Los migrantes frenan por ahora el envejecimiento en Alemania
La edad media desciende por primera vez desde la reunificación alemana gracias a los extranjeros
Ana Carbajosa
Berlín, El País
Por primera vez desde la reunificación, la media de edad de la población alemana ha descendido. Es un dato a primera vista alentador en Alemania, un país envejecido, que necesita jóvenes para alimentar un mercado de trabajo en expansión. Pero el cambio demográfico ha llegado exclusivamente de la mano de los extranjeros, —inmigrantes económicos y refugiados—, responsables de que la población alemana se haya rejuvenecido por primera vez en 24 años. El problema, explican los expertos es que la llegada de extranjeros por sí sola no será capaz de dar la vuelta a una pirámide de población cada vez más invertida.
A finales de 2015, la edad media de los habitantes de Alemania era de 44 años y tres meses, mientras que un año antes ascendía a 44 años y cuatro meses, según los datos recién publicados por la oficina de estadística alemana. Un análisis pormenorizado de las cifras refleja que los ciudadanos con pasaporte alemán han seguido envejeciendo, mientras que han sido los procedentes de países como Afganistán, Siria, Eritrea, Irak, Irán, pero empadronados en Alemania, los que han bajado la media de forma drástica.
En los últimos dos años, han desembarcado en Alemania más de un millón de demandantes de asilo, lo que ha resultado en una considerable crisis política y logística. Pero también ha despertado esperanzas de que los recién llegados pudieran paliar la crisis demográfica y suplir la falta de trabajo. ¿Cabe esperar que la caída de la edad media en Alemania sea una tendencia a partir de ahora? “Todo depende de cuanta gente venga de fuera en los próximos años”, apunta Thomas Altenhoven, del departamento de migraciones de la oficina estadística alemana.
Pero nadie en Alemania espera que la llegada de cientos de miles de refugiados se repita y sobre todo que suceda de forma continuada. “Aquí la demografía solo tiene una dirección: el envejecimiento y la consecuente reducción de la fuerza de trabajo”, asegura tajante Enzo Weber, jefe de predicciones y análisis del Instituto para la investigación del empleo (IAB). Una esperanza de vida elevada y una tasa de natalidad que pese a una leve mejoría no acaba de despegar, no permiten augurar grandes cambios.
La fortaleza de la economía alemana y un desempleo de algo menos del 6% ha dado lugar a importantes desequilibrios en el mercado de trabajo. Según los cálculos de Weber, cada año hay 300.000 trabajadores menos, que se han ido compensando parcialmente con la incorporación de más mujeres y más jubilados, pero queda ya poco margen para que esos grupos de población sigan creciendo. “El gran potencial es la inmigración, pero siempre tendrá un efecto limitado, incapaz de cambiar la tendencia general. Sobre todo, porque el boom de los nacidos en los sesenta empieza a estar en edad de jubilación”, explica Weber. La población alemana suma 80,8 millones de personas y el 61% tiene entre 20 y 64 años. Las predicciones oficiales indican que ese porcentaje se reducirá al 51% en 2060. Los mayores de 65 subirán sin embargo del 21% al 33%.
Los expertos son también escépticos respecto a la posibilidad de que los inmigrantes y refugiados procedentes de países con tasas de natalidad más altas logren revertir con el tiempo el número de nacimientos en Alemania. Porque la historia de la migración aquí y en otros países muestra que los recién llegados acabarán acercándose a los patrones de natalidad alemanes y no tendrán tantos hijos como hubieran tenido por ejemplo en Afganistán. “Esta es una situación coyuntural. No creo que los refugiados vayan a compensar el envejecimiento. Ni siquiera sabemos cuántos se van a quedar”, sostiene Pavel Grigoriev, del Instituto Max Planck para la investigación demográfica. La incorporación de los extranjeros al mercado laboral además es un proceso lento y no siempre exitoso. Weber calcula que tardarán unos cinco años en lograr una incorporación plena y que probablemente lo logre cerca de la mitad de ellos.
Mientras, la competición entre empresarios por captar trabajadores se agudiza, sobre todo en ciertos sectores como el sanitario, el cuidado de ancianos, la hostelería o las profesiones técnicas. Michael Holzinger regenta un hotel con 45 trabajadores en Garmisch-Partenkirchen, al sur de Baviera. Como para muchos empresarios alemanes, encontrar trabajadores es una de sus principales preocupaciones. “En nuestro hotel, tenemos gente de todo el mundo. En la hostelería todos buscamos trabajadores donde sea”.
