¿Por qué algunos lugares públicos prohíben a nuestros perros?
Cinnamon Janzer
Infobea
En el ensayo Pets Allowed (Animales permitidos) que publicó el New Yorker en 2014, la autora Patricia Marx exploró la proliferación de animales de apoyo emocional (ESA) fraudulentos. Marx comenzó preguntando por qué tantos animales domésticos se permiten en lugares que "no deben estar", seguido de una imagen de la autora en una farmacia junto a una alpaca. Al contarle a un terapeuta una historia inventada sobre su niñez, Marx obtuvo las credenciales de la ESA para pasear hasta cinco animales por la ciudad de Nueva York. Llevó una tortuga a un museo de arte, un cerdo a un aeropuerto y una serpiente a una boutique de lujo.
Marx ilustró de manera inteligente y con humor lo fácil que es jugar con el sistema, culpando al sistema por la falta de comprensión y regulación en torno a las leyes de la ESA combinadas con los amantes de los animales que no tienen problemas en pasar por alto a sus propios médicos con tal de comprar las credenciales de la ESA. Es lo mismo que pasa con los adultos sanos que llevan sus vehículos deportivos con una placa de discapacitados. Marx no está solo en su decepción con la presencia de animales domésticos en aquellos lugares donde "no deben estar". Otros han criticado la presencia de mascotas en las tiendas, en los restaurantes y en otros lugares.
He experimentado la ansiedad y la depresión durante años y soy una de esas propietarias de mascotas de las que habla Marx: soy una millennial sin hijos, aunque mi perro es el centro de mi universo. Cuando estás en esos días en los que no te levantarías de la cama, mi perro Gus me busca entusiasmado para comer o para dar un paseo, y eso es lo que me motiva a comenzar el día. Incluso cunado no estoy en medio de un ataque de ansiedad, todavía quiero estar con él y pasearlo en público. No soy la única. Para mí y millones de estadounidenses, la discriminación contra las mascotas en los espacios públicos refleja una anticuada concepción del papel de las mascotas en el desempeño en la vida de las personas.
Un estudio de 2015 publicado en la revista Science encontró que al mirar a los ojos del otro, los perros y humanos se unen de la misma manera que si lo hicieran dos personas. La conexión se demostró en los perros por el aumento de los niveles de oxitocina. La BBC explica que este vínculo alimentado químicamente es el mismo proceso que crea una conexión entre las madres y los bebés. "Es un hallazgo increíble que sugiere que los perros han secuestrado el sistema de vinculación humana", dijo un profesor de Duke especializado en antropología evolutiva. Mientras tanto, otro estudio sobre perros realizado en la Universidad de Cambridge señaló que "los niños reportaron más satisfacción y menos conflicto con sus mascotas que con sus hermanos".
En otras palabras, los lazos entre las personas y los animales, especialmente los perros, pueden ser muy significativos y muy similares. Eso no es todo: los cambios recientes que estamos experimentando en los hábitos de los millennials también pueden influir en por qué los perros significan más para nosotros, ahora más que nunca.
Una encuesta de Gallup realizada en 2016 encontró que el 59 por ciento de los millennials son solteros y nunca han estado casados. Además, el 60 por ciento no tienen hijos menores de 18 años viviendo en el hogar, lo que significa que la mayoría de la generación viva más grande de Estados Unidos (aproximadamente 75.4 millones de personas) está posponiendo el matrimonio y los hijos, o lo están evitando. En cambio, están teniendo mascotas.
Un artículo publicado en The Washington Post cita la investigación de Mintel. En ese informe se explica que entre los encuestados, el 71 por ciento de los hombres millennials y el 62 por ciento de las mujeres millennials tenían perros. Gracias a una probable combinación del retraso en la paternidad y las opciones de trabajo más flexibles que nunca, "las mascotas se están convirtiendo en un reemplazo de los niños", tal y como apunta la psicóloga de la Universidad de San Diego, Jena Twenge.
¿Un padre decente podría considerar volar con su hijo encerrado en la bodega de un avión? Por supuesto que no. Sin embargo, la compra de asientos para mascotas no está permitida y en cualquier lugar donde podrías encontrar niños felices, en cambio, las mascotas están prohibidas. Excepto cuando las credenciales ESA lo permiten. Si la gente, especialmente los jóvenes, depende cada vez más de las mascotas para servir como miembros de la familia, es hora de repensar la forma en que integramos los animales en nuestra vida cotidiana.
