La oposición turca inicia una larga marcha a pie para exigir justicia

El jefe del partido socialdemócrata, Kemal Kiliçdaroglu, lidera la protesta después de que uno de sus diputados fuese condenado a 25 años de cárcel

Andrés Mourenza
Estambul, El País
El jefe de la oposición turca, el socialdemócrata Kemal Kiliçdaroglu, de 68 años, inició este jueves una larga marcha a pie (431 kilómetros) entre la capital del país, Ankara, y Estambul para exigir justicia y reclamar la liberación de los numerosos políticos y periodistas presos. Actualmente 167 trabajadores de los medios de comunicación se encuentran entre rejas en Turquía, así como más de una decena de diputados, incluidos Selahattin Demirtas y Figen Yüksekdag, líderes de la tercera formación en el hemiciclo, el Partido de la Democracia de los Pueblos (HDP, prokurdo).


La gota que ha colmado el vaso de la paciencia de la oposición ha sido la sentencia de cárcel emitida este miércoles contra Enis Berberoglu, parlamentario del Partido Republicano del Pueblo (CHP), que dirige Kiliçdaroglu. En un contexto en el que el sistema judicial está cada vez más controlado por el poder Ejecutivo, Berberoglu fue despojado de por vida de sus derechos políticos y condenado a cadena perpetua —aunque el tribunal inmediatamente redujo la sentencia a 25 años de prisión— bajo la acusación de “revelación de secretos de Estado”, “espionaje político y militar” y “ayudar a organización terrorista” por haber filtrado a la prensa vídeos sobre un envío de armas a grupos rebeldes —probablemente yihadistas— en Siria. Dichos vídeos fueron publicados por el diario Cumhuriyet en 2015 y su entonces director, Can Dündar (hoy exiliado en Alemania), y el corresponsal en Ankara, Erdem Gül, están siendo juzgados en el mismo proceso. Tanto Berberoglu, que en el pasado ejerció como periodista y director del diario Hürriyet, como el resto de implicados defienden su derecho a publicar dicha información pues probaría que el Gobierno turco violó sus propias leyes —armar a una facción en un conflicto en el extranjero sin permiso del Parlamento— y la legislación internacional, ya que Siria está sometida a un embargo internacional de armas.

El presidente Erdogan ya había dicho en 2015 que los responsables de la filtración “pagarán caro” y culpó al movimiento del clérigo Fethullah Gülen —también acusado del fallido golpe militar del año pasado— de haber revelado estos hechos. Berberoglu criticó que se le sentencie “sin ninguna prueba” y se mostró convencido de que terminará siendo excarcelado y llevará a aquellos que le han condenado “ante los tribunales”.

La dureza de la pena recibida por el diputado del CHP contrasta con el tratamiento a familiares de políticos del partido gobernante AKP, también acusados de ayudar a la cofradía de Gülen que en las últimas semanas han quedado en libertad en espera de juicio, mientras los opositores detenidos permanecen durante meses en prisión sin que siquiera se hayan iniciado contra ellos los procesos penales.

“Vivimos una situación en la que los criminales no son juzgados y, sin embargo, los inocentes son juzgados y encarcelados”, denunció Kiliçdaroglu tras conocer la sentencia a su compañero de partido, que atribuyó a un intento de amedrentar a la oposición. En la mañana del jueves, equipado con unas zapatillas deportivas que contrastaban con su habitual camisa blanca, se presentó en el parque Güven de Ankara, donde junto a varios miles de miembros del CHP, sindicalistas y simpatizantes, comenzó la marcha que, durante 28 días, cubrirá los 420 kilómetros que le separan de la cárcel de Maltepe en Estambul. En un cambio de estrategia —hasta ahora el partido no había llevado a cabo grandes movilizaciones por miedo a enfrentamientos—, el CHP ha llamado a sus bases a organizarse durante todo el recorrido en apoyo de su líder, al que algunos comentaristas de televisión han bautizado ya como “la fuerza tranquila” o “Gandhi Kemal”, en honor al padre indio de la no violencia.

“No queremos choques ni enfrentamientos. Respetamos todas las visiones políticas. Pero en un país en que no hay justicia, no habrá paz. Nos enfrentamos a una dictadura y nosotros no queremos ni dictaduras [civiles] ni golpes [militares]. No queremos periodistas en la cárcel. Por ello comienzo esta marcha”, afirmó Kiliçdaroglu antes de partir.

La policía turca ha establecido fuertes medidas de seguridad en torno al inicio de la protesta y la delegación provincial del Gobierno ha afirmado que restringirá el número de manifestantes en las calles de Ankara para evitar problemas de tráfico y que sólo quienes vayan convenientemente equipados con bandas y chalecos reflectantes podrán participar en la marcha en las carreteras fuera de la urbe.

Otra detención que en los últimos días ha generado multitud de críticas a las autoridades de Ankara ha sido la de Taner Kiliç, presidente de la sección turca de Amnistía Internacional (AI). Kiliç fue capturado la pasada semana junto a otros 22 abogados a los que se acusa de ser “miembros de organización terrorista” y de apoyar a la cofradía de Fethullah Gülen. La justicia ha decretado para él prisión preventiva.

“No se ha presentado ninguna prueba en su contra. ¡Es una vergüenza!”, criticó su compañero en AI Turquía. Taner Kiliç, que también presidía una asociación de apoyo a los refugiados en Esmirna, “tiene un largo y distinguido historial de defensa de las mismas libertades que ahora las autoridades turcas pretenden pisotear”, defendió el secretario general de Amnistía, Salil Shetty.

Numerosas organizaciones de defensa de los derechos humanos han protestado el arresto de Kiliç e incluso Estados Unidos, por boca de la portavoz de Exteriores, Heather Nauert, se ha mostrado “muy preocupado”. “La detención de individuos como Kiliç rebajan el debate público y minan la calidad de la democracia”, afirmó Nauert.

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