Trump culmina la remodelación de su Gobierno para frenar la inestabilidad permanente
Kelly, el nuevo jefe de Gabinete, tiene fama de gestor eficaz pero la clave es si el presidente le hará caso
Joan Faus
Miami, El País
Donald Trump ha admitido implícitamente lo que hasta ahora se resistía a asumir: en su sexto mes de presidencia, las cosas no avanzan como esperaba. El presidente estadounidense busca recuperar el control y frenar la inestabilidad permanente en la Casa Blanca. Y lo hace recurriendo a personas sin experiencia política pero de su máxima confianza y arquetipos de liderazgo fuerte. Con el nombramiento, el viernes, de John Kelly como jefe de Gabinete, el republicano espera ganar disciplina interna y acelerar la toma de decisiones. La reestructuración va en línea con la iniciada una semana antes con la designación del financiero Anthony Scaramucci como nuevo director de Comunicación.
Kelly, un general retirado de los marines con fama de gestor eficaz, era hasta ahora secretario de Seguridad Interior. Era el responsable de la política de mano dura contra la inmigración irregular, una enseña electoral de Trump. A partir del lunes, sustituirá a Reince Priebus como jefe de Gabinete del presidente, el cargo que hace de enlace entre el mandatario y el resto del Gobierno. Es el primer general en esa posición desde Alexander Haig durante la Administración de Richard Nixon en los años setenta. Y afianza la predilección de Trump por los militares, que también ocupan las carteras de Defensa y Seguridad Nacional.
El reemplazo del jefe de Gabinete evidencia la convulsión en la Casa Blanca. Varios historiadores examinaban este domingo en los medios de comunicación estadounidenses si ha habido otro Gobierno que en sus primeros meses haya experimentado tanto caos interno. La conclusión era que Trump superaba con creces el inicio tumultuoso de los demócratas Bill Clinton y Lyndon Johnson.
El republicano registra la aprobación ciudadana más baja (36%) al inicio de un mandato de la historia reciente, no ha logrado ningún éxito legislativo, y vive acechado por la investigación de un fiscal especial y del Congreso sobre sus lazos con Rusia y una posible obstrucción a la justicia.
Pero Trump es Trump. Con su victoria electoral en noviembre, derrotó a los manuales políticos y la ortodoxia. Pese a las turbulencias constantes de su presidencia, mantiene un sólido apoyo de sus votantes, atraídos por su altavoz populista y contra las élites. Y las reestructuraciones de su equipo no son insólitas. Cambió dos veces de jefe de campaña durante su carrera electoral. En su último cambio, a tres meses de las elecciones, escogió a Steve Bannon, un asesor radical pero lo más cercano a sus instintos políticos y que ahora es su estratega jefe en la Casa Blanca.
Priebus y Sean Spicer, el portavoz que dimitió tras la designación de Scaramucci, procedían del aparato del Partido Republicano. Nunca gozaron de la plena confianza de Trump y ahora, al desprenderse de ellos, se ha alejado del establishment conservador contra el que clamó como candidato.
El presidente consideraba cada vez más debilitado e ineficaz a Priebus. Como interlocutor con el Congreso, el magnate inmobiliario le atribuye gran parte del fracaso, por las divisiones conservadoras, de su reforma sanitaria. Según algunos medios, el hasta ahora jefe de Gabinete ofreció el jueves su dimisión a Trump después de que Scaramucci le insultara públicamente y le acusara de filtraciones a la prensa. Pero su aislamiento llevaba tiempo fraguándose. En una rueda de prensa de Trump en la Casa Blanca el martes, Priebus fue el último de los altos cargos en llegar y apenas habló con nadie a su alrededor.
“Kelly, siendo un general maduro, puede que logre finalmente que Trump se mueva en una dinámica presidencial”, dijo a la publicación Axios un asesor externo al mandatario. Pero la clave de su éxito radica en si Trump le hará caso. Es decir, si Kelly lograr ser el único y verdadero enlace con el presidente en una Casa Blanca repleta de personas sin experiencia política, como Trump, y con una enorme influencia de la familia del multimillonario neoyorquino.
El nombramiento del general retirado abre una fase de incertidumbre para el Partido Republicano y el Congreso, pero las primeras reacciones fueron positivas. “Kelly es uno de los líderes más naturales y fuertes que he conocido”, dijo el senador republicano Lindsey Graham. “El tipo de disciplina que traerá es muy importante. Espero que estemos en un punto de inflexión”, agregó el demócrata Richard Blumenthal. Ambos legisladores suelen ser críticos con Trump.
