar la derrota del régimen le permite ahora a Putin presionar a su protegido. De hecho, Asad fue llamado a Sochi este martes y posteriormente Putin comunicó por teléfono al presidente Trump de EE UU y al rey Salman de Arabia Saudí la voluntad del presidente sirio por alcanzar un acuerdo, incluso de hacer una “reforma constitucional” y permitir elecciones presidenciales y legislativas libres. “No queremos mirar atrás y estamos listos para el diálogo con todos aquellos que quieran una solución política”, afirmó Asad junto a Putin.
La continuidad de Asad al frente de Siria es uno de los mayores obstáculos a las negociaciones ya que, además de apertura política, los grupos opositores exigen la marcha del presidente, al que culpan de buena parte de las 330.000 muertes durante la guerra. Grupos opositores —en su mayoría de tendencia islamista— se reunieron este miércoles en Riad (Arabia Saudí) para negociar una postura común de cara a las negociaciones internacionales auspiciadas por la ONU en Ginebra el día 28 y en el congreso entre todas las partes en conflicto que está preparando Rusia para el próximo diciembre. Una maratón de encuentros a varias bandas que debería servir para establecer los cimientos de un acuerdo de paz.
El presidente de Irán, otro de los sostenes del Gobierno sirio gracias a su apoyo militar, sostuvo que la “cooperación” entre los tres países reunidos en Sochi ha logrado preparar el terreno para un pacto político pero, eso sí, antes habrá que acabar con los últimos núcleos de “terrorismo”, término con el que se refiere tanto al ISIS como a ciertos grupos opositores. La república islámica sí podría aferrarse más a la continuidad de Asad, estrecho aliado, mientras Rusia no la ve tan imprescindible (podría dejar caer al presidente a cambio de la permanencia de un régimen favorable a Moscú).
Erdogan, por su parte, ha dicho en Sochi que la reunión tripartita tiene una importancia “crítica”. Turquía, que desde el inicio de la guerra se postuló como garante de la oposición siria, ha dejado hace tiempo de solicitar la cabeza de Asad y su influencia sobre los grupos rebeldes del norte del país –a los que ha reducido prácticamente al papel de marionetas- podría inclinarlos a algún tipo de acuerdo con el régimen.
En Sochi, con todo, hubo un gran ausente: EE UU, principal valedor de las Fuerzas Democráticas Sirias, que lideran las milicias kurdas YPG y que controlan prácticamente un tercio del territorio sirio. Rusia ha tratado de acercar posiciones con las YPG pero Turquía, que las considera un grupo terrorista, se opone a que sean invitadas a cualquier mesa de negociación internacional, con lo que el puzle de la paz será difícil de componer.