Merkel y Schulz celebran su primera reunión con vistas a un posible pacto de Gobierno
La CDU y el SPD buscan una vía para evitar una repetición de elecciones en Alemania
Ana Carbajosa
Berlín, El País
Otra reunión crucial más, en un nuevo momento decisivo, en la primera economía europea. La adrenalina sigue brotando en la tradicionalmente templada política alemana, algo más de dos meses después de unas elecciones inconclusas y sin que los partidos sean capaces de ponerse de acuerdo para formar Gobierno. Este jueves, se dieron cita los dos grandes partidos alemanes —el bloque demócrata cristiano (CDU/CSU) y los socialdemócratas (SPD)— bajo la mediación del presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier. Esta era la primera vez que fueron llamados a la misma mesa, después de que el SPD jurara durante meses, que antes muerto que repetir Gobierno otra vez con la canciller, Angela Merkel.
Ha sido una reunión sin más imágenes que las de la entrada y la salida de los políticos al Palacio de Belleveu, que se ha prolongado algo más de dos horas, al término de las cuales no ha habido declaraciones. La idea es hacer borrón y cuenta nueva y dejar de lado anteriores promesas para lograr un acercamiento que podría culminar en la reedición de una gran coalición —centro-derecha y centro-izquierda— como la que ha gobernado Alemania durante ocho de los últimos 12 años. Berlín sigue sin Gobierno y la UE a la espera del impulso político de la potencia líder de facto de la Unión.
Tres líderes en horas bajas
El encuentro del palacio de Bellevue es el de tres líderes en plena lucha por su supervivencia política. Schulz acude a la cita en el palacio presidencial tocado. Por su debacle electoral y porque las voces dentro del SPD que, de momento en voz baja, se cuestionan si es la persona adecuada para lograr la remontada socialdemócrata crecen. Algo parecido le sucede a Merkel, a la que el ala derecha de su partido le acusa de haber centrado la CDU en exceso y haber cedido demasiado terreno ideológico a la extrema derecha (Alternativa por Alemania, Afd). A la reunión del jueves acude también Horst Seehofer, líder de la Unión Social Cristiana bávara, el partido hermano de la CDU de Merkel. El relevo de Seehofer se espera en cualquier momento, mientras la lucha de poder en torno a su sucesión se narra por entregas estos días en la prensa alemana.
Y es también la primera vez después de un sonado encontronazo esta semana a cuenta del glifosfato que ha quebrado el frágil acercamiento entre los dos grandes partidos alemanes. La UE renovó a principios de semana la licencia del polémico herbicida en parte gracias al inesperado voto a favor de Alemania. El ministro de Agricultura alemán (CDU) se desmarcó por su cuenta de la abstención pactada con Medio Ambiente (SPD). Merkel salió a disculparse y amonestó a su ministro, pero el daño ya estaba hecho. La dirigente del SPD, Andrea Nahles, consideró que “se ha roto la confianza”.
Estando así las cosas, ni unos ni otros muestran gran entusiasmo por una cohabitación que ha cosechado logros políticos y económicos, pero cuyos partidos protagonistas han sido castigados en las urnas por los electores. En parte también por eso, porque al SPD la gran coalición le ha reportado su peor resultado electoral desde 1949, el apetito de un Groko bis es muy limitado. Y también en parte por eso, el problema es más de estrategia partidista que de incompatibilidades de contenido.
El problema es que no hay muchas más alternativas. Si el intento de gran coalición falla, Merkel deberá gobernar en minoría –una opción que en principio no contempla por considerar que es fuente de inestabilidad- o deberán repetirse las elecciones. Celebrar nuevos comicios supondría tener que esperar casi hasta el próximo verano para que Berlín tenga Gobierno, en un momento en el que las capitales europeas esperan impacientes que el nuevo inquilino de la cancillería alemana emprenda por fin la anunciadísima refundación de la UE.
De momento, todas las opciones están abiertas. Y en estos tiempos políticos cargados de incertidumbre, lo que en Berlín un día parece imposible, al siguiente se convierte en una opción viable. Prueba de ello es cómo la vía de un Gobierno en minoría, hasta ahora impensable, de repente empieza a ganar apoyos en las filas democratacristianas. El consejo económico de la CDU pidió este jueves a la canciller que “considere seriamente” la opción de un Gobierno en minoría. Cada vez más voces temen en el partido de Merkel, que las exigencias del SPD para formar Gobierno supongan un desembolso en gasto social excesivo, en detrimento de la innovación y la digitalización del país. Muchos socialdemócratas ven también con buenos ojos un Gobierno en minoría, que les permitiría deshacerse del estigma de la gran coalición sin ser considerados responsables de una repetición de elecciones.
Lo que sí parece claro es que alemanes y europeos deberán tener paciencia ante un proceso negociador que se adivina dilatado. Representantes de la CDU estimaban hace unos días que si todo va bien, lo más probable es que CDU y SPD se sienten a negociar de verdad en enero. En cualquier caso, el líder socialdemócrata, Martin Schulz, deberá esperar al congreso de su partido la semana que viene antes de tomar cualquier decisión. Una vez logrado un posible acuerdo de gran coalición, el líder del SPD lo someterá a la aprobación de las bases del partido.
