Las Toninas, un pueblo de 5.000 habitantes del que depende toda la red de internet de Argentina
Allí llegan los cables submarinos de fibra óptica. Una rotura afectó el servicio en todo el país
Federico Rivas Molina
Buenos Aires, El País
A 340 kilómetros de Buenos Aires, muy cerca de donde el Río de la Plata desemboca en el océano Atlántico, hay un pequeño pueblo costero llamado Las Toninas. En verano es un centro de vacaciones de clase media y en invierno una ciudad donde sólo 5.000 habitantes soportan el frío y el viento que castiga a la costa argentina cuando sopla el viento del sur. Cientos de pisos vacíos y comercios cerrados le dan ese típico aire fantasmal de las ciudades que sólo se llenan de gente con el calor. Allí, en Las Toninas, Argentina se conecta a internet. Y allí también puede quedarse sin ella.
Algo semejante pasó esta semana, cuando se dañó el cable submarino que entra a la ciudad con la fibra óptica que llega desde Brasil. Argentina estuvo con problemas de conexión hasta que el problema fue subsanado. Y de un día para el otro, todos los argentinos supieron que Las Toninas era mucho más que una playa bonita.
El Río de la Plata es barroso, poco profundo y tiene un tráfico de embarcaciones muy riesgoso para los cables. Para encontrar la primera arena marina hay que viajar hasta San Clemente, a 320 kilómetros de Buenos Aires, pero allí el problema son las piedras. Si se busca el primer lecho sin riesgos hay que viajar otros 17 kilómetros hacia el sur, y allí está Las Toninas.
A sus costas llegan cuatro cables submarinos de fibra óptica que recorren la costa sudamericana desde Brasil. Están operados por Telefónica; un consorcio de empresas europeas y estadounidenses; la uruguaya Antel y Telecom y la proveedora Level 3. El cable de Level 3 fue el que se dañó el miércoles por “un evento en el cable terrestre debido a una obra cercana a la misma”. Sucede que el cable entra al continente más de 1.800 metros, enterrado para evitar accidentes.
Los cables no son frágiles, aunque son pequeños: apenas tienen siete centímetros de diámetro, una protección contra el agua salada y un núcleo de acero que permite la instalación desde barcos en superficie. El tendido de fibra óptica llegó a Argentina hace sólo 17 años y lo hizo por Las Toninas. El cable fue eterno tema de conversación entre los lugareños cada vez que la llegada de turistas en verano colapsaba las redes de internet.
Ante las quejas, los proveedores locales aclaraban que todo el servicio nacional tenía la puerta de acceso a pocos kilómetros de allí, pero que las ciudades cercanas apenas disfrutaban de ello. Algo así como ese vecino que usa bombona de gas pese a tener su casa al pie de un gran gasoducto intercontinental.
El daño en la estación de Level 3 fue enseguida tema de comentarios en las redes sociales, donde los usuarios reportaron durante todo el día problemas en las conexiones de internet. La empresa dijo que el problema se solucionó enseguida, y que, en todo caso, había sido suplido por redes alternativas. Fue ahí cuando muchos argentinos se enteraron cuánto le deben a Las Toninas.
Federico Rivas Molina
Buenos Aires, El País
A 340 kilómetros de Buenos Aires, muy cerca de donde el Río de la Plata desemboca en el océano Atlántico, hay un pequeño pueblo costero llamado Las Toninas. En verano es un centro de vacaciones de clase media y en invierno una ciudad donde sólo 5.000 habitantes soportan el frío y el viento que castiga a la costa argentina cuando sopla el viento del sur. Cientos de pisos vacíos y comercios cerrados le dan ese típico aire fantasmal de las ciudades que sólo se llenan de gente con el calor. Allí, en Las Toninas, Argentina se conecta a internet. Y allí también puede quedarse sin ella.
Algo semejante pasó esta semana, cuando se dañó el cable submarino que entra a la ciudad con la fibra óptica que llega desde Brasil. Argentina estuvo con problemas de conexión hasta que el problema fue subsanado. Y de un día para el otro, todos los argentinos supieron que Las Toninas era mucho más que una playa bonita.
El Río de la Plata es barroso, poco profundo y tiene un tráfico de embarcaciones muy riesgoso para los cables. Para encontrar la primera arena marina hay que viajar hasta San Clemente, a 320 kilómetros de Buenos Aires, pero allí el problema son las piedras. Si se busca el primer lecho sin riesgos hay que viajar otros 17 kilómetros hacia el sur, y allí está Las Toninas.
A sus costas llegan cuatro cables submarinos de fibra óptica que recorren la costa sudamericana desde Brasil. Están operados por Telefónica; un consorcio de empresas europeas y estadounidenses; la uruguaya Antel y Telecom y la proveedora Level 3. El cable de Level 3 fue el que se dañó el miércoles por “un evento en el cable terrestre debido a una obra cercana a la misma”. Sucede que el cable entra al continente más de 1.800 metros, enterrado para evitar accidentes.
Los cables no son frágiles, aunque son pequeños: apenas tienen siete centímetros de diámetro, una protección contra el agua salada y un núcleo de acero que permite la instalación desde barcos en superficie. El tendido de fibra óptica llegó a Argentina hace sólo 17 años y lo hizo por Las Toninas. El cable fue eterno tema de conversación entre los lugareños cada vez que la llegada de turistas en verano colapsaba las redes de internet.
Ante las quejas, los proveedores locales aclaraban que todo el servicio nacional tenía la puerta de acceso a pocos kilómetros de allí, pero que las ciudades cercanas apenas disfrutaban de ello. Algo así como ese vecino que usa bombona de gas pese a tener su casa al pie de un gran gasoducto intercontinental.
El daño en la estación de Level 3 fue enseguida tema de comentarios en las redes sociales, donde los usuarios reportaron durante todo el día problemas en las conexiones de internet. La empresa dijo que el problema se solucionó enseguida, y que, en todo caso, había sido suplido por redes alternativas. Fue ahí cuando muchos argentinos se enteraron cuánto le deben a Las Toninas.