China asegura que cumplirá “al 100%” las sanciones contra Corea del Norte
Pyongyang insiste en que la nueva resolución de la ONU no alterará el desarrollo de su programa de armamento
Xavier Fontdeglòria
Pekín, El País
China, gran aliado y salvavidas de Corea del Norte, se ha comprometido a cumplir a rajatabla lo dictado por la última ronda de sanciones económicas contra el país. La promesa de Pekín es significativa porque la efectividad de este castigo, aprobado por el Consejo de Seguridad de la ONU, depende enormemente de cómo lo ponga en práctica el gigante asiático. Pyongyang, que ha condenado enérgicamente la nueva resolución de la comunidad internacional, sostiene que nada ni nadie alterará sus planes de seguir adelante con su programa nuclear y de misiles balísticos.
"China aplicará con toda seguridad esta nueva resolución al 100%, de forma completa y estricta", aseguró el ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, al término de un encuentro en Manila sobre seguridad regional al que participaron también 26 titulares de otros países.
Los cálculos de la ONU indican que, de cumplirse estrictamente, Pyongyang verá mermados en unos 1.000 millones de dólares sus ingresos anuales al no encontrar comprador fuera de su país de productos como el carbón, el hierro, el plomo o el marisco. China adquiere aproximadamente un 90% de las exportaciones norcoreanas, así que su papel es imprescindible para que Pyongyang note los efectos de estas medidas y se vea en apuros.
Históricamente, el cumplimiento de las sanciones por parte de China ha dejado mucho que desear, no tanto por su simpatía hacia el régimen norcoreano, sino porque Pekín teme que el crecimiento de la inestabilidad en el país vecino traspase la frontera y alcance su territorio. Otra estrategia es aumentar el comercio de productos no prohibidos: por ejemplo, según datos de aduanas chinas, el comercio entre ambos países creció un 10,5% en el primer semestre del año, a pesar de que el de carbón se hundiera un 75%.
Las reacciones y compromisos tras esta última ronda de sanciones a Corea del Norte dominaron la agenda de la reunión de los titulares de Exteriores de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), un encuentro anual al que también están invitados representantes de otros países como Estados Unidos, China, Rusia, Japón y las dos Coreas. Tener a todos los actores implicados en el avispero norcoreano en una misma sala, sin embargo, solamente ha servido para constatar cómo de enquistadas están las posturas.
El titular norcoreano, Ri Yong-ho, aseguró que su país no cesará en el desarrollo de su programa de armamento a pesar de la creciente presión de la comunidad internacional. "En ningún caso pondremos las armas nucleares y los cohetes balísticos en la mesa de negociación", afirmó, aunque dejó abierta la puerta al diálogo "siempre que Estados Unidos termine con sus políticas hostiles" contra Corea del Norte. Ri sostuvo que las armas nucleares son "un recurso de disuasión" contra las amenazas de Washington y que su país no las usará contra ninguna otra nación que no sea Estados Unidos, a menos que esta se una a EE UU en una acción militar contra Corea del Norte.
El secretario de Estado de EE UU, Rex Tillerson, pidió por su parte que Pyongyang detenga sus pruebas de misiles para mostrar que está dispuesta a dialogar. "Sería una primera señal muy potente", subrayó, sin especificar cuánto tiempo sin ensayos sería necesario para que Washington considerara que Corea del Norte está interesada en sentarse a negociar.
