Nikki Haley, la voz de hierro de Trump en la ONU
Hija de inmigrantes indios y figura emergente del conservadurismo del sur, fue muy crítica con el presidente durante la campaña. Ahora es la embajadora de su mensaje de fuerza con Corea del Norte.
Amanda Mars
Washington, El País
Era difícil aventurar hace un año que la misma Nikki Haley que había protagonizado un rifirrafe con Donald Trump por sus formas y sus fondos iba a convertirse en la voz de hierro del nuevo Gobierno de Estados Unidos ante Naciones Unidas. Haley, de 45 años, hija de inmigrantes indios, fue la primera mujer gobernadora de Carolina del Sur y representa la renovación del conservadurismo sureño.
Con un currículum sin experiencia en política internacional, su nombramiento fue un guiño de Trump hacia sus —muchos, muchísimos— críticos en el Partido Republicano. En poco más de medio año ha sabido desmarcarse de su presidente en el discurso sobre derechos humanos, mucho más presentes en su agenda, al menos a nivel retórico, pero ha encarnado perfectamente la idea fuerza que la nueva Casa Blanca quería llevar a este organismo.
En el puesto se estrenó con la pistola cargada, con una primera declaración para la historia: “Tenemos que respaldar a nuestros aliados y asegurarnos de que nuestros aliados nos respaldan. Y quienes no nos respalden, que sepan que vamos a apuntar sus nombres, y vamos a responder como corresponda”, espetó a la prensa.
La presión de EE UU ha logrado que el Consejo de Seguridad apruebe las sanciones económicas más duras hasta ahora contra Corea del Norte, con la bendición de China y su compromiso de seguirlas al pie de la letra. Las negociaciones van por otro lado -Washington ha vinculado abiertamente los acuerdos sobre Corea con las relaciones comerciales entre ambos países-, pero ella es la voz y el rostro del Trump guerrero en el cuartel de Naciones Unidas. A primeros de julio advirtió de que Estados Unidos está listo para una acción armada contra Corea del Norte. “EE UU está preparada para usar todo el abanico de sus capacidades”, advirtió.
Amanda Mars
Washington, El País
Era difícil aventurar hace un año que la misma Nikki Haley que había protagonizado un rifirrafe con Donald Trump por sus formas y sus fondos iba a convertirse en la voz de hierro del nuevo Gobierno de Estados Unidos ante Naciones Unidas. Haley, de 45 años, hija de inmigrantes indios, fue la primera mujer gobernadora de Carolina del Sur y representa la renovación del conservadurismo sureño.
Con un currículum sin experiencia en política internacional, su nombramiento fue un guiño de Trump hacia sus —muchos, muchísimos— críticos en el Partido Republicano. En poco más de medio año ha sabido desmarcarse de su presidente en el discurso sobre derechos humanos, mucho más presentes en su agenda, al menos a nivel retórico, pero ha encarnado perfectamente la idea fuerza que la nueva Casa Blanca quería llevar a este organismo.
En el puesto se estrenó con la pistola cargada, con una primera declaración para la historia: “Tenemos que respaldar a nuestros aliados y asegurarnos de que nuestros aliados nos respaldan. Y quienes no nos respalden, que sepan que vamos a apuntar sus nombres, y vamos a responder como corresponda”, espetó a la prensa.
La presión de EE UU ha logrado que el Consejo de Seguridad apruebe las sanciones económicas más duras hasta ahora contra Corea del Norte, con la bendición de China y su compromiso de seguirlas al pie de la letra. Las negociaciones van por otro lado -Washington ha vinculado abiertamente los acuerdos sobre Corea con las relaciones comerciales entre ambos países-, pero ella es la voz y el rostro del Trump guerrero en el cuartel de Naciones Unidas. A primeros de julio advirtió de que Estados Unidos está listo para una acción armada contra Corea del Norte. “EE UU está preparada para usar todo el abanico de sus capacidades”, advirtió.