Amanda Knox pide compasión con la chica que alentó a su novio a suicidarse
“Sentí un 'déjà vu' con el juicio de Michelle Carter”, dice la exestudiante estadounidense, condenada y luego absuelta por un asesinato en Italia
Joan Faus
Washington, El País
Una estadounidense joven afligida pero enigmática protagoniza un juicio mediático sobre la confusa muerte de otra persona. La descripción casa con Michelle Carter, la chica de 20 años que fue condenada el jueves a 15 meses de cárcel por incitar en 2014 a su novio a suicidarse. Pero también podría ser el perfil de Amanda Knox, la estudiante de intercambio que, con 21 años, fue encarcelada en Italia por el asesinato en 2007 de su compañera de apartamento, pero que posteriormente fue absuelta.
Son historias distintas, pero la propia Knox, de ahora 30 años, ha encontrado algunos paralelismos y ha salido en defensa de Carter en un artículo en el diario Los Angeles Times titulado: “Michelle Carter merece solidaridad y ayuda, no prisión”.
Knox, que pasó cuatro años encarcelada y fue finalmente exonerada en 2015 por el Tribunal Supremo italiano, considera que la actuación de Carter no supone un homicidio involuntario, el cargo por el que ha sido condenada. “Puede que no sea inocente en un sentido moral o filosófico, pero fue condenada erróneamente”, escribe.
La antigua estudiante de intercambio reflexiona sobre la percepción del suicidio —el responsable, alega, “es su propia víctima, su propio asesino”—, el hecho de que sea ilegal y la presión de la opinión pública. Dice sentirse identificada con Carter y revela que la idea del quitarse la vida rondó su mente durante su encarcelación. Lo veía como una desesperada vía de huida, pero asegura que nunca llegó a planteárselo seriamente.
“Es mucho más fácil psicológicamente reprochar a un villano que mantener en nuestra propia mente las sensaciones contradictorias que tenemos sobre el suicidio”, sostiene. “Cuando estaba en el juicio por asesinato en Italia, los medios trataron de pintarme como una femme fatale. Sentí una enfermiza sensación de déjà vu cuando vi que la Fiscalía intentaba el mismo truco con Carter”.
Knox subraya que, según el proceso judicial, Carter trató inicialmente de disuadir de suicidarse a Conrad Roy III, antes de que el chico de 18 años muriera por intoxicación de monóxido de carbono en su vehículo. “Cada uno sirvió como el catalizador de la enfermedad mental del otro, pero sin calculación, sin crueldad”, esgrime. “En nuestro celo para desviar la culpa, insistimos en demonizar a Carter porque queremos explicaciones fáciles, razones de blanco o negro”.
Y lanza una reflexión final: “Es difícil sentir simpatía hacia Michelle Carter. También es difícil sentir simpatía hacia los drogadictos o entender a adolescentes obsesivamente suicidas. Pero aún así, debemos intentarlo”.
Joan Faus
Washington, El País
Una estadounidense joven afligida pero enigmática protagoniza un juicio mediático sobre la confusa muerte de otra persona. La descripción casa con Michelle Carter, la chica de 20 años que fue condenada el jueves a 15 meses de cárcel por incitar en 2014 a su novio a suicidarse. Pero también podría ser el perfil de Amanda Knox, la estudiante de intercambio que, con 21 años, fue encarcelada en Italia por el asesinato en 2007 de su compañera de apartamento, pero que posteriormente fue absuelta.
Son historias distintas, pero la propia Knox, de ahora 30 años, ha encontrado algunos paralelismos y ha salido en defensa de Carter en un artículo en el diario Los Angeles Times titulado: “Michelle Carter merece solidaridad y ayuda, no prisión”.
Knox, que pasó cuatro años encarcelada y fue finalmente exonerada en 2015 por el Tribunal Supremo italiano, considera que la actuación de Carter no supone un homicidio involuntario, el cargo por el que ha sido condenada. “Puede que no sea inocente en un sentido moral o filosófico, pero fue condenada erróneamente”, escribe.
La antigua estudiante de intercambio reflexiona sobre la percepción del suicidio —el responsable, alega, “es su propia víctima, su propio asesino”—, el hecho de que sea ilegal y la presión de la opinión pública. Dice sentirse identificada con Carter y revela que la idea del quitarse la vida rondó su mente durante su encarcelación. Lo veía como una desesperada vía de huida, pero asegura que nunca llegó a planteárselo seriamente.
“Es mucho más fácil psicológicamente reprochar a un villano que mantener en nuestra propia mente las sensaciones contradictorias que tenemos sobre el suicidio”, sostiene. “Cuando estaba en el juicio por asesinato en Italia, los medios trataron de pintarme como una femme fatale. Sentí una enfermiza sensación de déjà vu cuando vi que la Fiscalía intentaba el mismo truco con Carter”.
Knox subraya que, según el proceso judicial, Carter trató inicialmente de disuadir de suicidarse a Conrad Roy III, antes de que el chico de 18 años muriera por intoxicación de monóxido de carbono en su vehículo. “Cada uno sirvió como el catalizador de la enfermedad mental del otro, pero sin calculación, sin crueldad”, esgrime. “En nuestro celo para desviar la culpa, insistimos en demonizar a Carter porque queremos explicaciones fáciles, razones de blanco o negro”.
Y lanza una reflexión final: “Es difícil sentir simpatía hacia Michelle Carter. También es difícil sentir simpatía hacia los drogadictos o entender a adolescentes obsesivamente suicidas. Pero aún así, debemos intentarlo”.