Nada indica que esto vaya a suceder pronto. El encuentro multilateral en Manila produjo también el primer contacto entre altos cargos de ambas Coreas —dos países que técnicamente siguen en guerra— de los últimos años. Fue un cruce de palabras, de apenas tres minutos, entre Ri y la ministra de Exteriores surcoreana, Kang Kyung-wha. Esta, según explicó este lunes un alto cargo surcoreano a la agencia Yonhap, le instó a responder "lo antes posible" a la oferta de diálogo militar en la frontera planteada por Seúl a mediados de julio y que Pyongyang había ignorado. Ri le respondió que se trata de una propuesta "carente de sinceridad" porque el Sur "colabora con Estados Unidos para presionar al Norte"
Xavier Fontdeglòria
Pekín, El País
China, gran aliado y salvavidas de Corea del Norte, se ha comprometido a cumplir a rajatabla lo dictado por la última ronda de sanciones económicas contra el país. La promesa de Pekín es significativa porque la efectividad de este castigo, aprobado por el Consejo de Seguridad de la ONU, depende enormemente de cómo lo ponga en práctica el gigante asiático. Pyongyang, que ha condenado enérgicamente la nueva resolución de la comunidad internacional, sostiene que nada ni nadie alterará sus planes de seguir adelante con su programa nuclear y de misiles balísticos.
"China aplicará con toda seguridad esta nueva resolución al 100%, de forma completa y estricta", aseguró el ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, al término de un encuentro en Manila sobre seguridad regional al que participaron también 26 titulares de otros países.
Los cálculos de la ONU indican que, de cumplirse estrictamente, Pyongyang verá mermados en unos 1.000 millones de dólares sus ingresos anuales al no encontrar comprador fuera de su país de productos como el carbón, el hierro, el plomo o el marisco. China adquiere aproximadamente un 90% de las exportaciones norcoreanas, así que su papel es imprescindible para que Pyongyang note los efectos de estas medidas y se vea en apuros.
Históricamente, el cumplimiento de las sanciones por parte de China ha dejado mucho que desear, no tanto por su simpatía hacia el régimen norcoreano, sino porque Pekín teme que el crecimiento de la inestabilidad en el país vecino traspase la frontera y alcance su territorio. Otra estrategia es aumentar el comercio de productos no prohibidos: por ejemplo, según datos de aduanas chinas, el comercio entre ambos países creció un 10,5% en el primer semestre del año, a pesar de que el de carbón se hundiera un 75%.
Las reacciones y compromisos tras esta última ronda de sanciones a Corea del Norte dominaron la agenda de la reunión de los titulares de Exteriores de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), un encuentro anual al que también están invitados representantes de otros países como Estados Unidos, China, Rusia, Japón y las dos Coreas. Tener a todos los actores implicados en el avispero norcoreano en una misma sala, sin embargo, solamente ha servido para constatar cómo de enquistadas están las posturas.
El titular norcoreano, Ri Yong-ho, aseguró que su país no cesará en el desarrollo de su programa de armamento a pesar de la creciente presión de la comunidad internacional. "En ningún caso pondremos las armas nucleares y los cohetes balísticos en la mesa de negociación", afirmó, aunque dejó abierta la puerta al diálogo "siempre que Estados Unidos termine con sus políticas hostiles" contra Corea del Norte. Ri sostuvo que las armas nucleares son "un recurso de disuasión" contra las amenazas de Washington y que su país no las usará contra ninguna otra nación que no sea Estados Unidos, a menos que esta se una a EE UU en una acción militar contra Corea del Norte.
El secretario de Estado de EE UU, Rex Tillerson, pidió por su parte que Pyongyang detenga sus pruebas de misiles para mostrar que está dispuesta a dialogar. "Sería una primera señal muy potente", subrayó, sin especificar cuánto tiempo sin ensayos sería necesario para que Washington considerara que Corea del Norte está interesada en sentarse a negociar.
Nada indica que esto vaya a suceder pronto. El encuentro multilateral en Manila produjo también el primer contacto entre altos cargos de ambas Coreas —dos países que técnicamente siguen en guerra— de los últimos años. Fue un cruce de palabras, de apenas tres minutos, entre Ri y la ministra de Exteriores surcoreana, Kang Kyung-wha. Esta, según explicó este lunes un alto cargo surcoreano a la agencia Yonhap, le instó a responder "lo antes posible" a la oferta de diálogo militar en la frontera planteada por Seúl a mediados de julio y que Pyongyang había ignorado. Ri le respondió que se trata de una propuesta "carente de sinceridad" porque el Sur "colabora con Estados Unidos para presionar al Norte"