Joan Faus
Miami, El País
Donald Trump ha admitido implícitamente lo que hasta ahora se resistía a asumir: en su sexto mes de presidencia, las cosas no avanzan como esperaba. El presidente estadounidense busca recuperar el control y frenar la inestabilidad permanente en la Casa Blanca. Y lo hace recurriendo a personas sin experiencia política pero de su máxima confianza y arquetipos de liderazgo fuerte. Con el nombramiento, el viernes, de John Kelly como jefe de Gabinete, el republicano espera ganar disciplina interna y acelerar la toma de decisiones. La reestructuración va en línea con la iniciada una semana antes con la designación del financiero Anthony Scaramucci como nuevo director de Comunicación.
Kelly, un general retirado de los marines con fama de gestor eficaz, era hasta ahora secretario de Seguridad Interior. Era el responsable de la política de mano dura contra la inmigración irregular, una enseña electoral de Trump. A partir del lunes, sustituirá a Reince Priebus como jefe de Gabinete del presidente, el cargo que hace de enlace entre el mandatario y el resto del Gobierno. Es el primer general en esa posición desde Alexander Haig durante la Administración de Richard Nixon en los años setenta. Y afianza la predilección de Trump por los militares, que también ocupan las carteras de Defensa y Seguridad Nacional.
El reemplazo del jefe de Gabinete evidencia la convulsión en la Casa Blanca. Varios historiadores examinaban este domingo en los medios de comunicación estadounidenses si ha habido otro Gobierno que en sus primeros meses haya experimentado tanto caos interno. La conclusión era que Trump superaba con creces el inicio tumultuoso de los demócratas Bill Clinton y Lyndon Johnson.
El republicano registra la aprobación ciudadana más baja (36%) al inicio de un mandato de la historia reciente, no ha logrado ningún éxito legislativo, y vive acechado por la investigación de un fiscal especial y del Congreso sobre sus lazos con Rusia y una posible obstrucción a la justicia.
Pero Trump es Trump. Con su victoria electoral en noviembre, derrotó a los manuales políticos y la ortodoxia. Pese a las turbulencias constantes de su presidencia, mantiene un sólido apoyo de sus votantes, atraídos por su altavoz populista y contra las élites. Y las reestructuraciones de su equipo no son insólitas. Cambió dos veces de jefe de campaña durante su carrera electoral. En su último cambio, a tres meses de las elecciones, escogió a Steve Bannon, un asesor radical pero lo más cercano a sus instintos políticos y que ahora es su estratega jefe en la Casa Blanca.
Priebus y Sean Spicer, el portavoz que dimitió tras la designación de Scaramucci, procedían del aparato del Partido Republicano. Nunca gozaron de la plena confianza de Trump y ahora, al desprenderse de ellos, se ha alejado del establishment conservador contra el que clamó como candidato.
El presidente consideraba cada vez más debilitado e ineficaz a Priebus. Como interlocutor con el Congreso, el magnate inmobiliario le atribuye gran parte del fracaso, por las divisiones conservadoras, de su reforma sanitaria. Según algunos medios, el hasta ahora jefe de Gabinete ofreció el jueves su dimisión a Trump después de que Scaramucci le insultara públicamente y le acusara de filtraciones a la prensa. Pero su aislamiento llevaba tiempo fraguándose. En una rueda de prensa de Trump en la Casa Blanca el martes, Priebus fue el último de los altos cargos en llegar y apenas habló con nadie a su alrededor.
“Kelly, siendo un general maduro, puede que logre finalmente que Trump se mueva en una dinámica presidencial”, dijo a la publicación Axios un asesor externo al mandatario. Pero la clave de su éxito radica en si Trump le hará caso. Es decir, si Kelly lograr ser el único y verdadero enlace con el presidente en una Casa Blanca repleta de personas sin experiencia política, como Trump, y con una enorme influencia de la familia del multimillonario neoyorquino.
El nombramiento del general retirado abre una fase de incertidumbre para el Partido Republicano y el Congreso, pero las primeras reacciones fueron positivas. “Kelly es uno de los líderes más naturales y fuertes que he conocido”, dijo el senador republicano Lindsey Graham. “El tipo de disciplina que traerá es muy importante. Espero que estemos en un punto de inflexión”, agregó el demócrata Richard Blumenthal. Ambos legisladores suelen ser críticos con Trump.