El Pentágono rebaja la amenaza del misil de Corea del Norte: “No creo que nos acerque más a una guerra”
Mattis asegura que Washington sigue buscando una solución diplomática horas después de que Trump anunciara que sopesa una respuesta “severa” a Pyongyang
Joan Faus
Washington, El País
Durante la mañana del jueves en Varsovia, el presidente estadounidense, Donald Trump, aseguró que sopesa una respuesta “bastante severa” al ensayo de Corea del Norte con un misil intercontinental. Pero pocas horas después en Washington, el secretario de Defensa, Jim Mattis, trató de rebajar la tensión y mandó un mensaje de calma. “No creo que esta capacidad [balística] nos acerque más a una guerra porque el presidente ha sido muy claro y el secretario de Estado ha sido muy claro de que estamos liderando con esfuerzos diplomáticos y económicos”, dijo en un improvisado encuentro con periodistas en el Pentágono.
Las palabras de Mattis tratan de aportar realismo militar al acalorado debate sobre cómo debe responder el Gobierno Trump a las ambiciones nucleares del régimen de Kim Jong-un después de que el martes probara con éxito el lanzamiento de un misil con capacidad para alcanzar Alaska y potencialmente el territorio continental de EE UU. Desde hace dos décadas, Pyongyang y Washington mantienen un pulso, con amenazas cruzadas constantes, por el programa atómico del empobrecido y hermético país asiático.
Trump y su embajadora ante la ONU, Nikki Haley, han afianzado en los últimos días su escalada verbal contra Pyongyang y han advertido de una posible respuesta militar estadounidense. Pero la cúpula castrense es más cauta, al menos públicamente, consciente de las consecuencias imprevisibles que desataría una represalia de ese tipo. Sobre todo para Corea del Sur y Japón, los dos aliados estadounidenses en mayor peligro en la región y que actualmente están en el rango de alcance de un proyectil norcoreano.
“Como dijo Churchill, mejor mandíbula a mandíbula que guerra a guerra. Estamos afrontando ahora mismo esta escalada muy seria, esta provocación, esta afrenta a las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas”, dijo Mattis en su primera valoración del último ensayo norcoreano. “Nuestra autocontención y esfuerzos diplomáticos siguen en marcha”.
El general retirado subrayó que cualquier intento de Corea del Norte de desatar un conflicto tendría “serias consecuencias” y aseguró que las defensas antimisiles estadounidenses pueden responder en cualquier momento al lanzamiento de un misil intercontinental norcoreano. Pero volvió de nuevo a alejar el fantasma de una operación militar. “Estamos listos para proporcionar opciones si son necesarias, pero este es un [esfuerzo] puramente diplomático con sanciones económicas y respaldado por la posición militar que estamos adoptando ahora mismo”, dijo en referencia a las maniobras conjuntas con Corea del Sur y a las demostraciones de fuerza disuasoria.
Mattis insistió en que EE UU sigue en contacto con China para tratar de atajar la crisis norcoreana. Trump ha mostrado en los últimos días claros signos de impaciencia ante la escasa presión de Pekín a Pyongyang, del que es el mayor aliado. Tras tres meses de conciliación, propiciados por una reunión entre Trump y su homólogo chino, Xi Jinping, EE UU evidenció la semana pasada su creciente malestar con China con varias decisiones: autorizó la venta de armas a Taiwán, sancionó a un banco chino que operaba en Corea del Norte y envió un destructor a aguas en disputa.
Trump cenó este jueves en Hamburgo con el primer ministro japonés, Shinzo Abe, y el presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in. El desafío de Pyongyang centró el encuentro en la antesala de la cumbre del G20. “¿Se ha rendido respecto al presidente Xi?”, le preguntó una periodista al magnate inmobiliario. “Nunca me rindo”, le contestó.
Joan Faus
Washington, El País
Durante la mañana del jueves en Varsovia, el presidente estadounidense, Donald Trump, aseguró que sopesa una respuesta “bastante severa” al ensayo de Corea del Norte con un misil intercontinental. Pero pocas horas después en Washington, el secretario de Defensa, Jim Mattis, trató de rebajar la tensión y mandó un mensaje de calma. “No creo que esta capacidad [balística] nos acerque más a una guerra porque el presidente ha sido muy claro y el secretario de Estado ha sido muy claro de que estamos liderando con esfuerzos diplomáticos y económicos”, dijo en un improvisado encuentro con periodistas en el Pentágono.
Las palabras de Mattis tratan de aportar realismo militar al acalorado debate sobre cómo debe responder el Gobierno Trump a las ambiciones nucleares del régimen de Kim Jong-un después de que el martes probara con éxito el lanzamiento de un misil con capacidad para alcanzar Alaska y potencialmente el territorio continental de EE UU. Desde hace dos décadas, Pyongyang y Washington mantienen un pulso, con amenazas cruzadas constantes, por el programa atómico del empobrecido y hermético país asiático.
Trump y su embajadora ante la ONU, Nikki Haley, han afianzado en los últimos días su escalada verbal contra Pyongyang y han advertido de una posible respuesta militar estadounidense. Pero la cúpula castrense es más cauta, al menos públicamente, consciente de las consecuencias imprevisibles que desataría una represalia de ese tipo. Sobre todo para Corea del Sur y Japón, los dos aliados estadounidenses en mayor peligro en la región y que actualmente están en el rango de alcance de un proyectil norcoreano.
“Como dijo Churchill, mejor mandíbula a mandíbula que guerra a guerra. Estamos afrontando ahora mismo esta escalada muy seria, esta provocación, esta afrenta a las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas”, dijo Mattis en su primera valoración del último ensayo norcoreano. “Nuestra autocontención y esfuerzos diplomáticos siguen en marcha”.
El general retirado subrayó que cualquier intento de Corea del Norte de desatar un conflicto tendría “serias consecuencias” y aseguró que las defensas antimisiles estadounidenses pueden responder en cualquier momento al lanzamiento de un misil intercontinental norcoreano. Pero volvió de nuevo a alejar el fantasma de una operación militar. “Estamos listos para proporcionar opciones si son necesarias, pero este es un [esfuerzo] puramente diplomático con sanciones económicas y respaldado por la posición militar que estamos adoptando ahora mismo”, dijo en referencia a las maniobras conjuntas con Corea del Sur y a las demostraciones de fuerza disuasoria.
Mattis insistió en que EE UU sigue en contacto con China para tratar de atajar la crisis norcoreana. Trump ha mostrado en los últimos días claros signos de impaciencia ante la escasa presión de Pekín a Pyongyang, del que es el mayor aliado. Tras tres meses de conciliación, propiciados por una reunión entre Trump y su homólogo chino, Xi Jinping, EE UU evidenció la semana pasada su creciente malestar con China con varias decisiones: autorizó la venta de armas a Taiwán, sancionó a un banco chino que operaba en Corea del Norte y envió un destructor a aguas en disputa.
Trump cenó este jueves en Hamburgo con el primer ministro japonés, Shinzo Abe, y el presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in. El desafío de Pyongyang centró el encuentro en la antesala de la cumbre del G20. “¿Se ha rendido respecto al presidente Xi?”, le preguntó una periodista al magnate inmobiliario. “Nunca me rindo”, le contestó.