El huracán María deja a Puerto Rico sumido en el caos y con regiones incomunicadas
El director de emergencias de la isla pide a la población "prepararse para por lo menos 72 horas de no tener un Gobierno funcionando"
Pablo de Llano
Miami, El País
Puerto Rico lucha por salir del caos tras el paso del huracán María. Decenas de municipos continúan incomunicados, los equipos de rescatistas apenas empiezan a recorrer las zonas devastadas, la población permanece bajo el toque de queda al menos hasta el sábado y, sin que cesen las lluvias torrenciales, la isla se mantiene en alerta roja por la amenaza de inundaciones súbitas. EE UU –del que Puerto Rico es Estado Libre Asociado– ha declarado el territorio "zona de desastre". Según medios locales ya ha habido siete víctimas mortales. El Gobierno ha registrado una con certeza y afirma que hay más pero aún no ha podido especificar cuántas. Un día después del ciclón, la isla, noqueada, apenas es capaz de maniobrar para atisbar la dimensión de su tragedia.
El escenario general es catastrófico. Pueblos de los que no se sabe nada, el sistema eléctrico de la isla arruinado, sin agua corriente, carreteras cortadas, la exhuberante vegetación de la isla destrozada como si le hubiese pasado por encima una gigantesca máquina excavadora, decenas de miles de viviendas arrasadas por los vientos de más de 200 kilómetros por hora de María, ríos y presas desbordándose. "Puerto Rico ha quedado absolutamente arrasado. Muy, muy golpeado", ha dicho en la ONU el presidente de EE UU, Donald Trump, que sin dar fecha añadió que visitará la isla. Con Puerto Rico sumido en una bancarrota con 120.000 millones de dólares de deuda, a la que se añaden los incalculables daños del ciclón, a corto plazo la opción más realista para que la isla pueda salir del atolladero sería un rescate multimillonario de EE UU, que requeriría la aprobación del Congreso federal. Políticos de la élite americana como el republicano Jeb Bush o la líder demócrata Nancy Pelosi han manifestado la urgencia de que Washington brinde pleno apoyo a la isla.
Pasado el ojo del huracán pero a merced aún de la tormenta, el Gobierno de Puerto Rico intenta recomponer las primeras piezas del rompecabezas del desastre causado por María, el mayor huracán que ha golpeado la isla desde 1928. Las condiciones son terribles. Los organismos oficiales a duras penas pueden mantenerse en contacto entre sí. El grueso de los 3.500.000 de habitantes de la isla está incomunicado, con infinidad de gente desesperada por conseguir saber cómo se encuentran sus familiares y amigos. El gobernador Ricardo Rosselló acompaña los primeros operativos de rescate en inundaciones y desde la dirección de Emergencias se ha pedido a la población "prepararse para por lo menos 72 horas de no tener un gobierno funcionando".
Rosselló ha insistido en que la situación se puede agravar más: "Esto se puede poner peor, porque la parte que provoca más muertes en este tipo de eventos es la lluvia", ha dicho a una radio local. En la costa oriental se esperan inundaciones de más de medio metro. En el barrio de Levittown, en San Juan, han sido rescatadas unas 500 personas –niños incluidos– subidas a los techos de sus viviendas ante la crecida del agua y prosiguen los trabajos para evacuar a todos los vecinos del lugar.
El joven gobernador, de 38 años, ha comentado que él tampoco ha podido comunicarse con sus padres y ha contado también que la fuerza del ciclón fue tal que sintió moverse los muros de La Fortaleza, el fortín construido en la época de la colonia española y que alberga su residencia oficial en San Juan.
El diario local El Nuevo Día ofrece detalles que ilustran lo malo de la situación. La alcaldesa del municipio de Ponce comunicando por teléfono satelital que su zona está "devastada". La alcaldesa de Loaíza informando de que la alcaldía está "destrozada". Policías a los que por la calle les salen al paso ciudadanos que piden ayuda para contactar con conocidos y a los que no pueden más que responderles: "No tenemos sistema de radio. No hay comunicación". En el municipio de Caguas una fila de vecinos esperando para comprar "una libra de pan".
EE UU, por su parte, ha empezado a enviar ayuda y equipos de su Guardia Nacional trabajan ya sobre el terreno. Desde Florida llegará este viernes un barco cargado con toneladas de alimentos, medicamentos y material de primer auxilio.
La zona sur de la isla, por donde entró con más fuerza el ciclón, es la parte más aislada y se presume que la más damnificada. Desde allí hasta el centro de Puerto Rico, el tramo recorrido con más furia por el huracán, todo está desolado según los primeros informes. En San Juan, el aeropuerto estará cerrado para vuelos comerciales al menos hasta mañana viernes. "María nos ha dado duro", ha resumido la alcaldesa de la capital, San Juan (390.000 habitantes), Carmen Yulín. "El San Juan y el Puerto Rico de hoy es otro. Pero vamos a reconstruirlos".
El huracán, que entró al Caribe el martes por la isla de Dominica (que reportaba ayer 15 muertos y 20 desaparecidos), sigue avanzando hacia el noroeste y con categoría 3 ha azotado este jueves la costa oriental de República Dominicana, dejando unas 140.000 personas sin electricidad, 2.900 viviendas afectadas y alrededor de 17.000 evacuados. El Centro Nacional de Huracanes de EE UU prevé que pase también por Islas Turcas y Caicos y por las Bahamas, y que no afectará a Haití, Cuba ni Florida, estas dos últimas área muy dañadas por el reciente huracán Irma, que dejó más de 80 muertos en toda la región y una estela de destrucción a la que se añade ahora el efecto de María.
