Duras críticas a la OMS por nombrar embajador al presidente de Zimbabue
Oposición y organismos de derechos humanos recuerdan que Mugabe ha desfondado la sanidad
José Naranjo
Dakar, El País
El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el etíope Tedros Adhanom Ghebreyesus, solicitó el pasado miércoles al presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, que fuera embajador de buena voluntad de este organismo. Esta nominación ha generado un torrente de críticas tanto por parte de organismos de derechos humanos, que han recordado el carácter autoritario y represivo de su régimen, como de la oposición interna, que ha puesto sobre la mesa el “estado caótico” de la sanidad pública en su país y el hecho de que el propio Mugabe acude a Singapur a resolver sus problemas de salud. Este año ya ha ido tres veces.
La oferta del doctor Ghebreyesus a Mugabe se produjo cuando éste se encontraba en Montevideo (Uruguay) participando en una conferencia organizada por la OMS sobre enfermedades no transmisibles. En dicho encuentro, el presidente de Zimbabue, de 93 años, explicó a los delegados las políticas desarrolladas en su país contra este tipo de dolencias, como el cáncer, el asma o la diabetes. Ello motivó que recibiera los elogios del director del organismo internacional y su oferta para que le ayudara en la lucha contra las enfermedades no transmisibles dado “su compromiso con la salud pública”.
Ni 24 horas después comenzó el chaparrón de críticas dirigidas contra Ghebreyesus, el primer africano en dirigir la OMS tras la dimisión de Margaret Chan, en junio pasado. El director ejecutivo de Human Rights Watch, Kenneth Roth, calificó de “vergonzosa” y “absurda” la propuesta, asegurando que “la corrupción de Mugabe y su mal manejo de la economía devastaron los servicios de salud” de Zimbabue.
Por su parte, Hillel Neuer, director ejecutivo de UN Watch, una organización sin ánimo de lucro dedicada a monitorear el funcionamiento de Naciones Unidas manifestó también su rechazo. “El Gobierno de Robert Mugabe ha golpeado a activistas de derechos humanos, ha aplastado a disidentes democráticos y ha convertido el granero de África y su sistema de salud en un caso perdido. Es repugnante que la ONU le alabe ahora como un gran defensor de la salud”, dijo.
Sin embargo, las peores críticas proceden del interior del país. El portavoz del principal partido de oposición, el Movimiento por el Cambio Democrático (MDC), tildó esta nominación de “insulto” y aseguró que “el sistema de salud está sumido en el caos. Mugabe lo ha destrozado. Él y su familia van a Singapur para curarse después de haber dejado desfondarse nuestros hospitales públicos”.
Robert Mugabe lleva 37 años en el poder, primero como primer ministro y luego como presidente de Zimbabue. Su régimen se ha caracterizado sobre todo en los últimos años por una elevada corrupción, una grave crisis económica y un enorme despilfarro de dinero público, con fastuosas fiestas de cumpleaños del presidente. Su avanzada edad y su frágil estado de salud han disparado los rumores acerca de su sucesión, una carrera en la que está bien colocada su propia esposa, Grace Mugabe, y su vicepresidente, Emmerson Mnangagwa. Sin embargo, su partido le ha nominado para las elecciones de 2018 y el camarada Bob parece dispuesto a seguir dando guerra.
José Naranjo
Dakar, El País
El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el etíope Tedros Adhanom Ghebreyesus, solicitó el pasado miércoles al presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, que fuera embajador de buena voluntad de este organismo. Esta nominación ha generado un torrente de críticas tanto por parte de organismos de derechos humanos, que han recordado el carácter autoritario y represivo de su régimen, como de la oposición interna, que ha puesto sobre la mesa el “estado caótico” de la sanidad pública en su país y el hecho de que el propio Mugabe acude a Singapur a resolver sus problemas de salud. Este año ya ha ido tres veces.
La oferta del doctor Ghebreyesus a Mugabe se produjo cuando éste se encontraba en Montevideo (Uruguay) participando en una conferencia organizada por la OMS sobre enfermedades no transmisibles. En dicho encuentro, el presidente de Zimbabue, de 93 años, explicó a los delegados las políticas desarrolladas en su país contra este tipo de dolencias, como el cáncer, el asma o la diabetes. Ello motivó que recibiera los elogios del director del organismo internacional y su oferta para que le ayudara en la lucha contra las enfermedades no transmisibles dado “su compromiso con la salud pública”.
Ni 24 horas después comenzó el chaparrón de críticas dirigidas contra Ghebreyesus, el primer africano en dirigir la OMS tras la dimisión de Margaret Chan, en junio pasado. El director ejecutivo de Human Rights Watch, Kenneth Roth, calificó de “vergonzosa” y “absurda” la propuesta, asegurando que “la corrupción de Mugabe y su mal manejo de la economía devastaron los servicios de salud” de Zimbabue.
Por su parte, Hillel Neuer, director ejecutivo de UN Watch, una organización sin ánimo de lucro dedicada a monitorear el funcionamiento de Naciones Unidas manifestó también su rechazo. “El Gobierno de Robert Mugabe ha golpeado a activistas de derechos humanos, ha aplastado a disidentes democráticos y ha convertido el granero de África y su sistema de salud en un caso perdido. Es repugnante que la ONU le alabe ahora como un gran defensor de la salud”, dijo.
Sin embargo, las peores críticas proceden del interior del país. El portavoz del principal partido de oposición, el Movimiento por el Cambio Democrático (MDC), tildó esta nominación de “insulto” y aseguró que “el sistema de salud está sumido en el caos. Mugabe lo ha destrozado. Él y su familia van a Singapur para curarse después de haber dejado desfondarse nuestros hospitales públicos”.
Robert Mugabe lleva 37 años en el poder, primero como primer ministro y luego como presidente de Zimbabue. Su régimen se ha caracterizado sobre todo en los últimos años por una elevada corrupción, una grave crisis económica y un enorme despilfarro de dinero público, con fastuosas fiestas de cumpleaños del presidente. Su avanzada edad y su frágil estado de salud han disparado los rumores acerca de su sucesión, una carrera en la que está bien colocada su propia esposa, Grace Mugabe, y su vicepresidente, Emmerson Mnangagwa. Sin embargo, su partido le ha nominado para las elecciones de 2018 y el camarada Bob parece dispuesto a seguir dando guerra.