El fiscal general brasileño vuelve a denunciar a Temer por corrupción

El presidente de Brasil se enfrenta ahora a cargos por obstrucción a la justicia y participar en una organización para delinquir

Afonso Benites
Tom C. Avendaño
Brasília, El País
Una de las peores pesadillas del presidente brasileño, Michel Temer, ha vuelto a hacerse realidad: el fiscal general, Rodrigo Janot, única persona con capacidad para sentarle en el banquillo de los acusados, ha vuelto a denunciarle por corrupción, en este caso por obstrucción a la justicia y por participar en una organización criminal que, según el letrado, llegó a recaudar 587 millones de reales (158 millones de dólares) en sobornos para el Partido del Movimiento Democrático (PMDB). La denuncia llega mes y medio después de otra, que Temer logró enterrar, entregándose en cuerpo y alma a ello, en una votación en el la Cámara de los Diputados (para que estas acusaciones lleguen al Tribunal Supremo, deben ser aprobadas antes por 342 de los 513 diputados).


La acusación se basa en una investigación de la Policía Federal que concluyó que Temer lideraba una trama de captación de sobornos, en la cual participaban también varios de sus compañeros de partido. La mayoría de los crímenes tuvieron lugar, según la denuncia, a comienzos de la década pasada, cuando Temer era diputado, pero solo han podido convertirse en una acusación formal ahora. En parte porque Janot, que ha declarado la guerra abierta a Temer y que ya le ha denunciado antes, se jubila en tres días y no quiere perder la oportunidad de tener la última palabra Y también porque en los últimos meses, algunos empresarios que, supuestamente, han sobornado al Gobierno han descrito a la policía cómo Temer autorizaba "comprar el silencio" de algunos corruptos ya detenidos. En particular se trata de Joesley Batista, magnate del gigante cárnico JBS, y Lúcio Funaro, encargado del PMDB de blanquear el dinero proveniente de operaciones ilícitas.

Según la denuncia, el grupo de corruptos liderados por Temer era conocido como la Banda del PMDB y comprende algunos de los pesos pesados de la política brasileña reciente, muchos de ellos presos y dispuestos a contarle a la policía todo lo que saben a cambio de una reducción de su sentencia: el temido expresidente de la Cámara de los Diputados y principal propulsor del impeachment a Dilma Rousseff, Eduardo Cunha; el exministro tanto de Lula da Silva y el propio Temer, Geddel Vieira Lima, y los dos ministros con más poder del actual poder: Moreira Franco y Eliseu Padilha. El PMDB se ha defendido en un comunicado alegando: "La sociedad entera ha visto los montajes de estos acusadores; la justicia y la sociedad sabrán identificar los verdaderos motivos de este fiscal".

En realidad los motivos del fiscal son bastante cristalinos. Estas confesiones le están armando con un arsenal de acusaciones que verter sobre Temer, un presidente asfixiado por ya incontables incriminaciones en casos de corrupción, y también por su consecuente enemistad con la Justicia. Pero cada denuncia que emita tiene que someterse a un dos votaciones antes de llegar al Tribunal Supremo: primero un grupo de 40 diputados, que conforman la Comisión de Constitución y Justicia y luego, la Cámara entera. Cada votación es una oportunidad para que Temer logre detener la demanda, pero esto también desgasta al presidente: en el anterior caso, los favores que había prometido a cambio de votos favorables se convirtieron el chisme favorito de Brasilia. De ahí que Janot esté dosificando cada demanda, para que cada una encuentre a un presidente cada vez más debilitado.

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