El ISIS huye al desierto tras perder su último feudo en Siria
Las tropas de Damasco y sus aliados chiíes ganan la carrera por el control de la frontera iraquí
Juan Carlos Sanz
Jerusalén, El País
Sin gloria alguna, sin la numantina resistencia que opuso durante meses en Mosul (Irak) o Raqa (Siria), el Estado Islámico (ISIS, en sus siglas en inglés) perdió este jueves la última ciudad que controlaba en el lado sirio de la frontera entre ambos países en el valle del Éufrates. El califato territorial proclamado en 2014 ya apenas existe. Los mil o dos mil combatientes que resistían en la última plaza fuerte de Abu Kamal se desbandaron por el desierto al amanecer. Las tropas gubernamentales sirias, con el apoyo clave de las milicias chiíes iraníes, libanesas e iraquíes, habían irrumpido la noche anterior en la población mediante una ofensiva relámpago. Los informadores del Observatorio Sirio para los Derechos Humanos refirieron que los yihadistas se replegaron con urgencia tras una noche de intensos combates.
“La liberación de Abu Kamal representa el fracaso del proyecto del grupo terrorista en la región”, se apresuró a cantar victoria el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas sirias en un comunicado citado por SANA, la agencia estatal. El ISIS ya solo controla una veintena de aldeas a lo largo del principal río del país árabe y páramos desérticos que representan el 30% de la provincia oriental de Deir Ezzor, de cuya capital fueron desalojados hace una semana.
Con cobertura aérea rusa, el Ejército leal al presidente Bachar el Asad y sus aliados chiíes Guardianes de la Revolución, Hezbolá y Multitud Popular tienen en su poder otro 38% de la provincia. Y, respaldada por la aviación de la coalición internacional dirigida por Estados Unidos, la alianza rebelde kurdo-árabe Fuerzas Democráticas de Siria, el 32% restante. Los primeros parecen haber ganado la carrera por apoderarse del principal paso fronterizo iraquí.
El objetivo no es otro que establecer una vía directa de comunicación terrestre desde Teherán hasta Beirut frente al bando suní liderado por Arabia Saudí. En Irak, el Estado Islámico ya solo cuenta con una presencia residual en Rawa, aguas abajo del Éufrates. En Siria, sigue en pie todavía en bolsas asediadas de la provincia de Damasco (como el campo de refugiados palestinos de Yarmuk), la provincia central de Homs y la suroccidental de Deraa, en la triple linde con Jordania y los Altos del Golán, una meseta ocupada por Israel desde 1967.
El Estado Islámico se ha desmoronado ahora con la misma celeridad con la que se extendió en el verano de 2014 a caballo entre ambos países por un territorio equivalente al de Italia. Se desconoce el paradero de Abubaker al Bagdadi, el líder que entonces proclamó el califato en Mosul. Permanece mudo desde que el ISIS difundió en septiembre un mensaje de audio en el que apelaba a llevar la resistencia contra los “infieles” hasta sus propias naciones. Si aún sigue con vida, vagará probablemente por el desierto sirio-iraquí.
Juan Carlos Sanz
Jerusalén, El País
Sin gloria alguna, sin la numantina resistencia que opuso durante meses en Mosul (Irak) o Raqa (Siria), el Estado Islámico (ISIS, en sus siglas en inglés) perdió este jueves la última ciudad que controlaba en el lado sirio de la frontera entre ambos países en el valle del Éufrates. El califato territorial proclamado en 2014 ya apenas existe. Los mil o dos mil combatientes que resistían en la última plaza fuerte de Abu Kamal se desbandaron por el desierto al amanecer. Las tropas gubernamentales sirias, con el apoyo clave de las milicias chiíes iraníes, libanesas e iraquíes, habían irrumpido la noche anterior en la población mediante una ofensiva relámpago. Los informadores del Observatorio Sirio para los Derechos Humanos refirieron que los yihadistas se replegaron con urgencia tras una noche de intensos combates.
“La liberación de Abu Kamal representa el fracaso del proyecto del grupo terrorista en la región”, se apresuró a cantar victoria el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas sirias en un comunicado citado por SANA, la agencia estatal. El ISIS ya solo controla una veintena de aldeas a lo largo del principal río del país árabe y páramos desérticos que representan el 30% de la provincia oriental de Deir Ezzor, de cuya capital fueron desalojados hace una semana.
Con cobertura aérea rusa, el Ejército leal al presidente Bachar el Asad y sus aliados chiíes Guardianes de la Revolución, Hezbolá y Multitud Popular tienen en su poder otro 38% de la provincia. Y, respaldada por la aviación de la coalición internacional dirigida por Estados Unidos, la alianza rebelde kurdo-árabe Fuerzas Democráticas de Siria, el 32% restante. Los primeros parecen haber ganado la carrera por apoderarse del principal paso fronterizo iraquí.
El objetivo no es otro que establecer una vía directa de comunicación terrestre desde Teherán hasta Beirut frente al bando suní liderado por Arabia Saudí. En Irak, el Estado Islámico ya solo cuenta con una presencia residual en Rawa, aguas abajo del Éufrates. En Siria, sigue en pie todavía en bolsas asediadas de la provincia de Damasco (como el campo de refugiados palestinos de Yarmuk), la provincia central de Homs y la suroccidental de Deraa, en la triple linde con Jordania y los Altos del Golán, una meseta ocupada por Israel desde 1967.
El Estado Islámico se ha desmoronado ahora con la misma celeridad con la que se extendió en el verano de 2014 a caballo entre ambos países por un territorio equivalente al de Italia. Se desconoce el paradero de Abubaker al Bagdadi, el líder que entonces proclamó el califato en Mosul. Permanece mudo desde que el ISIS difundió en septiembre un mensaje de audio en el que apelaba a llevar la resistencia contra los “infieles” hasta sus propias naciones. Si aún sigue con vida, vagará probablemente por el desierto sirio-iraquí.