Europa, África y la ONU incentivan el regreso a sus casas de los inmigrantes de Libia

El grupo de trabajo conjunto impulsará la protección de los migrantes atrapados en el país norteafricano en el retorno a sus países de origen

Javier Casqueiro
Abiyán, El País
Naciones Unidas, la Unión Africana y la Unión Europea acordaron ayer en Abiyán (Costa de Marfil) montar un grupo conjunto de trabajo (una task force) para “salvar y proteger vidas de migrantes y refugiados”, sobre todo en Libia, “acelerando el retorno voluntario asistido y el reasentamiento de los necesitados de protección”. La resolución fue acordada en la primera sesión de la cumbre entre la Unión Africana y la UE volcada en promover un plan de inversiones y créditos para frenar la huida de los jóvenes de África.


El lema central de la primera cumbre de la actual Unión Africana y la Unión Europea (la quinta bajo el formado África-UE) es “Inversiones en la juventud por un Desarrollo Sostenible”. La preocupación de todos los asistentes (110 delegaciones de 55 países africanos, 28 europeos y numerosos observadores y otros invitados) se centra en promover planes, inversiones, empleos y proyectos para retener a la numerosa y creciente población africana más joven y prometedora en sus naciones de origen para no descapitalizarlas y para evitar el fenómeno descontrolado de la inmigración en Europa. No es una iniciativa solo altruista.

El lanzamiento del nuevo Plan África promovido por el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, aprobado en septiembre y que contará en principio con un fondo de 4.100 millones de euros para facilitar préstamos, chocó con la realidad de la trata de personas y esclavos en Libia, un territorio sin Gobierno y desorientado hace años en el Magreb y clave para la fijación de los flujos migratorios irregulares hacia Italia y ahora hacia España, a través de nuevas rutas por Argelia.

El presidente del propio Consejo de Europa, Donald Tusk, asume que el problema de la migración “es una responsabilidad conjunta” y acepta que el deber de Europa es “intensificar la lucha contra criminales inescrupulosos y llevarlos ante la justicia”. Tusk lanzó incluso una crítica genérica al remarcar que lo peor que podría suceder ahora, en denuncias como las de las tratas de personas en Libia, es “comenzar el juego de las culpas” entre los distintos actores implicados.
El rey de Marruecos y el presidente de la República saharaui

J. C., Abiyán (Costa de Marfil)

Una de las imágenes inusuales e históricas de la cumbre de la Unión Africana y la Unión Europea fue la presencia, en la misma sala del plenario de los jefes de Estado y de Gobierno, del rey de Marruecos, Mohamed VI, y del presidente de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), Brahim Ghali. Ni se saludaron ni hablaron. Convocarles y que acudieran ya fue un éxito plagado de farragosas gestiones diplomáticas. Marruecos dejó la Unión Africana hace 33 años y volvió a su seno el pasado enero tras muchas disputas, entre otras por el apoyo de algunos países africanos (y sobre todo de Argelia) a la RASD.

La canciller alemana, Angela Merkel, antes de empezar las reuniones, abogó por generar opciones legales para que los jóvenes africanos en general puedan prepararse y estudiar en Europa y evitar así los negocios con seres humanos en Libia.

En ese ambiente, y en los denominados márgenes de la cumbre de Abiyán, se forzó un encuentro entre el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, el presidente de la Comisión, Juncker, el de la Unión Africana, Moussa Faki Mahamat, y la Alta representante de la UE, Federica Mogherini, para discutir los pasos a dar de forma conjunta contra esas redes criminales. En la nota y en la cumbre se habló de manera genérica sobre esas rutas de inmigrantes en África pero poniendo énfasis en el drama actual en Libia.
Retornos voluntarios

El acuerdo alude a la formación de un grupo de trabajo conjunto para actuar en la zona, y muy precisamente en Libia, con el objetivo de ampliar y acelerar el trabajo en curso realizado por los países de origen, con fondos europeos, y que ha permitido ya el retorno voluntario de 13.000 migrantes desde enero. En el comunicado se alude a que se actuará de acuerdo con el Gobierno local de Libia, que es en realidad otra declaración de buenas intenciones, y que se intensificarán las tareas para “desmantelar los traficantes y las redes delictivas, y para ofrecer oportunidades de desarrollo y estabilidad a los países de origen y tránsito, abordando las causas fundamentales de la migración”.

El programa de retorno voluntario de la Organización Mundial de las Migraciones (OIM) para quienes aceptan ser repatriados en vuelos chárter desde Libia implica recibir asistencia sanitaria y psicosocial, agua, comida, unos 50 euros para gastos de transporte hacia sus pueblos y ser inscritos en proyectos de reinserción laboral. Esta actuación de la OIM y la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) ha permitido el retorno de esos 13.000 migrantes pero ya hay otros 44.000 solicitantes de asilo identificados y el convencimiento firme de que esa cifra puede aumentar mucho más.

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