Ana Carbajosa
Berlín, El País
Otra reunión crucial más, en un nuevo momento decisivo, en la primera economía europea. La adrenalina sigue brotando en la tradicionalmente templada política alemana, algo más de dos meses después de unas elecciones inconclusas y sin que los partidos sean capaces de ponerse de acuerdo para formar Gobierno. Este jueves, se dieron cita los dos grandes partidos alemanes —el bloque demócrata cristiano (CDU/CSU) y los socialdemócratas (SPD)— bajo la mediación del presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier. Esta era la primera vez que fueron llamados a la misma mesa, después de que el SPD jurara durante meses, que antes muerto que repetir Gobierno otra vez con la canciller, Angela Merkel.
Ha sido una reunión sin más imágenes que las de la entrada y la salida de los políticos al Palacio de Belleveu, que se ha prolongado algo más de dos horas, al término de las cuales no ha habido declaraciones. La idea es hacer borrón y cuenta nueva y dejar de lado anteriores promesas para lograr un acercamiento que podría culminar en la reedición de una gran coalición —centro-derecha y centro-izquierda— como la que ha gobernado Alemania durante ocho de los últimos 12 años. Berlín sigue sin Gobierno y la UE a la espera del impulso político de la potencia líder de facto de la Unión.
Tres líderes en horas bajas
El encuentro del palacio de Bellevue es el de tres líderes en plena lucha por su supervivencia política. Schulz acude a la cita en el palacio presidencial tocado. Por su debacle electoral y porque las voces dentro del SPD que, de momento en voz baja, se cuestionan si es la persona adecuada para lograr la remontada socialdemócrata crecen. Algo parecido le sucede a Merkel, a la que el ala derecha de su partido le acusa de haber centrado la CDU en exceso y haber cedido demasiado terreno ideológico a la extrema derecha (Alternativa por Alemania, Afd). A la reunión del jueves acude también Horst Seehofer, líder de la Unión Social Cristiana bávara, el partido hermano de la CDU de Merkel. El relevo de Seehofer se espera en cualquier momento, mientras la lucha de poder en torno a su sucesión se narra por entregas estos días en la prensa alemana.
Y es también la primera vez después de un sonado encontronazo esta semana a cuenta del glifosfato que ha quebrado el frágil acercamiento entre los dos grandes partidos alemanes. La UE renovó a principios de semana la licencia del polémico herbicida en parte gracias al inesperado voto a favor de Alemania. El ministro de Agricultura alemán (CDU) se desmarcó por su cuenta de la abstención pactada con Medio Ambiente (SPD). Merkel salió a disculparse y amonestó a su ministro, pero el daño ya estaba hecho. La dirigente del SPD, Andrea Nahles, consideró que “se ha roto la confianza”.
Estando así las cosas, ni unos ni otros muestran gran entusiasmo por una cohabitación que ha cosechado logros políticos y económicos, pero cuyos partidos protagonistas han sido castigados en las urnas por los electores. En parte también por eso, porque al SPD la gran coalición le ha reportado su peor resultado electoral desde 1949, el apetito de un Groko bis es muy limitado. Y también en parte por eso, el problema es más de estrategia partidista que de incompatibilidades de contenido.
El problema es que no hay muchas más alternativas. Si el intento de gran coalición falla, Merkel deberá gobernar en minoría –una opción que en principio no contempla por considerar que es fuente de inestabilidad- o deberán repetirse las elecciones. Celebrar nuevos comicios supondría tener que esperar casi hasta el próximo verano para que Berlín tenga Gobierno, en un momento en el que las capitales europeas esperan impacientes que el nuevo inquilino de la cancillería alemana emprenda por fin la anunciadísima refundación de la UE.
De momento, todas las opciones están abiertas. Y en estos tiempos políticos cargados de incertidumbre, lo que en Berlín un día parece imposible, al siguiente se convierte en una opción viable. Prueba de ello es cómo la vía de un Gobierno en minoría, hasta ahora impensable, de repente empieza a ganar apoyos en las filas democratacristianas. El consejo económico de la CDU pidió este jueves a la canciller que “considere seriamente” la opción de un Gobierno en minoría. Cada vez más voces temen en el partido de Merkel, que las exigencias del SPD para formar Gobierno supongan un desembolso en gasto social excesivo, en detrimento de la innovación y la digitalización del país. Muchos socialdemócratas ven también con buenos ojos un Gobierno en minoría, que les permitiría deshacerse del estigma de la gran coalición sin ser considerados responsables de una repetición de elecciones.
Lo que sí parece claro es que alemanes y europeos deberán tener paciencia ante un proceso negociador que se adivina dilatado. Representantes de la CDU estimaban hace unos días que si todo va bien, lo más probable es que CDU y SPD se sienten a negociar de verdad en enero. En cualquier caso, el líder socialdemócrata, Martin Schulz, deberá esperar al congreso de su partido la semana que viene antes de tomar cualquier decisión. Una vez logrado un posible acuerdo de gran coalición, el líder del SPD lo someterá a la aprobación de las bases del partido.