La exministra de Cultura francesa Azoulay, elegida directora de la Unesco
Su candidatura se impone a la de un catarí un día después de la retirada de EE UU e Israel del organismo
Silvia Ayuso
París, El País
La francesa Audrey Azoulay será la nueva directora general de la Organización para Educación, la Cultura y la Ciencia de las Naciones Unidas (Unesco). La ministra de Cultura en el último año del Gobierno del socialista François Hollande se impuso este viernes en la votación final al catarí Hamad bin Abdulaziz Al-Kawari, el otro finalista en una intensa carrera que ha requerido de media docena de votaciones a puerta cerrada antes de lograr la fumata blanca, a punto de agotarse el plazo máximo previsto para este proceso.
Azoulay, de 45 años, tiene que ser ratificada aún por la Conferencia General de la Unesco con presencia de sus 195 países miembro. Pero este es un voto prácticamente protocolario, por lo que se da por sentado que la francesa será la segunda mujer que asume la jefatura de la organización de la ONU con sede en París tras la búlgara Irina Bokova, que concluye su segundo y último mandato el 15 de noviembre.
Azoulay se impuso por solo dos votos (30-28) a su rival catarí, después de haberse calificado este mismo viernes para la votación final en un voto de desempate contra la candidata egipcia, Moushira Khattab, que la víspera la había igualado en apoyos. Una elección casi in extremis que muestra las tensiones tras un proceso que se ha visto más complicado aún por el anuncio efectuado la víspera de la retirada de Estados Unidos e Israel del organismo, al que acusan de tener un “sesgo contra Israel”.
Todo sin embargo en la carrera de Azoulay ha sido un tanto in extremis. La exministra presentó su candidatura a punto de expirar el plazo. Una acción que supuso por un lado la ruptura de la norma no escrita que señala que el país anfitrión de un organismo internacional —la Unesco tiene su sede en París— no debe presentar a un candidato propio para dirigirlo. Su postulación provocó además la ira de los países árabes que, pese a que oficialmente no hay una tradición de rotación regional de la jefatura de la Unesco, como sí la hay para la secretaría general de la ONU, creían que había llegado el momento de que, por fin, uno de los suyos -presentaron cuatro candidatos- ocupara el cargo. En junio, medio centenar de intelectuales árabes le hicieron llegar un mensaje al presidente Emmanuel Macron pidiéndole que “reconsiderara” una candidatura "que ha puesto en peligro la estrecha relación de Francia con el mundo árabe”.
Frente a las recriminaciones, Azoulay ha esgrimido su herencia. Esta mujer de izquierdas, como se definía en una entrevista en 2016 en el Journal du Dimanche tras ser nominada por Hollande como ministra de Cultura, creció entre Francia y Marruecos, de donde son originarios sus padres, descendientes de judíos sefardíes. Su padre, André Azoulay, fue consejero del rey Hassan II y, después, de su hijo, Mohammed VI.
“He sido acunada al ritmo tanto de los muecines como de las campanas de Montparnasse como de los cánticos de las sinagogas”, decía en reciente una entrevista con la revista Jeune Afrique. “Quiero poner esa diversidad al servicio de mi acción”, agregó. Este viernes, poco antes de su elección, insistía en la necesidad de sacar a la Unesco de la “crisis política profunda” que atraviesa y “restaurar su eficacia y credibilidad”.
El presidente francés ha sido uno de los primeros en felicitar a la nueva jefa de la Unesco, en un mensaje en Twitter en el que aseguró que "Francia seguirá luchando por la ciencia, la educación y la cultura en el mundo".
Silvia Ayuso
París, El País
La francesa Audrey Azoulay será la nueva directora general de la Organización para Educación, la Cultura y la Ciencia de las Naciones Unidas (Unesco). La ministra de Cultura en el último año del Gobierno del socialista François Hollande se impuso este viernes en la votación final al catarí Hamad bin Abdulaziz Al-Kawari, el otro finalista en una intensa carrera que ha requerido de media docena de votaciones a puerta cerrada antes de lograr la fumata blanca, a punto de agotarse el plazo máximo previsto para este proceso.
Azoulay, de 45 años, tiene que ser ratificada aún por la Conferencia General de la Unesco con presencia de sus 195 países miembro. Pero este es un voto prácticamente protocolario, por lo que se da por sentado que la francesa será la segunda mujer que asume la jefatura de la organización de la ONU con sede en París tras la búlgara Irina Bokova, que concluye su segundo y último mandato el 15 de noviembre.
Azoulay se impuso por solo dos votos (30-28) a su rival catarí, después de haberse calificado este mismo viernes para la votación final en un voto de desempate contra la candidata egipcia, Moushira Khattab, que la víspera la había igualado en apoyos. Una elección casi in extremis que muestra las tensiones tras un proceso que se ha visto más complicado aún por el anuncio efectuado la víspera de la retirada de Estados Unidos e Israel del organismo, al que acusan de tener un “sesgo contra Israel”.
Todo sin embargo en la carrera de Azoulay ha sido un tanto in extremis. La exministra presentó su candidatura a punto de expirar el plazo. Una acción que supuso por un lado la ruptura de la norma no escrita que señala que el país anfitrión de un organismo internacional —la Unesco tiene su sede en París— no debe presentar a un candidato propio para dirigirlo. Su postulación provocó además la ira de los países árabes que, pese a que oficialmente no hay una tradición de rotación regional de la jefatura de la Unesco, como sí la hay para la secretaría general de la ONU, creían que había llegado el momento de que, por fin, uno de los suyos -presentaron cuatro candidatos- ocupara el cargo. En junio, medio centenar de intelectuales árabes le hicieron llegar un mensaje al presidente Emmanuel Macron pidiéndole que “reconsiderara” una candidatura "que ha puesto en peligro la estrecha relación de Francia con el mundo árabe”.
Frente a las recriminaciones, Azoulay ha esgrimido su herencia. Esta mujer de izquierdas, como se definía en una entrevista en 2016 en el Journal du Dimanche tras ser nominada por Hollande como ministra de Cultura, creció entre Francia y Marruecos, de donde son originarios sus padres, descendientes de judíos sefardíes. Su padre, André Azoulay, fue consejero del rey Hassan II y, después, de su hijo, Mohammed VI.
“He sido acunada al ritmo tanto de los muecines como de las campanas de Montparnasse como de los cánticos de las sinagogas”, decía en reciente una entrevista con la revista Jeune Afrique. “Quiero poner esa diversidad al servicio de mi acción”, agregó. Este viernes, poco antes de su elección, insistía en la necesidad de sacar a la Unesco de la “crisis política profunda” que atraviesa y “restaurar su eficacia y credibilidad”.
El presidente francés ha sido uno de los primeros en felicitar a la nueva jefa de la Unesco, en un mensaje en Twitter en el que aseguró que "Francia seguirá luchando por la ciencia, la educación y la cultura en el mundo".