Pablo de Llano
Miami, El País
Puerto Rico lucha por salir del caos tras el paso del huracán María. Decenas de municipos continúan incomunicados, los equipos de rescatistas apenas empiezan a recorrer las zonas devastadas, la población permanece bajo el toque de queda al menos hasta el sábado y, sin que cesen las lluvias torrenciales, la isla se mantiene en alerta roja por la amenaza de inundaciones súbitas. EE UU –del que Puerto Rico es Estado Libre Asociado– ha declarado el territorio "zona de desastre". Según medios locales ya ha habido siete víctimas mortales. El Gobierno ha registrado una con certeza y afirma que hay más pero aún no ha podido especificar cuántas. Un día después del ciclón, la isla, noqueada, apenas es capaz de maniobrar para atisbar la dimensión de su tragedia.
El escenario general es catastrófico. Pueblos de los que no se sabe nada, el sistema eléctrico de la isla arruinado, sin agua corriente, carreteras cortadas, la exhuberante vegetación de la isla destrozada como si le hubiese pasado por encima una gigantesca máquina excavadora, decenas de miles de viviendas arrasadas por los vientos de más de 200 kilómetros por hora de María, ríos y presas desbordándose. "Puerto Rico ha quedado absolutamente arrasado. Muy, muy golpeado", ha dicho en la ONU el presidente de EE UU, Donald Trump, que sin dar fecha añadió que visitará la isla. Con Puerto Rico sumido en una bancarrota con 120.000 millones de dólares de deuda, a la que se añaden los incalculables daños del ciclón, a corto plazo la opción más realista para que la isla pueda salir del atolladero sería un rescate multimillonario de EE UU, que requeriría la aprobación del Congreso federal. Políticos de la élite americana como el republicano Jeb Bush o la líder demócrata Nancy Pelosi han manifestado la urgencia de que Washington brinde pleno apoyo a la isla.
Pasado el ojo del huracán pero a merced aún de la tormenta, el Gobierno de Puerto Rico intenta recomponer las primeras piezas del rompecabezas del desastre causado por María, el mayor huracán que ha golpeado la isla desde 1928. Las condiciones son terribles. Los organismos oficiales a duras penas pueden mantenerse en contacto entre sí. El grueso de los 3.500.000 de habitantes de la isla está incomunicado, con infinidad de gente desesperada por conseguir saber cómo se encuentran sus familiares y amigos. El gobernador Ricardo Rosselló acompaña los primeros operativos de rescate en inundaciones y desde la dirección de Emergencias se ha pedido a la población "prepararse para por lo menos 72 horas de no tener un gobierno funcionando".
Rosselló ha insistido en que la situación se puede agravar más: "Esto se puede poner peor, porque la parte que provoca más muertes en este tipo de eventos es la lluvia", ha dicho a una radio local. En la costa oriental se esperan inundaciones de más de medio metro. En el barrio de Levittown, en San Juan, han sido rescatadas unas 500 personas –niños incluidos– subidas a los techos de sus viviendas ante la crecida del agua y prosiguen los trabajos para evacuar a todos los vecinos del lugar.
El joven gobernador, de 38 años, ha comentado que él tampoco ha podido comunicarse con sus padres y ha contado también que la fuerza del ciclón fue tal que sintió moverse los muros de La Fortaleza, el fortín construido en la época de la colonia española y que alberga su residencia oficial en San Juan.
El diario local El Nuevo Día ofrece detalles que ilustran lo malo de la situación. La alcaldesa del municipio de Ponce comunicando por teléfono satelital que su zona está "devastada". La alcaldesa de Loaíza informando de que la alcaldía está "destrozada". Policías a los que por la calle les salen al paso ciudadanos que piden ayuda para contactar con conocidos y a los que no pueden más que responderles: "No tenemos sistema de radio. No hay comunicación". En el municipio de Caguas una fila de vecinos esperando para comprar "una libra de pan".
EE UU, por su parte, ha empezado a enviar ayuda y equipos de su Guardia Nacional trabajan ya sobre el terreno. Desde Florida llegará este viernes un barco cargado con toneladas de alimentos, medicamentos y material de primer auxilio.
La zona sur de la isla, por donde entró con más fuerza el ciclón, es la parte más aislada y se presume que la más damnificada. Desde allí hasta el centro de Puerto Rico, el tramo recorrido con más furia por el huracán, todo está desolado según los primeros informes. En San Juan, el aeropuerto estará cerrado para vuelos comerciales al menos hasta mañana viernes. "María nos ha dado duro", ha resumido la alcaldesa de la capital, San Juan (390.000 habitantes), Carmen Yulín. "El San Juan y el Puerto Rico de hoy es otro. Pero vamos a reconstruirlos".
El huracán, que entró al Caribe el martes por la isla de Dominica (que reportaba ayer 15 muertos y 20 desaparecidos), sigue avanzando hacia el noroeste y con categoría 3 ha azotado este jueves la costa oriental de República Dominicana, dejando unas 140.000 personas sin electricidad, 2.900 viviendas afectadas y alrededor de 17.000 evacuados. El Centro Nacional de Huracanes de EE UU prevé que pase también por Islas Turcas y Caicos y por las Bahamas, y que no afectará a Haití, Cuba ni Florida, estas dos últimas área muy dañadas por el reciente huracán Irma, que dejó más de 80 muertos en toda la región y una estela de destrucción a la que se añade ahora el efecto de María.