Ana Carbajosa
Berlín, El País
Por primera vez desde la reunificación, la media de edad de la población alemana ha descendido. Es un dato a primera vista alentador en Alemania, un país envejecido, que necesita jóvenes para alimentar un mercado de trabajo en expansión. Pero el cambio demográfico ha llegado exclusivamente de la mano de los extranjeros, —inmigrantes económicos y refugiados—, responsables de que la población alemana se haya rejuvenecido por primera vez en 24 años. El problema, explican los expertos es que la llegada de extranjeros por sí sola no será capaz de dar la vuelta a una pirámide de población cada vez más invertida.
A finales de 2015, la edad media de los habitantes de Alemania era de 44 años y tres meses, mientras que un año antes ascendía a 44 años y cuatro meses, según los datos recién publicados por la oficina de estadística alemana. Un análisis pormenorizado de las cifras refleja que los ciudadanos con pasaporte alemán han seguido envejeciendo, mientras que han sido los procedentes de países como Afganistán, Siria, Eritrea, Irak, Irán, pero empadronados en Alemania, los que han bajado la media de forma drástica.
En los últimos dos años, han desembarcado en Alemania más de un millón de demandantes de asilo, lo que ha resultado en una considerable crisis política y logística. Pero también ha despertado esperanzas de que los recién llegados pudieran paliar la crisis demográfica y suplir la falta de trabajo. ¿Cabe esperar que la caída de la edad media en Alemania sea una tendencia a partir de ahora? “Todo depende de cuanta gente venga de fuera en los próximos años”, apunta Thomas Altenhoven, del departamento de migraciones de la oficina estadística alemana.
Pero nadie en Alemania espera que la llegada de cientos de miles de refugiados se repita y sobre todo que suceda de forma continuada. “Aquí la demografía solo tiene una dirección: el envejecimiento y la consecuente reducción de la fuerza de trabajo”, asegura tajante Enzo Weber, jefe de predicciones y análisis del Instituto para la investigación del empleo (IAB). Una esperanza de vida elevada y una tasa de natalidad que pese a una leve mejoría no acaba de despegar, no permiten augurar grandes cambios.
La fortaleza de la economía alemana y un desempleo de algo menos del 6% ha dado lugar a importantes desequilibrios en el mercado de trabajo. Según los cálculos de Weber, cada año hay 300.000 trabajadores menos, que se han ido compensando parcialmente con la incorporación de más mujeres y más jubilados, pero queda ya poco margen para que esos grupos de población sigan creciendo. “El gran potencial es la inmigración, pero siempre tendrá un efecto limitado, incapaz de cambiar la tendencia general. Sobre todo, porque el boom de los nacidos en los sesenta empieza a estar en edad de jubilación”, explica Weber. La población alemana suma 80,8 millones de personas y el 61% tiene entre 20 y 64 años. Las predicciones oficiales indican que ese porcentaje se reducirá al 51% en 2060. Los mayores de 65 subirán sin embargo del 21% al 33%.
Los expertos son también escépticos respecto a la posibilidad de que los inmigrantes y refugiados procedentes de países con tasas de natalidad más altas logren revertir con el tiempo el número de nacimientos en Alemania. Porque la historia de la migración aquí y en otros países muestra que los recién llegados acabarán acercándose a los patrones de natalidad alemanes y no tendrán tantos hijos como hubieran tenido por ejemplo en Afganistán. “Esta es una situación coyuntural. No creo que los refugiados vayan a compensar el envejecimiento. Ni siquiera sabemos cuántos se van a quedar”, sostiene Pavel Grigoriev, del Instituto Max Planck para la investigación demográfica. La incorporación de los extranjeros al mercado laboral además es un proceso lento y no siempre exitoso. Weber calcula que tardarán unos cinco años en lograr una incorporación plena y que probablemente lo logre cerca de la mitad de ellos.
Mientras, la competición entre empresarios por captar trabajadores se agudiza, sobre todo en ciertos sectores como el sanitario, el cuidado de ancianos, la hostelería o las profesiones técnicas. Michael Holzinger regenta un hotel con 45 trabajadores en Garmisch-Partenkirchen, al sur de Baviera. Como para muchos empresarios alemanes, encontrar trabajadores es una de sus principales preocupaciones. “En nuestro hotel, tenemos gente de todo el mundo. En la hostelería todos buscamos trabajadores donde sea”.