Todas las mentiras del presidente Trump
Una revisión de declaraciones revela que el mandatario falta a la verdad compulsivamente, excepto los fines de semana que juega al golf
Jan Martínez Ahrens
El País
A veces le vence el ego, otras la demagogia y en muchas ocasiones es simple falta de respeto al dato. El repaso de las intervenciones de Donald Trump desde que entró en la Casa Blanca el pasado 20 de enero revela que en 99 ocasiones dijo, tuiteó o proclamó falsedades. Dos cada tres días. Un ritmo abrumador que solo se frenó en su viaje al extranjero o algunos fines de semana de descanso y hoyos, en lo que en Washington ya se denomina el efecto golf.
La recopilación de todas sus mentiras, efectuada con paciencia de amanuense por The New York Times, ilustra el vértigo en que ha entrado la presidencia. Trump somete a los suyos (y al país) a una presión constante y desenfrenada. Suelta la bomba y obliga a su gabinete a recomponer los destrozos. Lo hizo ya su primer día de presidente cuando afirmó contra toda evidencia que no había llovido en la toma de posesión y luego además se jactó de que se trataba de la más multitudinaria de la historia. Ante las imágenes de la investidura de Barack Obama que desmentían palmariamente la aseveración, sus adláteres generaron la teoría de los “hechos alternativos”. Un engrudo mental cuyo único fin era no reconocer el error.
Esa es una de sus características. El 60% de la población estadounidense considera que no es honesto, las falsedades se acumulan por decenas, sus tuits forman una cascada de tropiezos única en la historia presidencial, pero nunca ha rectificado. Se negó a ello tras acusar falsamente a Obama de haberle espiado y tampoco dio el paso cuando, para justificar su rebaja fiscal a los más ricos, sostuvo que EE UU es el país con mayores impuestos del mundo.
Pero no todo es rentabilidad política. Hay mentiras que se limitan a mostrar su enorme ego. Así ocurrió cuando se envaneció de haber sido el hombre que más veces ha salido en la portada de la revista Time con “14 o 15” apariciones. La verdad es que ha ocupado ese espacio en 11 ocasiones, una cifra muy inferior a la de Richard Nixon: 55 veces. Aún le queda mucho por hacer.
Jan Martínez Ahrens
El País
A veces le vence el ego, otras la demagogia y en muchas ocasiones es simple falta de respeto al dato. El repaso de las intervenciones de Donald Trump desde que entró en la Casa Blanca el pasado 20 de enero revela que en 99 ocasiones dijo, tuiteó o proclamó falsedades. Dos cada tres días. Un ritmo abrumador que solo se frenó en su viaje al extranjero o algunos fines de semana de descanso y hoyos, en lo que en Washington ya se denomina el efecto golf.
La recopilación de todas sus mentiras, efectuada con paciencia de amanuense por The New York Times, ilustra el vértigo en que ha entrado la presidencia. Trump somete a los suyos (y al país) a una presión constante y desenfrenada. Suelta la bomba y obliga a su gabinete a recomponer los destrozos. Lo hizo ya su primer día de presidente cuando afirmó contra toda evidencia que no había llovido en la toma de posesión y luego además se jactó de que se trataba de la más multitudinaria de la historia. Ante las imágenes de la investidura de Barack Obama que desmentían palmariamente la aseveración, sus adláteres generaron la teoría de los “hechos alternativos”. Un engrudo mental cuyo único fin era no reconocer el error.
Esa es una de sus características. El 60% de la población estadounidense considera que no es honesto, las falsedades se acumulan por decenas, sus tuits forman una cascada de tropiezos única en la historia presidencial, pero nunca ha rectificado. Se negó a ello tras acusar falsamente a Obama de haberle espiado y tampoco dio el paso cuando, para justificar su rebaja fiscal a los más ricos, sostuvo que EE UU es el país con mayores impuestos del mundo.
Pero no todo es rentabilidad política. Hay mentiras que se limitan a mostrar su enorme ego. Así ocurrió cuando se envaneció de haber sido el hombre que más veces ha salido en la portada de la revista Time con “14 o 15” apariciones. La verdad es que ha ocupado ese espacio en 11 ocasiones, una cifra muy inferior a la de Richard Nixon: 55 veces. Aún le queda mucho por hacer.