Infobea
En el ensayo Pets Allowed (Animales permitidos) que publicó el New Yorker en 2014, la autora Patricia Marx exploró la proliferación de animales de apoyo emocional (ESA) fraudulentos. Marx comenzó preguntando por qué tantos animales domésticos se permiten en lugares que "no deben estar", seguido de una imagen de la autora en una farmacia junto a una alpaca. Al contarle a un terapeuta una historia inventada sobre su niñez, Marx obtuvo las credenciales de la ESA para pasear hasta cinco animales por la ciudad de Nueva York. Llevó una tortuga a un museo de arte, un cerdo a un aeropuerto y una serpiente a una boutique de lujo.
Marx ilustró de manera inteligente y con humor lo fácil que es jugar con el sistema, culpando al sistema por la falta de comprensión y regulación en torno a las leyes de la ESA combinadas con los amantes de los animales que no tienen problemas en pasar por alto a sus propios médicos con tal de comprar las credenciales de la ESA. Es lo mismo que pasa con los adultos sanos que llevan sus vehículos deportivos con una placa de discapacitados. Marx no está solo en su decepción con la presencia de animales domésticos en aquellos lugares donde "no deben estar". Otros han criticado la presencia de mascotas en las tiendas, en los restaurantes y en otros lugares.
He experimentado la ansiedad y la depresión durante años y soy una de esas propietarias de mascotas de las que habla Marx: soy una millennial sin hijos, aunque mi perro es el centro de mi universo. Cuando estás en esos días en los que no te levantarías de la cama, mi perro Gus me busca entusiasmado para comer o para dar un paseo, y eso es lo que me motiva a comenzar el día. Incluso cunado no estoy en medio de un ataque de ansiedad, todavía quiero estar con él y pasearlo en público. No soy la única. Para mí y millones de estadounidenses, la discriminación contra las mascotas en los espacios públicos refleja una anticuada concepción del papel de las mascotas en el desempeño en la vida de las personas.
Un estudio de 2015 publicado en la revista Science encontró que al mirar a los ojos del otro, los perros y humanos se unen de la misma manera que si lo hicieran dos personas. La conexión se demostró en los perros por el aumento de los niveles de oxitocina. La BBC explica que este vínculo alimentado químicamente es el mismo proceso que crea una conexión entre las madres y los bebés. "Es un hallazgo increíble que sugiere que los perros han secuestrado el sistema de vinculación humana", dijo un profesor de Duke especializado en antropología evolutiva. Mientras tanto, otro estudio sobre perros realizado en la Universidad de Cambridge señaló que "los niños reportaron más satisfacción y menos conflicto con sus mascotas que con sus hermanos".
En otras palabras, los lazos entre las personas y los animales, especialmente los perros, pueden ser muy significativos y muy similares. Eso no es todo: los cambios recientes que estamos experimentando en los hábitos de los millennials también pueden influir en por qué los perros significan más para nosotros, ahora más que nunca.
Una encuesta de Gallup realizada en 2016 encontró que el 59 por ciento de los millennials son solteros y nunca han estado casados. Además, el 60 por ciento no tienen hijos menores de 18 años viviendo en el hogar, lo que significa que la mayoría de la generación viva más grande de Estados Unidos (aproximadamente 75.4 millones de personas) está posponiendo el matrimonio y los hijos, o lo están evitando. En cambio, están teniendo mascotas.
Un artículo publicado en The Washington Post cita la investigación de Mintel. En ese informe se explica que entre los encuestados, el 71 por ciento de los hombres millennials y el 62 por ciento de las mujeres millennials tenían perros. Gracias a una probable combinación del retraso en la paternidad y las opciones de trabajo más flexibles que nunca, "las mascotas se están convirtiendo en un reemplazo de los niños", tal y como apunta la psicóloga de la Universidad de San Diego, Jena Twenge.
¿Un padre decente podría considerar volar con su hijo encerrado en la bodega de un avión? Por supuesto que no. Sin embargo, la compra de asientos para mascotas no está permitida y en cualquier lugar donde podrías encontrar niños felices, en cambio, las mascotas están prohibidas. Excepto cuando las credenciales ESA lo permiten. Si la gente, especialmente los jóvenes, depende cada vez más de las mascotas para servir como miembros de la familia, es hora de repensar la forma en que integramos los animales en nuestra vida cotidiana.