El Senado intenta atar de manos a Trump en las sanciones a Rusia
Republicanos y demócratas aprueban por aplastante mayoría un proyecto de ley que quita al presidente la potestad para suavizar por su cuenta las penalizaciones impuestas por Obama por la injerencia de Moscú en las elecciones presidenciales
Amanda Mars
Washington, El País
El Senado aprobó este jueves con una aplastante de mayoría, 98 votos a favor y dos en contra, una disposición que maniata al presidente, Donald Trump, en lo referente a las sanciones que Barack Obama impuso a Rusia en diciembre, el crepúsculo de su Administración, por la injerencia del Kremlin en las elecciones presidenciales americanas. Republicanos y demócratas se han unido para consensuar la medida, que debe refrendar la Cámara de Representantes y la Casa Blanca, y según la cual el mandatario no podría suavizar esas penalizaciones por su cuenta, sin la luz verde del Senado.
En concreto, los senadores aprobaron la mano dura contra Rusia como una enmienda a un proyecto de ley que se había redactado de sanciones contra Irán por su programa de misiles balísticos y otras actividades al margen del acuerdo nuclear (que cerró Obama y Trump está respetando de momento, pese a maldecirlo). Solo el izquierdista Bernie Sanders, exprecandidato presidencial, y el republicano libertario Rand Paul votaron en contra.
De salir adelante, la norma convertiría en ley las sanciones de Obama (expulsó a 35 diplomáticos rusos de Estados Unidos y cerró dos centros que el Kremlin tenía en los estados de Nueva York y Maryland) y las ampliaría también a los sectores de defensa e inteligencia militar de Rusia y a los responsables de ciberataques.
La oposición de la Casa Blanca se verbalizó a través del secretario de Estado, Rex Tillerson. "Urjo al Congreso a asegurarse de que cualquier legislación permita al presidente tener la flexibilidad para ajustar las sanciones para adaptarse a las necesidades de lo que siempre es una situación diplomática cambiante", dijo.
Sintonía con Putin
El hecho de que el proyecto deba pasar por la Cámara de Representantes y por la firma del propio Trump dificulta que salga adelante, pero que vaya en el mismo paquete que Irán ayuda. Además, lo que pasó este jueves en el Senado ya es, en sí mismo, un mensaje potente para el mandatario: no solo los demócratas, también los suyos, los republicanos, ven con malos ojos cualquier tipo de arreglo poco transparente para relajar las sanciones a Rusia en busca de una mejor relación.
Esto último es algo que muchos legisladores temían cuando el empresario neoyorquino ganó las elecciones, habida cuenta de la buena sintonía que mostraba con Vladímir Putin y que tardó mucho en dar credibilidad a las conclusiones de inteligencia, el FBI y el Departamento de Justicia que acusan directamente a Moscú como responsable de euna campaña de ciberataques para desprestigiar a Hillary Clinton y favorecer la llegada de Trump al poder.
La votación de este jueves tuvo lugar, además, en otra jornada clave de la investigación de la llamada trama rusa, que sería una vuelta de tuerca crucial al caso: la posible connivencia del equipo de Trump y Rusia en esa injerencia. El miércoles por la noche se conoció que el fiscal especial que lleva el caso, Robert Mueller, ha puesto al propio Trump bajo iinvestigación por posible obstrucción a la justicia en esa investigación.
Amanda Mars
Washington, El País
El Senado aprobó este jueves con una aplastante de mayoría, 98 votos a favor y dos en contra, una disposición que maniata al presidente, Donald Trump, en lo referente a las sanciones que Barack Obama impuso a Rusia en diciembre, el crepúsculo de su Administración, por la injerencia del Kremlin en las elecciones presidenciales americanas. Republicanos y demócratas se han unido para consensuar la medida, que debe refrendar la Cámara de Representantes y la Casa Blanca, y según la cual el mandatario no podría suavizar esas penalizaciones por su cuenta, sin la luz verde del Senado.
En concreto, los senadores aprobaron la mano dura contra Rusia como una enmienda a un proyecto de ley que se había redactado de sanciones contra Irán por su programa de misiles balísticos y otras actividades al margen del acuerdo nuclear (que cerró Obama y Trump está respetando de momento, pese a maldecirlo). Solo el izquierdista Bernie Sanders, exprecandidato presidencial, y el republicano libertario Rand Paul votaron en contra.
De salir adelante, la norma convertiría en ley las sanciones de Obama (expulsó a 35 diplomáticos rusos de Estados Unidos y cerró dos centros que el Kremlin tenía en los estados de Nueva York y Maryland) y las ampliaría también a los sectores de defensa e inteligencia militar de Rusia y a los responsables de ciberataques.
La oposición de la Casa Blanca se verbalizó a través del secretario de Estado, Rex Tillerson. "Urjo al Congreso a asegurarse de que cualquier legislación permita al presidente tener la flexibilidad para ajustar las sanciones para adaptarse a las necesidades de lo que siempre es una situación diplomática cambiante", dijo.
Sintonía con Putin
El hecho de que el proyecto deba pasar por la Cámara de Representantes y por la firma del propio Trump dificulta que salga adelante, pero que vaya en el mismo paquete que Irán ayuda. Además, lo que pasó este jueves en el Senado ya es, en sí mismo, un mensaje potente para el mandatario: no solo los demócratas, también los suyos, los republicanos, ven con malos ojos cualquier tipo de arreglo poco transparente para relajar las sanciones a Rusia en busca de una mejor relación.
Esto último es algo que muchos legisladores temían cuando el empresario neoyorquino ganó las elecciones, habida cuenta de la buena sintonía que mostraba con Vladímir Putin y que tardó mucho en dar credibilidad a las conclusiones de inteligencia, el FBI y el Departamento de Justicia que acusan directamente a Moscú como responsable de euna campaña de ciberataques para desprestigiar a Hillary Clinton y favorecer la llegada de Trump al poder.
La votación de este jueves tuvo lugar, además, en otra jornada clave de la investigación de la llamada trama rusa, que sería una vuelta de tuerca crucial al caso: la posible connivencia del equipo de Trump y Rusia en esa injerencia. El miércoles por la noche se conoció que el fiscal especial que lleva el caso, Robert Mueller, ha puesto al propio Trump bajo iinvestigación por posible obstrucción a la justicia en esa investigación.